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El viaje más inoportuno de Pedro Sánchez

Con el país paralizado por las protestas de los agricultores y con un escándalo de corrupción salpicando al Gobierno, el presidente optó por estrechar lazos de amistad con Marruecos

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análisis

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El PSOE implosiona tras la debacle gallega; Koldo, mano derecha de Ábalos, entre rejas; Puigdemont vuelta a las andadas con la DUI; la tractorada colapsando el país y Sánchez en Marruecos. En medio del incendio, el jefe de bomberos pone tierra de por medio y se larga del país. No extraña que al ministro Planas le haya dado un síncope.

No era el mejor momento para hacerle una visita al rey Mohamed. Si el viaje estaba en la agenda de Moncloa, alguien tenía que haberlo aplazado. Y si no estaba y ha sido pensado de repente, mala idea. De cualquier forma, un desplazamiento inoportuno, contraproducente, nefasto. Ningún agricultor de los miles que estos días juegan a la guerra civil, poniendo sus tractores como carros blindados al servicio del bando nacional para tomar Madrid, va a entender que el premier socialista se haya escapado a Rabat para hablar con el hombre que arruina el campo español con sus tomates baratos aderezados de pesticidas ilegales.

El PSOE está pasando por la peor semana en muchos años. Con el país incendiado por los cuatro costados, solo faltaba que apareciera un Roldán para acabar de darle la puntilla al Gobierno de coalición y hacernos recordar los peores años de la corrupción felipista. Y ese fantasma del pasado ha llegado con el espectro de Koldo García Izaguirre, detenido por un delito de cobro de comisiones en la compra de mascarillas durante la pandemia. Koldo, chófer, guardaespaldas y chico para todo de Ábalos, es un personaje bien conocido en el PSOE. El propio Sánchez, en 2014, lo ensalzaba en Twitter como “el último aizkolari socialista, un titán contra los desahucios”. El problema es que el supuesto héroe del nuevo socialismo sanchista no es ese ser de luz que parecía ser, ni alguien tan heroico como lo pintó en su día el presidente. Más bien todo lo contrario. La prensa le atribuye un currículum que asusta y que deja con la boca abierta: peleas, condenas por lesiones, un oscuro pasado como portero en el pamplonica puticlub Rosalex. Un angelito. ¿Qué podía salir mal con alguien así pululando por los despachos del ministerio? Ya puestos, ¿por qué no colocaron a uno de Hamás en el ministerio? Seguro que hubiese dado menos que hablar.

Alguien ha cometido un grave error de casting. Y ese alguien no es otro que el exministro Ábalos. De una manera o de otra, por hache o por be, el extitular de Transportes aparece en todas las salsas, incluidas las más picantes para la prensa. Ahora se está viendo por qué Sánchez lo aparcó de forma apresurada en aquella crisis de Gobierno de julio de 2021, cuando el presidente optó por prescindir de sus servicios para sustituirlo por Raquel Sánchez. En aquel entonces, pocos comprendieron la decisión. No había roto nada, el caso Delcy (un montaje de las derechas) fue archivado en los tribunales y su gestión política no había sido, ni con mucho, la peor de aquel Gobierno podemizado. Sin duda, en Moncloa se olían la tostada de que en algún momento, más pronto que tarde, saldría a la luz algún asunto feo en el negociado del político valenciano. Y así ha sido.

El PSOE tiene un serio problema con el tal Koldo. Por si no era bastante con la amnistía, con las revueltas del agro y el descalabro en las regionales gallegas, ahora la imagen de putiferio o bar de lucecitas que está dando el partido. El affaire no ha hecho más que comenzar, pero cabe temerse lo peor. Así empezó el caso Roldán y al final salió a borbotones toda la porquería de aquel felipismo vendido al lujo del poder, o al poder del lujo, que tanto da. Fue precisamente Diario16 el que destapó aquel histórico escándalo. Luego llegaron las noticias sobre la fortuna oculta del director de la Guardia Civil, el despilfarro con los fondos reservados, los espías y testaferros, las bacanales y orgías, los papeles de Laos. Resulta lamentable, pero por una extraña maldición, siempre termina aflorando esa corrupción sórdida, cutre, grasienta, del socialismo español. La gran tragedia para el PSOE, y por ende para la izquierda española, es que los españoles hace ya tiempo que dejaron de ver al partido del puño y la rosa como el de los 145 años de honradez. Hay demasiadas manzanas podridas, manzanas que afloran cada cierto tiempo, manzanas que envenenan el proyecto. La pasokización del partido socialista, constatada en esos nueve escaños ridículos de las elecciones del pasado fin de semana en Galicia, se explica por la renuncia a un programa fuerte y auténticamente de izquierdas, pero también por esa corrupción mugrosa y al menudeo, la corrupción del pobre que cae en la tentación de querer ser como el rico, la corrupción poligonera y de extrarradio que siempre, inexorablemente, acaba retornando.

El caso Koldo nos coloca, esta vez sí, ante el escenario soñado por Feijóo. Un PSOE debilitado, entregado al separatismo vasco y catalán y corroído por las corruptelas que de forma recurrente y cíclica emergen como una erupción maligna. Primero los ERE, luego el caso del Tito Berni con sus tejemanejes con empresarios a cambio de mariscadas, prostitutas y coca y ahora otra cosa aún más baja, ruin e inmoral si cabe: el pelotazo de las mascarillas a cuenta del sufrimiento del pueblo en plena pandemia. No debería haberse largado Sánchez mientras estallaba algo así. No debió haber movido el Falcon para irse a Marruecos a no se sabe qué, dicen que a estrechar lazos de amistad entre ambos países, aunque maldita la gracia que le hará al agricultor español ese hermanamiento traicionero mientras se le arruinan los cultivos por la competencia desleal del vecino de abajo.

El PSOE se derrumba mientras la extrema derecha carroñera acecha para devorar los despojos. Éramos pocos y parió Roldán. Póngase serio con esto, señor presidente, llegue hasta el final caiga quien caiga. Corte cabezas, si es que puede, hasta limpiar el cortijo. Todo menos volver a aquellos años negros del felipismo más decadente que dio paso a la gran tragedia nacional de Aznar. Haga lo que tenga que hacer, pero otra vez no, por favor, otra vez no.

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