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Empresas rebeldes

05 de Junio de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Los  beneficios de las empresas crecen siete  veces más que los salarios

En cualquier empresa, las zonas de confort acaban creando guetos de incompetencia que acaban matando la innovación..

El otro día me llamo la atención un articulo que hablaba del libro de Chip Conley, The Rebel Rules, que me compré y en el que describe como la gran mayoría de las empresas de éxito fueron creadas por emprendedores rebeldes cuya característica es una gran habilidad para los negocios y su negativa a seguir las reglas. 

Los empresarios rebeldes son personas que se han conectado con sus pasiones internas atreviéndose a vivir siguiendo sus instintos y usando su propia visión. Para Chip Conley, estos empresarios no solo tienen éxito sino que también son los más felices.

Hace tan solo unos pocos años, los rebeldes eran vistos como personas valientes por vivir siguiendo sus propios valores. La sociedad aplaudía a las personas que hacían preguntas, muchas de ellas incómodas, que no aceptaban una explicación impuesta ex catedra, por mucho que viniera de un gurú, un experto o un profesor y fuese aplaudida por la mayoría. 

En el mundo de las empresas, la rebeldía siempre fue mal vista y estigmatizada. No solo por el empresarios sino también por los propios trabajadores. Aislar a quienes perturban la tranquilidad de la zona de confort siempre fue una ley no escrita en la gran mayoría de las empresas. Es una pena porque existen evidencias psicológicas que la creatividad está relacionada con la rebeldía. 

En un estudio para Harvard, dirigido por el Prof. Albert Rothemberg, quien entrevistó a 22 premios Nobel, descubrió que todos tenían un mismo comportamiento que hoy llamaríamos inconformistas. 

La necesidad de crear algo nuevo y de ir unos pasos más lejos en lugar de seguir los dogmas y las normas establecidas, eran actitudes comunes entre esos premios Nobel que mostraban una personalidad más rebelde que conformista. Cuando la rebeldía se canaliza hacia objetivos muy claros, siempre acaba teniendo premio. 

Fomentar la rebeldía empresarial

No es fácil hablar abiertamente de la rebeldía en el mundo empresarial, sin generar un cierto rechazo. La rebeldía no tiene nada que ver con el anarquismo ni el desorden social. Tiene que ver con una manera diferente de analizar y de proyectar el funcionamiento de la sociedad. El rebelde no acepta las normas que no tienen lógica o que van en contra de la propia sociedad. 

Los "rebeldes con una causa", suelen moverse por motivaciones muy distintas a las que mueven las personas comunes. Se preocupan por mejorar las organizaciones, buscan siempre la excelencia, trabajan para solventar problemas. Sienten un cierto malestar y demuestran impaciencia cuando ven que las apatías, los miedos del grupo acaban frenando cualquier mejora. Los rebeldes se suelen convertir en una molestia para aquellos que prefieren seguir los canales establecidos y mantenerse en su zona de confort. 

Un grupo de personas comprometidas, aunque sean pocas, que piensan abiertamente diferente y que cuentan con unos conocimientos estratégicos válidos, pueden fomentar y generar innovaciones revolucionarias que revertirán en el éxito de la empresa. 

Los rebeldes suelen ser admirados cuando lo consiguen, pero rechazados cuando lo plantean. 

La historia está llena de esos rebeldes que la sociedad acaba admirando, aunque intente suavizar sus orígenes rebeldes.  Con rebeldía, IBM pasó a internet, Steve Jobs creó Apple Macintosh. Richard Branson creo Virgin, Elon Musk creo PayPal y cambio la visión de la movilidad. Pero no solo en el mundo de la empresa. Muchos hombres y mujeres ayudaron a cambiar la sociedad porque un día decidieron ser rebeldes. La lista es larga y daría para un libro. 

Fomentar la rebeldía en la empresa

Desafortunadamente, no existe una cultura empresarial capaz de crear un entorno favorable que permita que los rebeldes prosperen.

Con el tiempo, las reglas y los procesos operativos establecidos acaban consolidando una cultura de la empresa que se resume en la frase lapidaria del “siempre lo hicimos así”, creando zonas de confort estructuralmente fuertes que van en contra de cualquier tipo de innovación. 

La historia y la cultura de la empresa se confabulan para que las cosas se sigan haciendo como siempre se han hecho. 

A menudo, la gestión del cambio, de la innovación implica cambiar la cultura de la empresa, cambiando su manera de pensar y de hacer. Y eso no es nada fácil como nos lo recordaba Peter Drucker en su famosa frase, "la cultura se come la estrategia en el desayuno". 

En muchos casos, las personas acaban juzgando las innovaciones en función si encajan o no en las valores de la empresa y no en función de si aporta o no una nueva visión a la sociedad. Al final, el inmovilismo acaba reprimiendo los cambios necesarios en cualquier organización. Si yo fuese empresario o CEO, estaría preocupado y lucharía en contra. 

La empresa “rebelde” debe fomentar e implantar una cultura capaz de desafiar y de sacudir sus propios pilares dejando de considerar los rebeldes como personajes asociales,  molestos y problemáticos. Los rebeldes son la voz de la conciencia y actúan como el abogado del diablo. 

Cuando una empresa está comprometida con la creatividad y la innovación real y se quiere alejar del postureo muy de moda en los últimos años, sus líderes tienen la responsabilidad de tomar medidas prácticas para garantizar que los objetivos sean alcanzables. Deberán asegurarse de que esos "rebeldes" tengan el espacio, los fondos y el tiempo necesarios para desarrollar esas ideas innovadoras que si bien puedan parecer locas, injustificadas o fuera de lugar podrían acabar salvando la empresa.

El rebelde por excelencia, Steve Jobs, en su discurso dirigido a los graduados de la Universidad de Stanford, en 2005, les pedía que miraran en su interior para descubrir sus propios propósitos, sus propios sueños, aquello que realmente les apasionaba y cuando los hayan encontrado, luchar por ellos.

Cuando luchamos por aquello que realmente nos motiva, adquirimos unos compromisos emocionales que nos impulsan a hacer lo más correcto en cada situación, aunque otros se opongan a ello o tengan una visión distinta a la nuestra. 

Un rebelde no entiende de normas injustas que puedan frenar sus propósitos. 

No se trata de ser rebelde porque está de moda serlo. Ser rebelde es vivir creyendo en una causa, en una idea, en un sueño y ser capaz de canalizar los esfuerzos hacia ellos. Un rebelde solo entiende de pasión, de valores y de esfuerzos para llegar hasta el final. 

El Ceo debe ser capaz de transmitir pasión para contagiar al resto del equipo. Es la única forma de conseguir su implicación. Pero el Ceo no puede reprimir la discrepancia, el debate, la rebeldía intelectual. Sino, estará cayendo en su propia trampa. 

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