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Entre las ocho y las nueve II

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análisis

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NO. Él  tampoco había recibido una nota aquel día diciendo

-«Mañana cuando te levantes, quizás nada sea igual».-

Poco después de las 20:30, Fran entraba por la puerta de casa acompañado por Dani, uno de los amigos de siempre que venía como muchos otros días a cenar.

Tan sólo habían pasado 3 horas y media desde que había salido por esa misma puerta.

La sensación que notaron al abrir ya era rara, espesa, había un fuerte y desagradable olor.

No tardaron en darse cuenta de que algo pasaba, prácticamente desde la entrada estaban pisando restos de vómitos en sangre que de una simple mirada marcaban un camino exacto hasta el dormitorio, al final del pasillo.

Corrieron por inercia a la habitación…

Ahí estaba yo, prácticamente inerte, tendida en el suelo envuelta en las mismas manchas malolientes que cubrían toda la casa.

Fran me agarro, me dio la vuelta y empezó a hablarme para reanimarme…

Abrí los ojos, le miraba parecía que escuchaba y quería contestar, quería decir algo, pero a duras penas podía reaccionar.

Me metió en la bañera y ahí, en el agua, volví a tomar un poco de conciencia, le recuerdo delante de mí, gesticulaba tranquilo, me decía cosas, que yo era incapaz de entender…

Quizá no le entendía porque solo intentaba decirle, que me encontraba mal que llamará a un médico.

Quizá no quería llorar, no quería desesperarme, no quería preocuparle, pero la realidad era, que yo no podía hablar, por más qué me esforzaba  tan solo balbuceaba «pa pa pa pa»

Él lo estaba interpretando perfectamente intentando guardar la compostura para que su rostro me siguiera trasmitiendo serenidad, seguridad, la impresión de que no tenía que preocuparme más.

Impotente y a punto de volver a ponerme a llorar rendida escuche a Fran decirme claramente:

¿Quieres que te lleve a urgencias?

Yo le mire y con la expresión de haber visto un ángel asentí con la cabeza.

Quizás esas fueron las palabras mágicas…

Yo ya sabía que no podía hacer por mí más de lo que había hecho, también sentí en ese momento que quizás no le volvería a ver, ni a él, ni a mis padres, ni a mis hermanos…

Fue algo tan cruelmente doloroso y aturdidor que no tuve mas remedio que desentenderme de mí y quedarme en sus manos.

Unas manos que mientras me sujetaban en la bañera, habían llamado al unísono a su madre que era médico forense y al 112 teléfono de emergencias.

Andrea y su hijo, en esa conversación se hicieron preguntas y se dieron respuestas concretas, muy concretas…

Ella lo tuvo muy claro, era grave, muy grave, ya sin verme sabía que cuanto menos tenía un sangrado interno ,y no tenían ni idea cuanto tiempo llevaba en así 1 hora 2, quizá 3…

Conocía los protocolos de emergencia que existían en aquel momento, le dijo a su hijo que diera todos los datos y que pidiera que mandaran directamente una UVI, era consciente de que cada segundo podía ser vital.

Tanto que sin apenas cortar la comunicación cruzó la ciudad en su coche y llegó a casa siendo la primera “titulada” en mirarme a la cara y sentenciar:

Es muy grave, ha perdido mucha sangre, vuelve a llamar al 112, tienen que mandar una UVI con urgencia, hay que llevarla al hospital inmediatamente…

Y a, sus padres, tenemos que avisar a sus padres.

Fran no quería que eso fuera verdad, pero le estaba hablando su propia madre, y llevaba casi media hora en casa siendo consciente de que lo que estaba pasando era real, era fatal… Sin mediar palabra tragó saliva y reaccionó por inercia llamando a mi hermano Martín.

Soy la cuarta de 7 hermanos, tres chicos más mayores que yo  tres chicas más pequeñas.

Fran era amigo de todos ellos, eligió a Martín  porque trabajaba de técnico sanitario en urgencias  y normalmente tenía la base de la UVI en nuestro hospital de zona.

Era demasiada casualidad, pero mi familia se tenía que enterar y si encima teníamos la estrella de que le pillará allí…

Como un milagro de repente se conjugaron los astros que llevaban toda la tarde en mi contra a mi favor y mi hermano estaba de guardia.

Es más, él y sus compañeros  habían llegado hacia un rato de un aviso y estaban en la sala de descanso, esperando otra emergencia.

Lo que quizás no esperaban, es que esa “misión”, la siguiente, la indiscutible protagonista de la noche, iba a entrar por el teléfono de Martín antes que por la emisora de la base.

Todos escucharon la conversación, esa conversación con esa noticia que nadie quiere tener.

El equipo parecía que permanecía inmóvil con la mirada y la atención fija en Martín y en cómo sus expresiones cada vez demostraban más preocupación hasta verle esforzarse para no entrar en pánico…

Pero en realidad se estaban desdoblando, estaban todos preparando sus cosas, preparándose para lo en cierto modo ya sabían que Martín iba a decir nada más colgar.

-Era el novio de mi hermana, ha llegado a casa y la ha encontrado tirada en el suelo envuelta en vómitos de sangre, está prácticamente sin conciencia, y no habla solo dice pa pa pa, tenemos que ir ya.-

Cómo  tele-transportados a la UVI el equipo se puso camino a casa.

Un trayecto que no debió durar más de tres cuatro minutos por la cercanía, pero que sin duda debió unos de los más largos de sus vidas…

Quizá por la dureza de ser conscientes que ese aviso no era uno más, que ese aviso por los datos que ya tenían les llevaba a intentar salvar la vida de la hermana de Martín, de la hermana de su compañero.

Todos ellos llevaban la vocación en la sangre y la profesionalidad y la experiencia en las venas, para ellos, cada emergencia, cada paciente, siempre había sido prioridad, pero esta vez era una necesidad vital para el equipo que todo saliera bien.

Ya por el camino tuvieron claro que iban a ser tener que trasladarme de manera urgente al hospital.

Mientras en casa, Fran seguía sujetándome en la bañera con nuestro amigo Dani y su madre en el pasillo, viendo el fatal capítulo con la impotencia de no poder hacer nada más… ninguno de los tres…

Poco después, como en cual película de acción, mi hermano y sus compañeros en entraron en casa, cada uno de ellos sabía perfectamente cuál era su misión, sabía lo que tenía que hacer y lo que tenía que decir y lo hicieron.

Minutos después yo ya estaba montada en la UVI totalmente inconsciente e íbamos de camino al Hospital General.

«Trasladamos mujer de 31 años en estado crítico. Encontrada semi- inconsciente, signos compatibles con hemorragia interna.»

Allí, en la entrada de urgencias, nerviosos, serios, expectantes esperaban mi llegada convirtiéndome así en la indiscutible  protagonista de la noche.

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11 COMENTARIOS

  1. Engancha este segundo capítulo, acciones muy rápidas, la descripción y la narrativa son perfectas. Me gustaría continuar leyendo. Te zambulles en los personajes

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