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Gonzalo Osés
Gonzalo Oséshttp://www.gonzalooses.es
Soy abre puertas, se me da bien conectar necesidades con soluciones. Me rijo por tres frases: la de mi madre “la vergüenza pasa y el provecho queda en casa”; la de mi padre, “la persona más feliz es la que menos necesidades tiene”; y la mía, “para crear valor hay que tener valor”. En plan profesional, soy FEO (Facilito Estrategias Operativas), cofundador de Xaudable, conecto innovación con el mercado, mentor y docente en @eoi y @SEK_lab. Emprendedor con mi startup de comida rápida saludable. Autor libro “abre puertas, cómo vender a empresas”. Miembro de @Covidwarriors. En otras décadas organicé en IFEMA la feria Casa Pasarela y fui gerente de un concesionario oficial en Madrid de motos Honda. Licenciado en Dirección y Administración de empresas por CEU San Pablo, diplomado en diseño industrial por IED (Instituto Europeo Di Design), master de comunicación aplicada en Instituto HUNE.
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análisis

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Empiezo a escribir esta columna con la inmensa tranquilidad de ver a mi padre leyendo en la hamaca de casa, en vez de estar de nuevo ingresado en el hospital. Esta mañana, nos dieron el notición que la infección que le detectaron hace una semana en urgencias, remitía y podríamos seguir celebrando la vida con mi madre, en casa.

A sus 91 años, y tras la dos semanas que se pasó ingresado a principios de año, sé que su jesuítica resiliencia y la mirada sonriente de mi madre, serían lo único que le armarían de paZciencia para cruzar de nuevo su Cabo de Hornos vital, por mucho que la tripulación del hospital sea la elegida por Shackleton para llevar su barco a buen puerto, a esas edades se les hace muy largos las estancias hospitalarias.

Es un regalo tener una hora entre la merienda y la partida de domino a tres, como la que preside esta columna, para transmitarte mi percepción de la vida, pero el tiempo lineal, se escapa entre el teclado y ahora toca domino. Luego de acomodar el excelente gazpacho que hace mi padre con la thermomix, como cena, seguiré. Hasta luego.

Buenos días, son las diez y media de la mañana, mis padres se han ido a dar su vuelta para dar los buenos días a la mar, y encontrar allá en el horizonte sus miradas. Mientras aprovecho las mañanas  para teletrabajar y entretenerme.

En su momento, fuimos quemando etapas, aquella que dejaban de ser 100% autónomos; luego la difícil en la que en diferentes medida chocabamos en las videollamadas por hacer alguna cosa que no fuera el ideal; después, la del pasado otoño que me venía de sábado a lunes para hacerles gestiones, y la de venir a vivir con ellos en enero al cerrar mi startup, mientras creía que podría reinventarme de nuevo profesionalmente y crearme un hueco en Málaga, pero ya acepté que debía por un tiempo lineal abandonar mi necesidad de estar entretenido de la rueda del hámster de las aspiraciones profesionales, y centrarme en aportar de verdad, en la startup familiar, ocupando la vacante libre de Estar, para acompañarlos, y suplirles en aquello que lo estimen necesario, a base de poner la vitalidad que a ellos les empieza a  faltar.

Amante como soy de los retos, ahora convivir con mis padres es muy fácil, aunque sabes que en cualquier momento puede saltar la alarma, y hay que jugar a un juego desconocido, donde es clave que mantenga un equilibrio emocional. Por ello, en estos 9 meses, por fin, he aprendido a cultivar al pazYcinencia, a relativizar todo, incluso mi propio acojone al saltar la primera alarma, a ir partido a partido, a ser consciente que el presente es el regalo, y a no desinvertir ni un segundo de mi tiempo lineal asignado a invertirlo en miedos futuros. Y no sabes, la tranquilidad que da.

Me siento un privilegiado al poder bajarme de la rueda del hámster con la excusa que es más urgente ayudar a mis padres por nimia que sea su necesidad, que acumular expectativas profesionales o el miedo a quedarme fuera del mercado laboral, si es que alguna vez estuve. Sí, tras el vértigo inicial he descubierto que no pasa nada, no te ahogas en el aburrimiento, enseguida encuentras cosas en las que entretenerte ayudando a otros, sin necesidad de caer en esa trampa que llaman crecimiento, profesional o espiritual.

Por un lado, los lunes, imparto mentorías por videollamada a autónomos y emprendedores de Fundación Ronsel, por otro preparo formaciones presenciales para empresas que van surgiendo. Porque en mi servicio 112 familiar no me parece ético embarcarme a medias en los problemas estratégicos de empresas presenciales, o se está o no se está. A ver,  si cierro diversas excusas en forma de gestiones que arrastro, y me centro en publicar ese libro que lleva 4 años en cola de espera para que me asuma y acepte lo que va a venir.

Cada dos o tres semanas vuelvo un par de días a Madrid, a sintonizar frecuencias energéticas, con familia y amigos como esta semana ir al pueblo segoviano que iba de pequeño, así como,asistir a la asamblea de socios de diseñadores madrileños (Dimad), donde la nueva junta directiva está removiendo Roma con Santiago para que vuelva a ser el templo de la creatividad. Y hablando de creatividad, al día siguiente la revista El Duende catalizador de tendencias celebraba su 25 cumpleaños creando la enciclopedia de los creativos madrileños, empezando por los 300 héroes de los que escribirán sus leyendas los próximos 25 años. Uno vuelve con las pilas cargadas.

Desde aquí mi admiración a tantas mujeres, madres y esposas que hasta poco menos de medio siglo se quedaban varadas en el hogar, y tras el cuidado de los hijos, se hacían caso de la casa y por ende de sus mayores. Así como de las personas inmigrantes que en silencio y de forma invisible cuidan a los progenitores de esas personas atareadas para pagar a otros que cuiden de sus mayores. Sí, si, también a muchos de mis amigos que no pueden parar de currar y a la vez deben acompañar a sus padres en sus etapas finales, como son Andrés, Esmeralda, Javi, Rubén, Robert…

Te dejo, que acaba de surgir unos de esos momentos, en los que a uno de ellos, se le dispara la tensión arterial acompañado de otros síntomas, quizá debido a algo que ha comido en el bar o a haber cogido frío u otra cosa que ahora mismo desconozco. Así que calma y método, y si la cosa se complica, a urgencias.

PD: Un abrazo a la familia y amigos de Mario Tascón. Al cual no conocí, pero hizo mucho bien a conocidos míos digitales y analógicos.

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