Más de un millón de niñas y niños se van a quedar este curso sin comedor escolar, según la ONG Educo, por efecto de la política ideológica de laminar los servicios y ayudas públicas —por la vía del recorte presupuestario— puesta en marcha por el PP donde gobierna en solitario o con Vox. Especialmente lacerantes son los casos de Murcia, con la mayor tasa de pobreza infantil; o Extremadura donde, para sorpresa de todos, Vox ha parado los pies al PP en su pretensión de eliminar el servicio de comedor gratuito y universal vigente hasta ahora; o la C. de Madrid, donde la denuncia de la FAPA Giner de los Ríos ha obligado al Gobierno de Ayuso a garantizar el comedor escolar gratis para todos los solicitantes, hasta que se resuelvan los expedientes atascados por la desidia administrativa y burocracia infernal. O en Madrid ciudad donde 10.000 niñas y niños de 0 a 3 años se quedan sin enseñanza infantil por falta de plazas públicas.
Igual está pasando en la enseñanza media, sanidad o los servicios sociales y de atención a la ciudadanía, donde los recortes se concretan en no remplazar las bajas por jubilación o enfermedad y en limitar las contrataciones al mínimo para reducir las plantillas y así, por efecto vegetativo, degradar la calidad el servicio público que se presta. El resultado es un régimen laboral tiranizado y extenuante, que obliga a doblar la carga de trabajo que aumenta el estrés y agotamiento mental de los trabajadores. Este es el plan de la derecha para convertir, pasito a pasito, lo público en un negocio privado, mediante contrataciones opacas, a dedo, a empresas amigas. Este es el proyecto económico que Feijoo tiene para España que no le hace falta explicitar, pues lo vemos a diario en la supresión o rebaja de impuestos a los que más tienen, eliminación de servicios públicos y ayudas sociales, y censura cultural; dinero que emplean en promocionar la caza, y espectáculos taurinos y culturales de rancia tradición cañí, en Ayuntamientos y Comunidades donde gobierna con la ultra derecha.
Pero, PP y Vox no están solos en esta política de beneficiar a los ricos y asfixiar a las clases medias, pues se inserta en la estela del BCE cuyas subidas sin fin del precio del dinero enriquece a los bancos que encarecen, de manera desmedida, las hipotecas y créditos que ahogan a las familias y pequeños empresarios, a los que impone fuertes restricciones para poder financiarse; mientras que a los ahorradores —obligados por la presión social y de mala gana— les ofrecen rentabilidades por debajo de la subida del precio del dinero. Política económica perversa del BCE que ahoga a las clases medias, justificada con el mensaje simple de que es imprescindible bajar la inflación al 2%, lo que hace necesario reducir el consumo, por lo que recomienda subidas salariales por debajo del IPC, mientras en paralelo las acogota al no poner límites a la banca privada para fijar el interés de los créditos.
Es así como nos enredan para que olvidemos que la inflación también se reduce estableciendo controles y vigilancia exhaustiva en las cadenas de producción, distribución y venta de productos y servicios. Controles que existen nominalmente pero que no se ejercen como denuncian con reiteración las asociaciones de consumidores, por falta de recursos, burocracia, desidia o directamente porque los lobos —los halcones en el argot del BCE — siguen controlando a las gallinas; a pesar de la amplia gama de organismos públicos como el Observatorio de la Cadena Alimentaria (OCA), o la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) – y varios más— que resultan ineficaces y se echan la pelota unos a otros sobre quién debe poner el cascabel al gato: fuertes multas y sanción social a quienes se enriquecen ilegalmente con subidas injustificadas de los precios que pagamos todos, para incrementar de manera espuria su beneficio. ¿Desidia, desinterés o miedo a molestar a los poderosos del negocio de la alimentación y del crédito?
