Como todos los mandatarios, Pedro Sánchez tiene claros y oscuros en su gestión. De lo primero y con arreglo a nuestro país está la política de distensión llevada a efecto en Cataluña. Ocurrió con los indultos a los responsables del Procés y sobre todo a los dirigentes recluidos en prisión por más de cuatro años. Esta medida fue muy bien acogida y apreciada por la sociedad catalana y se reflejó, en el positivo respaldo electoral otorgado a los socialistas catalanes, con la muy amplia victoria obtenida en las últimas elecciones generales del pasado 23 de julio.
Con toda probabilidad ocurrirá lo mismo, si se aprueba la amnistía y como todo apunta, es refrendada por el Tribunal Constitucional. Máxime si se tiene en cuenta que Junts per Catalunya, en el pacto suscrito con el PSOE, abandonó la unilateralidad para reclamar el referéndum de independencia y en caso de este llevarse a efecto, deberá hacerse dentro del marco de la Constitución y las leyes y tendrá que, ser debatido y en su caso aprobado en el Parlamento español. Sin dudar, la aprobación de la amnistía redundará en una mayor y mejor distensión de la sociedad catalana.
En política exterior ha sido muy acertada y valiente, la que ha realizado recientemente durante su visita a Israel, donde personalmente le ha planteado a Benjamín Netanyahu, la inaceptable represión causada al pueblo palestino con más de 14.000 civiles asesinados por el ejército israelí, entre ellos aproximadamente 5.000 niños, otros varios miles de fallecidos y sepultados bajo los escombros de sus viviendas y cerca de 800.000 desplazados de su territorio en la Franja de Gaza.
Pedro Sánchez condenó el atentado realizado por Hamás que produjo más de 1.400 personas fallecidas y 230 secuestradas, pero con contundencia le expuso al primer ministro israelí Netanyahu de que la población civil palestina no debe ser motivo de la represión. Aprovechó su visita a Israel Cisjordania y Egipto para reclamar un Estado palestino, como única solución para una paz duradera en la zona junto con el Estado israelí.
En todo momento fue acompañado por el primer ministro de Bélgica Alexander De Croo. Ambos coincidieron en sus planteamientos y reivindicaciones, algo muy importante y es que, Bélgica sustituirá a España en los próximos seis meses a partir del 1 de enero, en la presidencia rotatoria de la Unión Europea. Netanyahu se ha mostrado en desacuerdo con las posturas coincidentes de Pedro Sánchez y de Alexander De Croo, a los que maliciosamente llegó a acusar de estar apoyando a los terroristas de Hamás y llamó a consulta a los embajadores de España y Bélgica.
Pedro Sánchez fue más allá, exponiendo que los planteamientos y alternativas a la situación que viene sufriendo el pueblo palestino y, su reclamación para que pueda contar son su propio Estado, debería ser una política común de la Unión Europea, pero si ésta no se pronuncia favorablemente, lo hará España por mediación de su gobierno, algo de lo que inmediatamente se pronunció y contó con el apoyo de su socio de gobierno Sumar.
Pero como suele ocurrir inmediatamente, tuvo el rechazo de la reaccionaria derecha extrema del PP y de la fascista extrema derecha de Vox. Con arreglo a esas reacciones, significa que en esto Pedro Sánchez va en la correcta y necesaria dirección. Lo mismo que ocurrió anteriormente con las medidas aprobadas sobre los indultos y con las que con toda probabilidad ocurrirá en relación a la amnistía, sin que esto signifique como con lenguaje populista, tenso y manipulador plantean el PP y Vox, de que se “romperá España” o que el “traidor Pedro Sánchez está implantando una dictadura”. Algo que, sin duda, ambas organizaciones políticas hipócritamente “constitucionalistas”, de tener las condiciones propicias sobre todo Vox si lo haría.
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