lunes, 29abril, 2024
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Gritando por el fin de la violencia de género y violencia vicaria 

Ana Vega
Ana Vega
Madrileña de 52 años, afincada en Tenerife desde el 2002. Auxiliar de enfermería, pero desde hace catorce años, inspectora de seguros. Mi pasión por los medios de comunicación me ha llevado a colaborar en diferentes medios audiovisuales en la isla, donde actualmente dirijo “El Rincón de Ana Vega”.
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análisis

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Noviembre fue un mes cargado de tensiones en donde los derechos del ser humano pendían de un hilo. 

Siempre me quedará la incógnita del porqué las líneas rojas las cuales no se podían traspasar, alguna formación política no lo tuvo jamás en cuenta. 

Y es que el PP no puso en ningún momento condiciones en aquello que su aliado VOX estaba dispuesto a aniquilar leyes como la lucha contra la violencia de género, así como eliminar las leyes de Memoria Histórica y la ley del derecho de las mujeres a abortar libremente. 

Mientras estoy escribiendo este artículo los datos por la violencia de género y vicaria son preocupantes. 

55 mujeres asesinadas con tres menores presentes entre los que uno estaba dentro de la casa con su madre cuando el asesino había prendido fuego a la casa. Este último caso se ha producido en Arona, Tenerife. 

Me he pasado la campaña electoral, así como los debates de investidura buscando algo, no sé ni el qué, haga capaces a hombres y también mujeres que puedan estar en contra de ese terrorismo social, para que no se les olvide que los asesinatos a mujeres y niños forman parte del terrorismo. Porque terrorismo no es sólo disparar con una pistola, o un machete, es también inducir a una mujer al suicidio, así como esas hijas e hijos que tienen de por vida el horror de asesinatos o intentos fallidos de a sus madres por parte de su propio padre. 

El caso de Arona define mi lucha porque en las medianías de los pueblos donde muchas veces no se llega, se viven violencias de las que nadie se entera, o incluso hay casos donde ni algunas familias están empadronadas. Eso conlleva a no saber de su existencia. 

Si miran donde está ubicada la casa quemada, se darán cuenta que no está precisamente en un terreno de varias viviendas. 

Gritamos cada día por la erradicación de la violencia de género. Y no hace falta que sea visible en las manifestaciones del 25N, que también. Es obligación nuestra, y sólo nuestra visibilizarlo y unirse para poder llegar a la raíz.  

No existe un modelo general para la sociedad porque todo depende y mucho de la situación de cada familia, su formación, eliminar esa obligación que sienten de sentirse esclavas de sus maridos porque eso fue lo que las enseñaron. 

Continúa siendo indignante que en el siglo XXI no hayamos podido acabar con esta lacra social. Y peor todavía que los datos de adolescentes incluso niños tengan gravado a fuego que ellos hagan lo que les dé la gana manteniendo relaciones tóxicas y sentirse superior a las mujeres. 

Echen un vistazo a los y las manifestantes que apoyaban a VOX siendo cómplices lo que yo llamo dictadura, esa que dicen tener Pedro Sánchez, tachándolo de golpista. Había incluso adolescentes, pero no sólo chicos, también había chicas y eso a mí me da pánico. 

Si luchar por los derechos de las mujeres, colectivos trans, infancia, dependientes, memoria histórica, etc., yo me sumo a que me traten así. 

Libertad, que bonita palabra que a día de hoy en muchos casos es una auténtica utopía. 

Como he dicho alguna vez y hoy lo escuché: “Sin diversidad no hay libertad”. 

Los hogares son donde se define el modelo de vida que los padres y madres, al menos mucha de ellas, desean para sus hijos e hijas. 

Los centros educativos, enseñar e intentar formarles de manera que el odio y la ira no formen parte de su vida, porque ambas lo que hacen es destruirnos por dentro. 

Formación, conexión entre centros educativos y familias, talleres en el que se convierta en algo habitual entre familias e hijos. 

No podemos sentirnos libres, porque no lo somos, pero sí podemos ser libre de pensamiento, así como impedir que nadie nos robe nuestros sueños. 

Se acaba el 2023 con muchas tareas pendientes, pero autoconvencernos que el 2024 pueda y así debe ser, dar pasos de gigantes para eliminar los patriarcados, así como a toda la población que sigue deseando eliminar a los colectivos LGTBI porque también forman parte de esa marginación por parte de los intolerantes. 

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