¿Han abandonado los dioses a Alcaraz?

Acababa de empezar el partido. Se habían jugado dos puntos. Exactamente dos puntos. Quince iguales.

Y Alcaraz se resbala sin ningún motivo aparente en un movimiento que nada tiene de complicado ni de forzado. No pasa nada. Excepto que cae sentado al suelo y pone cara de dolor.

El tobillo. Le duele mucho. Le duele muchísimo pero deja que el fisio haga su trabajo y le ponga una venda. Vvuelve a la pista.

Le rompe el saque a su rival. Pero le duele. Le duele y además tiene miedo a que vaya a mayores. La famosa maldición de Djokovic en Wimbledon:

LOGRARÁS GRANDES COSAS SI LA SALUD TE LO PERMITE.

En el segundo juego su rival se le sube a las barbas. Y también la preocupación y el miedo de que pueda tratarse de una lesión grave.

Se retira.

El siguiente paso es hacerse una radiografía y un análisis lo más minucioso posible. En un principio parece que no es demasiado malo. Pero sin ser demasiado malo ya se ha visto apeado del torneo de Río de Janeiro.

Aunque quizás sea lo mejor para él despreocuparse por la lucha del número 1, que es un tanto absurda. Disfrutar con los títulos que ya tiene y reencontrarse a sí mismo.

No hay prisa. Tiene veinte años… y si no consigue volver a ser el número 1 tampoco tendría tanta importancia. Ese Wimbledon ya es historia. Por haber sido el jugador más joven en conseguir auparse hasta el número 1 también lo es.

Tal vez los dioses hayan abandonado a Carlos Alcaraz. Pero tal vez, si eso ha sucedido, en el fondo podría ser, en este momento concreto de su vida y su carrera, lo mejor para él.

Ya volverá. Porque es un NATURAL, como llaman anglosajones a quienes han nacido para hacer algo mejor que los demás, y la malhadada maldición de Djokovic fue una rabieta de mal perdedor, algo que en todo caso se volverá contra él.

Tigre Tigre