A Putin, el hombre reclamado por crímenes contra la humanidad en Ucrania, le parece "un acto terrible" la masacre de Gaza

18 de Octubre de 2023
Guardar
Putin, en una imagen de archivo.

El mundo ha caído en las manos de psicópatas y cínicos. Cuando aún no han transcurrido ni 24 horas de la masacre en el hospital de Gaza que ha costado más de 500 muertos, Vladímir Putin, sale a la palestra para valorar el suceso desde el punto de vista humanitario. El culmen del sarcasmo. El jefe del Kremlin cree que el ataque israelí “es un acto terrible, una catástrofe. Hay centenares de muertos y heridos. Confío en que será una señal de que hay que acabar el conflicto cuanto antes”, aseguró Putin en una rueda de prensa posterior al III Foro de las Nuevas Rutas de la Seda en Pekín y su reunión con el presidente chino, Xi Jinping. Además, agregó que, “en todo caso, hay que llevar el asunto a la posibilidad de iniciar algunos contactos o negociaciones”.

Escuchando a Putin pareciera que está hablando un gran candidato al Premio Nobel de la Paz, no el genocida reclamado por la Corte Penal Internacional por graves crímenes contra la humanidad cometidos durante la invasión rusa de Ucrania. Estamos hablando del hombre que bombardea guarderías, edificios residenciales y centros comerciales. El hombre que amenaza con volar centrales nucleares y que destruye embalses para inundar comarcas enteras. El hombre que secuestra niños y los envía a Rusia para las familias pudientes. Menudo hombre de paz.

Millones de ucranianos sobreviven como pueden en ciudades como Kiev, donde muchos se esconden de los drones iraníes en las estaciones del Metro. Al igual que Netanyahu ha cercado Gaza, sometiendo a sus habitantes a los rigores de la falta de luz, de agua, de comida y medicinas, Putin no ha dudado en aplicar medidas similares contra localidades ucranianas donde la gente muere de frío porque el tirano les corta el suministro de gas. Y ahora sale con estas, dando lecciones de humanidad, de paz y de diálogo pacífico. Qué asco.

Lo que ha ocurrido en Ucrania es un desastre humanitario sin paliativos. Durante la invasión, las autoridades y fuerzas armadas rusas han cometido crímenes de guerra al llevar a cabo ataques deliberados contra objetivos civiles y ataques indiscriminados en áreas densamente pobladas. El ejército ruso expuso a la población civil a daños innecesarios y desproporcionados mediante el uso de bombas de racimo​ y disparando otras armas explosivas con efectos de área amplia como bombas, misiles, proyectiles de artillería pesada y cohetes de lanzamiento múltiple. A principios de julio de 2023, los ataques habían provocado la muerte documentada de entre 9.200 y 16.500 civiles. Desde el 24 de febrero de 2022 hasta el 30 de junio de 2023, la Comisión de Ayuda al Refugiado evaluó que el 90,5 por ciento de todas las muertes de civiles fueron causadas por armas explosivas con efectos de área amplia, y que el 84,2 por ciento de ellas se registraron en el territorio controlado por Ucrania. La guerra la han pagado sobre todo los civiles, al igual que está ocurriendo en el conflicto de la Franja de Gaza. Según fuentes de El País, en marzo de 2023 las fuerzas rusas disparaban a un ritmo de entre 600.000 y 1,8 millones de proyectiles al mes. El símbolo de la limpieza étnica ucraniana que quedará para la historia es la masacre de Bucha, un asesinato masivo de cientos de civiles en aquella ciudad. Cadáveres en fosas comunes, ejecutados con las manos atadas a la espalda, asesinados a quemarropa. Ejecuciones sumarias. Una de las mayores atrocidades cometidas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Pero ha habido más infiernos desatados por Putin. La masacre de Izium, por ejemplo. El 15 de septiembre de 2022, tras la liberación de dicha urbe por el ejército ucraniano en la contraofensiva de Járkov, fueron descubiertas varias fosas que contenían al menos 447 cuerpos, incluidos niños. O el bombardeo de un convoy en Kúpiansk, donde el Ejército ruso atacó a civiles inocentes que trataban de escapar de la guerra. Por no hablar de las cámaras de tortura de Jersón, donde decenas de personas fueron sometidas a prácticas constitutivas de crímenes contra la humanidad. Un médico que trató a víctimas de tortura en la región aseguró: “Algunos de los peores fueron marcas de quemaduras en los genitales, una herida de bala en la cabeza de una niña que fue violada y quemaduras con una plancha en la espalda y el estómago de un paciente. El paciente dijo que le conectaron dos cables de una batería de automóvil a su ingle y le dijeron que se parara sobre un trapo mojado”. Según The Washington Post, se han excavado 824 tumbas en el cementerio de Jersón.

​Las atrocidades han sido tantas y tan crueles que la Corte Penal Internacional (CPI) anunció que investigaría la invasión rusa a Ucrania, “abarcando cualquier denuncia pasada y presente de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad o genocidio cometidos en cualquier parte del territorio de Ucrania por parte de cualquier persona”. La consecuencia inmediata es que Putin no puede pisar suelo de ninguna democracia occidental sin miedo a ser detenido y puesto a disposición del tribunal de La Haya. Este es el señor que pide que se acabe el conflicto palestino cuanto antes.

Lo + leído