Cadena perpetua para el autor de la matanza de Christchurch

29 de Agosto de 2020
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El autor de los horribles atentados contra dos mezquitas de Christchurchel 15 de marzo del 2019 en Nueva Zelanda ha recibido un castigo ejemplar. El Tribunal Supremo de Christchurch ha condenado a Brenton Harrison Tarrant, de 29 años, a cadena perpetua. El joven supremacista, autor de los atentados, pasará el resto de su vida en prisión por unos crímenes que el juez encargado de la resolución, Camerón Mander, ha calificado como: “tan malvados que, aunque pases el resto de tu vida en prisión, no será suficiente para agotar el castigo y la denuncia que se merecen”. Uno de los momentos más emotivos del juicio ha sido cuando el juez ha leído los nombres de las 51 personas asesinadas por Tarrant. Poniendo de relieve todo el daño que es capaz de provocar uno solo de estos, mal llamados, lobos solitarios.

Mal llamados solitarios porque estos asesinos muestran de forma desinhibida cuáles son sus fuentes ideológicas de las que extraen odio y objetivos. En el caso de Tarrant su principal fuente de inspiración fue la obra El gran reemplazode Renaud Camus.

Dos maneras de ver el mundo

Renaud Camus tiene algo que ver en sus inicios con Albert Camus, más allá de compartir apellido tan literario. Ya que, el autor de El gran reemplazo fue militante en el Partido Socialista y activista LGTBI. Hasta ahí podría guardar una cierta sintonía con el autor de La peste. Pero las similitudes acaban ahí. Ya que mientras un Camus luchaba contra los fascistas el otro los ha acabado inspirando. Mientras que Albert Camus, nacido en Argel, lanzaba una llamada en 1956 al movimiento independentista argelino y al ejército de su amada Francia exigiéndoles un total respeto a la población civil. Mostrando una implicación en el conflicto fruto de su amor por Argelia y del respeto y el reconocimiento de una deuda hacia “una cultura y a una sensibilidad política y social indisolublemente unidas a Francia”. Renaud hace todo lo contrario. Escribe en 2012 El gran reemplazo, un manifiesto en el que defiende que la cultura francesa se ve amenazada por la cultura musulmana que quiere imponerse y dominar ideológicamente a Europa.

Distancia insuficiente

Renaud Camus es uno de tantos casos de intelectuales de izquierdas que se acaban radicalizando en una posición bien contraria a la que defendían en sus primeros años.

El escritor se ha distanciado de las acciones cometidas por el terrorista  Brenton Tarrant. Pero no lo suficiente, ya que manifiesta abiertamente su predilección por Marie le Pen y su defensa de “Francia para los franceses”. La doble moral de la extrema derecha consistente en condenar la violencia,  pero, al mismo tiempo, fomentar el odio y la discriminación representa un juego muy peligroso. Extrañamente, se utiliza al terrorismo fundamentalista islámico para criminalizar al islam, cuando la base del islam es la paz y la cooperación entre los seres humanos. Y no se utiliza el terrorismo supremacista para criminalizar a la ultraderecha. Cuya base es el odio, el conflicto y defender la superioridad de unos seres humanos sobre otros.

“Estercoleros multiculturales”

Un ejemplo de cómo opera la extrema derecha en fomentar la xenofobia se ha visto en España hace unos días con las declaraciones de la diputada de VOX, Rocío de Meer. Que ha llamado “estercoleros multiculturales” a los barrios obreros españoles para, acto seguido, justificarlo como una defensa del acoso que sufren las clases bajas. Esto supone un claro intento de atraer a su causa a los pobres que comparten recursos limitados con aquellos que vienen a ayudar a mantener el sistema y con aquellos que ya delinquían en sus países de origen y que aprovechando el trasvase de mano de obra, y gente desesperada, se apuntan en una huida hacia una tierra de supuesta bonanza. Arrastrando tras de sí, la mayoría de las veces, un pasado y una dinámica social que pesan demasiado como para escapar fácilmente  de los comportamientos delictivos y violentos.

Un punto de partida

Cada vez que hay una matanza como la de Christchurch habría que preguntarse si el odio que sustenta esos ataques lo ha creado nuestra sociedad. Muchas de las veces, por hacer correr contenidos xenófobos que representan el punto de partida para que alguien en algún lugar del mundo identifique la fuente de sus problemas y una posibilidad de acabar con ellos.

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