Estos días previos a la investidura de Donald Trump, se están celebrando en el Senado las sesiones en las que los nominados por el presidente electo a ocupar los más altos cargos de la futura administración tienen que demostrar su idoneidad.
El candidato de Trump para dirigir el Departamento de Defensa, Pete Hegseth, afirmó ante los senadores que es víctima de una conspiración, de una campaña de desprestigio coordinada contra él. El trumpismo y el populismo tiene estas cosas: llegas al poder a lomo de teorías conspirativas pero cualquier cuestionamiento es catalogado automáticamente como conspiración. Es aquello de «consejos vendo y para mí no tengo».
Hegseth, presentador de la cadena ultra Fox y veterano de las Fuerzas Armadas, ha sido acusado de acoso y agresión sexual a una mujer en el año 2017, además de alcoholismo o mala gestión económica. En la sesión del Senado, el candidato de Trump al Pentágono, se mostró desafiante y, como todos los populistas del mundo, culpó a los demás e incluyó esas acusaciones dentro de una conspiración y una campaña de desprestigio contra su persona.
Sin embargo, Hegseth ha sido un ejemplo de machismo y homofobia. En primer lugar, cuestionó abiertamente que las mujeres estuvieran capacitadas para participar en operaciones de combate. En segundo término, se posicionó en contra de que los militares homosexuales muestren abiertamente su orientación sexual. Además, calificó como «marxistas» los avances en igualdad dentro de las Fuerzas Armadas.
Este es el tipo que va a dirigir la estrategia militar de los Estados Unidos, ya que, aunque hubo senadores que se mostraban escépticos al nombramiento de Hegseth, tras la audiencia han dicho que le apoyarán.