El grupo terrorista ISIS, también conocido como Daesh, sigue representando una amenaza activa y en expansión en distintas partes del mundo. Así lo advirtió el subsecretario general de la ONU para la lucha contra el terrorismo, Vladimir Voronkov, en un informe presentado ayer ante el Consejo de Seguridad, en el que subrayó la capacidad de adaptación del grupo pese a los reveses sufridos en los últimos años.
Según el documento, África se ha convertido en el principal foco de actividad de Daesh. En el Sahel y África Occidental, sus filiales han consolidado posiciones y aumentado tanto el número de ataques como su producción propagandística, atrayendo a combatientes extranjeros, sobre todo de la región.
El informe detalla un resurgimiento en la zona del Gran Sáhara y advierte de la existencia de redes logísticas y de financiación que operan desde prisiones en Libia, con vínculos directos en el Sahel. Esta infraestructura subterránea garantiza al grupo una capacidad de regeneración rápida incluso tras la pérdida de líderes clave.
El documento también pone el foco en Somalia, donde Daesh lanzó un ataque a gran escala en Puntlandia, anticipando una contraofensiva militar. La respuesta de las fuerzas de seguridad dejó un saldo de 200 combatientes muertos y más de 150 detenidos. Aunque debilitada, la organización mantiene apoyo regional y redes que la sostienen como amenaza latente.
Oriente Medio: operaciones encubiertas y tensiones sectarias
En Iraq y Siria, Daesh continúa activa, sobre todo en la región desértica de Badia. Voronkov señaló que el grupo intenta aprovechar los vacíos de seguridad y la inestabilidad local para reorganizarse, recurriendo a operaciones encubiertas y a la incitación de tensiones sectarias.
En Siria, además, la advertencia más preocupante es la confirmación de que arsenales de armas han terminado en manos de células terroristas, un escenario que el Secretario General de la ONU ya había anticipado como riesgo.
Afganistán y Asia Central: la amenaza de ISIS-K
Otra rama de especial preocupación es la filial ISIS-Khorasan en Afganistán, considerada una de las más violentas y con mayor proyección regional.
Esta estructura, con base en el descontento hacia las autoridades de facto, ha perpetrado ataques contra civiles, minorías religiosas y extranjeros, consolidándose como una de las amenazas más graves para Asia Central.
Más allá de los liderazgos: la prevención como desafío global
Voronkov advirtió que centrarse únicamente en eliminar a los líderes de Daesh no ha resultado suficiente. La muerte de comandantes, como la del vicelíder del grupo en Iraq en marzo, apenas retrasa sus operaciones durante algunos meses.
“La experiencia demuestra que enfocarse únicamente en decapitar liderazgos no basta”, afirmó Voronkov, llamando a invertir más en la prevención del extremismo violento. Para la ONU, la clave está en atacar las raíces sociales, políticas y económicas que alimentan la radicalización.
El informe concluye que la amenaza persistente de Daesh confirma la urgencia de reforzar la cooperación internacional en materia de seguridad. Sin embargo, Voronkov recalcó que esta cooperación debe ser compatible con el derecho internacional, el respeto a los derechos humanos y un enfoque sensible al género.
La advertencia llega en un contexto de creciente inestabilidad en regiones clave, donde la capacidad de los Estados para contener la violencia se encuentra al límite. Y aunque los frentes activos de Daesh están lejos de Europa, África y Asia Central se perfilan como el nuevo tablero de un desafío que, pese a los reveses, demuestra que sigue vivo y adaptándose.