Expertos dudan de la información de la OIEA que descarta cualquier tipo de fuga radiactiva en las centrales iraníes atacadas por EE.UU.

"Un ataque contra las plantas nucleares del país puede provocar un accidente crítico e incluso una fusión nuclear", asegura un técnico estadounidense

23 de Junio de 2025
Actualizado a las 11:08h
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Bombarderos estadounidenses arrojaron la "superbomba" contra las plantas nucleares iraníes
Bombarderos estadounidenses arrojaron la "superbomba" contra las plantas nucleares iraníes

El Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) ha descartado niveles de radiación peligrosos en el exterior de las tres instalaciones nucleares atacadas por Estados Unidos en Irán, y confía en que no haya consecuencias para la salud ni el medio ambiente. Sin embargo, ningún gobierno occidental se fía, a esta hora, de esa información. Nadie en su sano juicio puede asegurar con rotundidad que el bombardeo norteamericano contra las plantas atómicas iraníes no ha provocado fuga alguna. Menos desde que sabemos que Washington ha utilizado las famosas “superbombas” de última generación, proyectiles que se incrustan en el subsuelo, alcanzando grandes profundidades, y que son capaces de generar pequeños movimientos sísmicos o terremotos, incluso con capacidad para destruir ciudades enteras.

En ese sentido, EE.UU. ha empleado por primera vez en la historia su poderosa bomba antibúnker GBU-57 de 13 toneladas. Un monstruo de la detonación. Cuesta trabajo creer que ese tipo de armamento utilizado en las últimas horas por los norteamericanos ha caído sobre plantas nucleares sin que se haya producido ningún tipo de escape radiactivo. Solo el movimiento de tierra que genera la superbomba puede resquebrajar las paredes y cimientos de las instalaciones o incluso alterar el funcionamiento del reactor. Por tanto, hay que coger la información de la OIEA con todas las reservas. “El armamento pesado lanzado por bombarderos como el B-2, si causa graves daños a la planta de enriquecimiento, puede provocar la fuga de gas hexafluoruro de uranio de las centrifugadoras”, afirmó Darrell Kimble, presidente de la Asociación Estadounidense de Control de Armas. “Un posible ataque al reactor de la central nuclear de Bushehr, ubicada en el suroeste de Irán, es una acción muy peligrosa porque la planta está activa y, de ser atacada, podría provocar un desastre grave, un accidente crítico e incluso una fusión nuclear”, explicó Kimble.

“Tras los ataques a tres instalaciones nucleares en Irán, incluida Fordó, el OIEA puede confirmar que, hasta el momento, no se ha registrado ningún aumento en los niveles de radiación fuera de las instalaciones”, asegura el organismo de control de la energía nuclear en un comunicado difundido en la red social X.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró este sábado que su país ha atacado “con gran éxito” las instalaciones nucleares de Fordó, Natanz e Isfahán. “No se han registrado indicios de contaminación”, afirmó la Casa Blanca.

En un comunicado posterior, el director general del OIEA, Rafael Grossi, anunció la convocatoria de una reunión extraordinaria de la Junta de Gobernadores de la agencia de la ONU para este lunes para abordar la situación en Irán tras los ataques. Esa urgencia ha sido interpretada en algunos medios como un temor a que se haya podido provocar alguna fuga en los reactores atacados.

Dada la situación cada vez más grave en términos de seguridad y protección nuclear, la Junta de Gobernadores se reunirá mañana en sesión extraordinaria”, señaló Grossi. El jefe del organismo añadió que, según la información recibida de las autoridades iraníes, “no se ha producido ningún aumento en los niveles de radiación fuera de las instalaciones nucleares atacadas, incluido el sitio de enriquecimiento de uranio de Fordó”. “Hasta el momento, no esperamos que haya consecuencias para la salud de las personas o para el medio ambiente fuera de los lugares atacados”, añadió.

Las plantas de enriquecimiento de uranio se utilizan para acumular suministros de un tipo particular (o isótopo) de uranio. “Cuando extraes uranio del suelo, viene en dos formas: el 99,3% es uranio-238 y el 0,7%, o aproximadamente un átomo entre 150, es uranio-235 y esto es lo que se necesita para trabajar en un reactor nuclear”, explica, según la BBC, el profesor Paddy Regan de la Universidad de Surrey y el Laboratorio Nacional de Física de Reino Unido. Teherán es una ciudad con más de diez millones de habitantes. Un incidente atómico podría provocar un caos y una crisis humanitaria como no se ha vivido desde la Segunda Guerra Mundial.

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