El papa Francisco desde el hospital: Hay que "desarmar las palabras, las mentes y la Tierra”

El pontífice hace un llamaiento urgente a la paz en tiempos de guerra, mientras el mundo sigue sumido en conflictos sangrientos

18 de Marzo de 2025
Actualizado el 19 de marzo
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Francisco desde el hospital: una llamada urgente a la paz en tiempos de guerra

Desde su cama en el hospital Gemelli de Roma, el papa Francisco ha lanzado un mensaje tan claro como contundente: hay que desarmar las palabras, desarmar las mentes y desarmar la Tierra. En una carta enviada al Corriere della Sera, el pontífice, hospitalizado desde hace más de un mes por una grave neumonía, ha hecho un llamamiento a la humanidad para reflexionar sobre el horror de la guerra y la responsabilidad de cada persona en el camino hacia la paz.

El mensaje de Francisco no es casual ni oportunista. Llega en un momento en el que el mundo está al borde del abismo, con guerras devastando países enteros y la diplomacia internacional mostrando su absoluta incapacidad para frenar la barbarie. Desde Ucrania hasta Gaza, pasando por Sudán o Yemen, los conflictos armados se han convertido en el pan de cada día, mientras millones de personas son desplazadas, asesinadas o condenadas a vivir en la miseria.

Una llamada a la responsabilidad

El papa, desde la fragilidad de su estado de salud, subraya en su misiva una verdad incómoda: “La fragilidad humana tiene el poder de hacernos más lúcidos respecto a lo que dura y a lo que pasa, a lo que nos hace vivir y a lo que mata”. Mientras los líderes políticos y militares justifican matanzas con discursos de odio y de poder, Francisco recuerda que las palabras pueden ser armas de destrucción masiva o herramientas de paz.

Su reflexión no es una simple crítica a la violencia bélica, sino también un dardo envenenado contra la manipulación del lenguaje en los medios y en la política. En su carta, Francisco advierte que las palabras no son inocuas: “Nunca son solo palabras: son hechos que construyen entornos humanos. Pueden conectar o dividir, servir a la verdad o hacer uso de ella”. En una era donde la desinformación y la polarización son la norma, el papa pone el foco en la necesidad de un periodismo y un discurso político que unan en lugar de separar.

La inutilidad de la guerra y la crisis de la diplomacia

Francisco es consciente de que la paz no es solo la ausencia de disparos, sino la construcción de un mundo basado en el respeto y la justicia. En este sentido, no duda en señalar la ineficacia de las instituciones internacionales: “Mientras la guerra solo devasta comunidades y medio ambiente, sin ofrecer soluciones a los conflictos, la diplomacia y las organizaciones internacionales necesitan nueva vida y credibilidad”.

La ONU, la Unión Europea y otros organismos han mostrado en los últimos años su impotencia para frenar la violencia. Las resoluciones se acumulan sin consecuencias, los discursos se repiten sin impacto real, y los vetos de las grandes potencias siguen paralizando cualquier intento de mediación efectiva. Frente a este panorama desolador, el papa reivindica el papel de las religiones para “reavivar el deseo de fraternidad y de justicia”. No desde el dogmatismo, sino desde la espiritualidad como un punto de encuentro para la reconciliación.

Un mensaje en medio de su propia batalla

A sus 88 años, Francisco ha atravesado momentos críticos desde su ingreso en el hospital el pasado 14 de febrero. La neumonía bilateral que padece lo ha llevado a una situación de extrema debilidad, en la que ha necesitado asistencia respiratoria y cuidados intensivos. Sin embargo, lejos de aislarse en su enfermedad, el pontífice sigue mostrando un compromiso inquebrantable con la realidad mundial.

A pesar de sus dificultades para hablar en público, ha concelebrado misa en su habitación del hospital y ha seguido de cerca los acontecimientos internacionales. Su carta al Corriere della Sera es una prueba de su deseo de seguir influyendo en el debate global, incluso desde una cama de hospital. La imagen del papa, debilitado pero lúcido, nos recuerda que el liderazgo moral no depende de la fuerza física, sino de la coherencia y la valentía para decir lo que otros callan.

¿Quién escucha el mensaje del papa?

El problema de fondo no es si Francisco tiene razón en su llamamiento, sino si alguien está dispuesto a escucharlo. Mientras el pontífice pide desarmar las palabras y las mentes, los gobiernos siguen fabricando armas y discursos de odio. Mientras aboga por la paz, las industrias de guerra celebran sus beneficios millonarios. Mientras reclama responsabilidad a la diplomacia, las potencias juegan a la geopolítica sin importarles el sufrimiento de los pueblos.

El papa ha hablado claro. Ahora, la pregunta es quién se atreverá a responder.

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