Gaza, la tierra de los cadáveres andantes

La mayoría de los niños están demacrados, débiles y corren un alto riesgo de morir si no reciben alimento y el tratamiento que necesitan, mientras que 6.000 camiones cargados de comida y suministros médicos permanecen retenidos en Jordania y Egipto

27 de Julio de 2025
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Un niño en Gaza busca en la basura objetos que puedan quemarse como combustible. Una imagen habitual que las ONG quieren evitar. | Foto: UNICEF/Mohammed Nateel
Un niño en Gaza busca en la basura objetos que puedan quemarse como combustible. Una imagen habitual que las ONG quieren evitar. | Foto: UNICEF/Mohammed Nateel 

En Gaza, los niños no lloran. Apenas pueden. Uno de cada cinco padece desnutrición aguda. Sus cuerpos, consumidos por la falta de alimento, ya no tienen energía para mostrar sufrimiento. La infancia en Gaza ha dejado de ser una etapa de juego y aprendizaje para convertirse en una lucha por sobrevivir. Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), más de un millón de niños se enfrentan a una hambruna progresiva que ya ha segado más de un centenar de vidas, la mayoría de ellas menores de edad.

“Las personas en Gaza no están vivas ni muertas, son cadáveres andantes”, resume Philippe Lazzarini, comisionado general de UNRWA, citando a uno de los trabajadores humanitarios en terreno. La frase, cruda y desesperada, refleja con precisión el estado de colapso total que atraviesa la Franja tras meses de guerra, asedio y bloqueo humanitario.

Hambre y derrumbe

Los datos recogidos por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) muestran una evolución alarmante de la desnutrición infantil: en la ciudad de Gaza, el 16% de los niños examinados en julio sufría desnutrición aguda grave, frente al 4% apenas cinco meses antes. En zonas como Khan Younis y Deir al Balah, la situación es igualmente crítica. Pero más allá de los porcentajes, la realidad se palpa en cada rostro demacrado, en cada niño sin fuerzas para sostener su cuerpo, en cada vida infantil condenada al deterioro cognitivo y físico irreversible.

Los trabajadores sanitarios, pieza clave del escaso sistema de ayuda que aún persiste en la Franja, apenas sobreviven con una comida al día. “A menudo, solo lentejas, si acaso”, denuncia Lazzarini. Algunos llegan a desmayarse mientras atienden a pacientes, lo que pone en jaque toda la estructura humanitaria. Familias enteras se colapsan emocional y físicamente, y los padres ya no tienen la fuerza para alimentar ni cuidar a sus hijos. “Su existencia está amenazada”, advierte el jefe de la UNRWA.

Ayuda bloqueada: 6.000 camiones esperando

A pesar de la urgencia, el flujo de ayuda humanitaria sigue entorpecido. Más de 6.000 camiones cargados de alimentos y suministros médicos esperan en Jordania y Egipto para poder entrar a Gaza. Están listos. No les faltan recursos, sino permisos. La ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han exigido acceso pleno, sin restricciones, para los convoyes humanitarios. “La paz es la mejor medicina”, afirmó Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS, al pedir un alto el fuego inmediato y una solución política al conflicto.

Sin embargo, mientras las negociaciones siguen sin resultado, el hambre avanza más rápido que la diplomacia.

Bombas, desplazamientos y adolescentes desaparecidos

A la emergencia alimentaria se suman los efectos devastadores de los constantes bombardeos. La ofensiva israelí continúa por aire, mar y tierra. Solo entre el 16 y el 23 de julio, 646 palestinos murieron y 3.438 resultaron heridos, según el Ministerio de Sanidad de Gaza. Desde el inicio de la guerra, el 7 de octubre de 2023, la cifra total supera ya los 59.000 muertos y más de 143.000 heridos.

Las órdenes de evacuación emitidas por el Ejército israelí siguen desplazando a miles de familias. Se ha instruido a la población para que abandone el oeste de Deir al Balah y se prohíbe regresar al norte de Gaza, considerado zona de combate activo. En medio del caos, algunos niños desaparecen. Según OCHA, al menos nueve familias han denunciado que sus hijos adolescentes no regresaron después de acudir a buscar comida a puntos de distribución militarizados. El Ejército israelí ha confirmado la detención de cinco de ellos, entre los 15 y 17 años. A cuatro se les ha negado acceso a un abogado, y se desconoce el paradero del resto.

Una generación marcada

La tragedia humanitaria de Gaza se ha convertido en una catástrofe intergeneracional. Más allá del presente de muerte y sufrimiento, el futuro también se desvanece. La desnutrición severa en edades tempranas tiene consecuencias irreversibles sobre el desarrollo físico, neurológico y emocional. “Los que sobreviven se enfrentan a un retraso cognitivo que alterará su vida para siempre”, alerta la ONU.

El conflicto ha convertido la Franja de Gaza en un lugar donde la infancia no tiene refugio, donde el alimento es un arma de guerra, y donde sobrevivir un día más ya es una victoria. En medio de la devastación, el llamado de la comunidad internacional resuena cada vez con mayor urgencia: Gaza necesita alimentos, medicinas, seguridad y, sobre todo, humanidad.

Porque sin infancia, no hay mañana. Y Gaza se está quedando sin ambos.

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