El impacto de la segunda oleada del coronavirus en España y la nefasta gestión de la epidemia está siendo objeto de numerosos artículos en la prensa internacional. Si hace unos días el New York Times se hacía hecho eco del rápido avance de la pandemia en nuestro país como consecuencia de las guerras políticas y la falta de planificación, en las últimas horas la prensa alemana recoge también la noticia. Los tabloides británicos se han sumado a ese carro, así como los de otros países en todo el mundo. Titulares como “España, el peor enfermo de coronavirus” aparecen en los cinco continentes y todo ello está dañando seriamente la imagen en el exterior del estado español.
En un reportaje llevado a cabo en Málaga, los reporteros del New YorkTimes escribían: “El domingo al mediodía había 31 pacientes en el centro principal de tratamiento de coronavirus, la ciudad con la tasa de infección más rápida en el sur de España. A las 12.15 llegó el 32 en una ambulancia. Media hora después llegó el 33”, relatan.
En el artículo, citan a España como “el presagio de la segunda ola”, tal como fuera Italia en Europa durante los primeros meses de la pandemia. A pesar del aumento registrado en otros países europeos como Alemania, Grecia, Francia o Italia, la prensa destaca por encima de todos la incidencia en España: 114 infecciones por cada 100.000 habitantes. “El virus se está propagando más rápidamente que en Estados Unidos, más del doble de rápido que en Francia, ocho veces la tasa de Italia y Gran Bretaña y diez la tasa de Alemania”.
El New York Times destaca el hecho de que, después de sufrir una de las cuarentenas más estrictas, se disfrutara de una de las “reaperturas más rápidas. El regreso de la vida nocturna y las actividades de grupo han contribuido al resurgimiento de la pandemia”. Aseguran que el caso de España “indica cómo podría ocurrir una segunda ola, cómo de fuerte podría ser y cómo podría ser contenida”. Antoni Trilla, epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona, consultado por el medio norteamericano, asegura que “muchos países pueden seguirnos, aunque espero que no a la misma velocidad o con el mismo número de casos al que nos estamos enfrentando”.
Destacan, también, y como afirma Fernando Simón en cada comparecencia, la bajada de la edad media de los contagios. “Han bajado de los 60 a los 37 años, los casos asintomáticos representan más del 50 por ciento, lo que se debe en parte a que las pruebas se han cuadruplicado”.
Otros motivos, señalan, es el regreso del turismo, el mando de las autonomías en materia sanitaria, la falta de viviendas adecuadas, la atención sanitaria a los inmigrantes y, también, el factor cultural. “La gente es cercana, les gusta conocerse”, asegura el ex director general de Salud Pública, Ildefonso Hernández.
Especial hincapié hacen en la vuelta del ocio nocturno, con “discotecas que abrían hasta las cinco de la mañana. A la gente sólo se le permitía bailar alrededor de una mesa sin mezclarse con extraños, aunque no siempre se cumplía”.
Incluso se hacen eco del incidente sucedido en una discoteca de Málaga, donde el miembro de un grupo musical lanzó alcohol al público directamente desde su boca. “Mientras las camas seguían llenándose en los hospitales, los residentes seguían abarrotando los bares de la playa hasta pasada la medianoche. A la hora del cierre, los bebedores se desparramaban por las playas, en su mayoría sin mascarillas y en grupos de más de 20 personas, más de lo permitido”.
Algunos de ellos, destacan, jóvenes que decían haberse recuperado y que se consideraban inmunes. “No creo que el covid sea real. Bueno, sí es real, pero no es tan grave como dicen. Es un plan para matar a los pobres y aumentar a los ricos”.
Otros de los grandes problemas a los que se ha expuesto España ha sido el brote asociado a temporeros. “Al estar impedidos de buscar ayudas al desempleo y carecer de contratos formales, los inmigrantes indocumentados no pueden estar de baja si están enfermos. Tampoco pueden permitirse el tipo de hogar que les permita aislarse fácilmente”, relatan. “Si tengo que ponerme en cuarentena, entonces no puedo trabajar, y si no puedo trabajar, entonces no tengo dinero”, aseguró una limpiadora colombiana de 50 años.