La política de disuasión en la frontera están aumentando el número de muertes y desapariciones entre personas que migran a Estados Unidos, señalaron Human Rights Watch y el Centro Colibrí para los Derechos Humanos en una publicación web que se presentó hoy. La publicación web “‘No quedan más que huesos’: Treinta años de disuasión letal en la frontera entre EE. UU. y México” relata las historias de nueve personas que murieron o desaparecieron mientras intentaban cruzar la frontera sur de EE. UU., así como los testimonios de familiares sobrevivientes.
La Patrulla Fronteriza de EE. UU. ha reportado alrededor de 10.000 muertes desde 1994, cuando se implementaron por primera vez la política de Prevención Mediante Disuasión; sin embargo, organizaciones locales de derechos en la frontera creen que el número podría ser de hasta 80.000, en tanto que hay miles más de personas desaparecidas. Las personas que murieron son, en su mayoría, personas indígenas, morenas y negras.
“El número de muertes es impactante, pero cada muerte representa un ser humano, una familia, una comunidad”, manifestó Ari Sawyer, quien investiga temas relacionados con la frontera estadounidense para Human Rights Watch. “El gobierno de EE. UU. debería poner fin a la política letal de disuasión fronteriza y aprobar políticas que protejan la vida humana”.
La Prevención Mediante Disuasión y sus derivados son un conjunto de políticas cuyo propósito expreso es obligar a las personas que migran de manera irregular a adentrarse en “terreno hostil” y hacer que el cruce de la frontera sur de EE. UU. sea tan peligroso que desistan incluso de intentarlo. Las políticas han dirigido deliberadamente a migrantes hacia cruces donde existen condiciones que implican riesgo para la vida. Las medidas de disuasión incluyen políticas inmigratorias punitivas e infraestructura peligrosa, como muros fronterizos, alambre de púas, soldados armados, tecnología de vigilancia y, en Texas, boyas fluviales equipadas con hojas de sierra y otro tipo de infraestructura.
Al ser devueltas a México, las personas migrantes se convierten en blanco sistemático de secuestros y violencia por parte de organizaciones delictivas y funcionarios públicos corruptos, pero son muy pocas las instancias en las que se resuelven las denuncias de personas ausentes, y siguen sin identificarse los restos humanos de migrantes que se encuentran en fosas comunes localizadas.
Ex funcionarios de la Patrulla Fronteriza que presenciaron la implementación inicial de la política de Prevención Mediante Disuasión indicaron a Human Rights Watch que el número de personas que hallaron muertas aumentó en forma súbita cuando el gobierno de Estados Unidos empezó a dirigir a migrantes hacia cruces más peligrosos. Como era esperable, la persistencia de las medidas de disuasión fronteriza ha causado un aumento del número de muertes en las zonas de frontera entre EE. UU. y México.
En las últimas tres décadas, la Prevención Mediante Disuasión y sus derivados han demostrado ser ineficaces para reducir la migración y resultan perjudiciales tanto para migrantes como para agentes de la Patrulla Fronteriza. Algunos agentes señalaron que verse obligados a aplicar políticas de disuasión que son incompatibles con sus valores ha contribuido a que haya índices récord de suicidios entre miembros de la Patrulla Fronteriza.
El ex presidente Donald Trump y el actual presidente Joe Biden han utilizado la disuasión para actuar contra solicitantes de asilo. El gobierno de Biden, en colaboración directa con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, ha bloqueado la posibilidad de asilo en los puertos de ingreso y ha expulsado a México a muchos migrantes no mexicanos. Las muertes y desapariciones documentadas han alcanzado máximos históricos durante el mandato de Biden.
Los relatos en la publicación web reflejan las distintas experiencias de una variedad de personas, y muestran los impactos profundamente personales y nocivos que las políticas de disuasión tienen en las familias. Algunos de los relatos muestran cómo las familias sufren a causa del padecimiento incesante de no saber qué le ocurrió a un ser querido.
Uno de los casos es el de una mujer de 19 años que murió mientras cruzaba la frontera entre EE. UU. y México con la esperanza de reunirse con sus tías y ganar dinero que enviaría a casa a sus padres, ambos con enfermedades crónicas. Aunque sus tías tienen residencia legal permanente en Estados Unidos, ese estatus no les permitió patrocinar a su sobrina, con quien tenían un vínculo muy estrecho.
“¿Cómo es posible que luego de esperarla con tanto amor, yo haya venido a verla por última vez y que de ella no quedan más que huesos?”, manifestó la tía cuando finalmente se halló el cuerpo de su sobrina.
El gobierno de EE. UU. tiene la responsabilidad de preservar el derecho a la vida cuando toma decisiones en materia de política fronteriza y migratoria. Estados Unidos debería poner fin a las políticas letales de disuasión en la frontera, ampliar las vías seguras y legales para migrar y apoyar los esfuerzos de Colibrí para recolectar ADN e identificar restos humanos.
“Nadie debería perder la vida solo por buscar reunirse con su familia, conseguir un trabajo mejor o huir de contextos de persecución”, explicó Sawyer. “La administración Biden debería revertir el rumbo y crear una frontera humana en la que se respeten los derechos”.