La crisis humanitaria de Afganistán no puede abordarse de manera efectiva a menos que Estados Unidos y otros gobiernos occidentales eliminen las restricciones al sector bancario del país para facilitar la actividad económica legítima y la ayuda humanitaria.
Tras la victoria talibán de hace un año fueron revocadas las credenciales del Banco Central de Afganistán. Esto está provocando una grave crisis de hambre y salud en el país.
A pesar de las acciones de Estados Unidos y otros para autorizar transacciones bancarias con entidades afganas, el Banco Central de Afganistán sigue sin poder acceder a sus reservas de divisas ni procesar o recibir la mayoría de las transacciones internacionales.
Por ello, el país continúa sufriendo una importante crisis de liquidez y falta de billetes. Las empresas, los grupos humanitarios y los bancos privados siguen sufriendo amplias restricciones en sus capacidades operativas. Al mismo tiempo, debido a que los donantes externos han recortado severamente los fondos para apoyar la salud, la educación y otros sectores esenciales de Afganistán, millones de afganos han perdido sus ingresos.
La desnutrición aguda está arraigada en todo Afganistán, a pesar de que los alimentos y los suministros básicos están disponibles en los mercados de todo el país. La gente no tiene nada para comer y los niños se mueren de hambre. La situación es grave, especialmente en las zonas rurales, donde hay familias que han visto morir a sus hijos menores en apenas semanas.
Más del 90% de los afganos han sufrido algún tipo de inseguridad alimentaria desde agosto pasado. La crisis económica de Afganistán fue causado, en parte, por el colapso de los ingresos de la mayoría de las familias tras la toma del poder por parte de los talibanes y las decisiones de los donantes extranjeros de suspender el apoyo presupuestario externo para numerosos sectores gubernamentales, humanitarios y de desarrollo, incluida la educación y la salud.
Las decisiones de Estados Unidos y el Banco Mundial de restringir el sector bancario de Afganistán han amplificado significativamente la crisis al obstaculizar la mayoría de las actividades económicas legítimas, incluidos los esfuerzos humanitarios.
El Banco Central de Afganistán no puede llevar a cabo funciones bancarias centrales básicas, incluida la celebración de subastas de divisas, la importación de billetes y el procesamiento o liquidación de transacciones comerciales y humanitarias legítimas. Debido a estas incapacidades, incluso las actividades económicas básicas siguen estando severamente restringidas.
Esto está llevando la situación a que millones de afganos hambrientos contemplen la comida en el mercado pero no pueden comprarla.
Para empeorar las cosas, la crisis económica de Afganistán está ocurriendo a medida que la inflación ha provocado un incremento de más del 50% para artículos domésticos básicos desde julio de 2021.
Según datos del Banco Mundial, los precios de alimentos básicos como el arroz y el trigo casi se han duplicado en los últimos dos meses. Al mismo tiempo, los precios de los materiales agrícolas como los fertilizantes y el combustible se han duplicado y escasean, lo que significa que la producción nacional de alimentos de Afganistán disminuirá en 2022.
La situación humanitaria de Afganistán hubiera sido aún peor si las Naciones Unidas y otros agentes de ayuda no hubiesen aumentado sustancialmente sus operaciones en 2022. La asistencia humanitaria ya cubre al 38% de la población total de Afganistán en el período actual. En ausencia de tal asistencia, la magnitud y la gravedad de las necesidades serían dramáticamente mayores.
Las autoridades talibanes han afirmado que están preparadas para aceptar la supervisión independiente del banco central por parte de auditores externos, una demanda clave de Estados Unidos y el Banco Mundial. Sin embargo, continúan rechazando las demandas clave de los gobiernos para destituir a los funcionarios sancionados del liderazgo del supervisor bancario y revertir su posición de negar la educación secundaria a niñas y mujeres.