Tras la declaraciones del líder autócrata húngaro, Viktor Orban, en las que comparó la reforma migratoria planteada en la Cumbre de Granada con una violación, se esperaba que Hungría, junto con su socio ultra, Polonia, que estuvo representada por su primer ministro Mateusz Morawiecki, vetaran cualquier resolución o acuerdo en materia migratoria. Y así ha sido.
El pasado miércoles se aprobó un reglamento para situaciones de emergencia. En la UE sigue existiendo el consenso de reforzar las fronteras y de alcanzar a acuerdos de colaboración con los países de origen de la migración ilegal. Donde no lo hay es en el reparto de esos migrantes que llegan, sobre todo, a España, Italia y Grecia.
Los ultras húngaros y polacos se niegan a cualquier acuerdo en este sentido. Ambos países se oponen, según han afirmado en diferentes ocasiones, a seguir el dictado de Bruselas y Berlín.
Aunque la inmigración ha quedado fuera de la Declaración de Granada, una cumbre informal, por lo que no se adopta ningún acuerdo vinculante, los líderes de las potencias democráticas siguen afirmando que, respecto al pacto migratorio, se va a seguir avanzando a través de mayorías cualificadas.
A pesar de haberse quedado fuera por el veto de Hungría y Polonia, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha incluido el párrafo eliminado en una declaración: "La migración es un reto europeo que requiere una respuesta europea. La migración irregular debe abordarse de inmediato y de manera decidida. No permitiremos que los traficantes decidan quién entra en la UE. Seguiremos aplicando de manera eficaz y rápida todas nuestras decisiones. Aplicaremos un enfoque global de la migración que combine una mayor acción exterior, asociaciones globales mutuamente beneficiosas con los países de origen y tránsito, abordando las causas profundas de la migración, las oportunidades de migración legal, una protección más eficaz de las fronteras exteriores de la UE, la lucha resuelta contra la delincuencia organizada, la trata de seres humanos y el tráfico ilícito de seres humanos, la instrumentalización de la migración como una amenaza híbrida, la intensificación de los retornos, y aspectos internos, de conformidad con el Derecho internacional, los principios y valores de la UE y la protección de los derechos fundamentales."
Será en la cumbre formal, que se celebrará en Bruselas a finales de octubre, cuando se trate de manera vinculante la reforma migratoria. Entonces, los ultras autócratas húngaros y polacos tendrán voz, pero ninguna fuerza, a la hora de imponer sus ideas nacionalistas.