Los talibanes han cimentado un régimen de terror en las narices de Biden y la comunidad internacional

12 de Agosto de 2022
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Afganistán: los talibanes toman el Palacio Presidencial.

Los talibanes han incumplido la gran mayoría de sus promesas de respetar los derechos humanos y los derechos de las mujeres desde que tomaron el control de Afganistán hace un año. 

Tras la toma de Kabul el 15 de agosto de 2021, las autoridades talibanas impusieron severas restricciones a los derechos de las mujeres y las niñas, reprimieron los medios de comunicación y detuvieron arbitrariamente, torturaron y ejecutaron sumariamente a críticos, opositores y trabajadores que colaboraron con los países occidentales, entre otros abusos.

Las violaciones de los derechos humanos de los talibanes han provocado una condena generalizada y han puesto en peligro los esfuerzos internacionales para abordar la grave situación humanitaria del país. 

La economía se ha derrumbado, en gran parte porque los gobiernos han recortado la ayuda exterior y restringido las transacciones económicas internacionales. Más del 90% de los afganos han estado en situación de inseguridad alimentaria durante casi un año, lo que ha provocado que millones de niños sufran desnutrición aguda y amenace con graves problemas de salud a largo plazo.

El pueblo afgano está viviendo una pesadilla de derechos humanos, víctima tanto de la crueldad de los talibanes como de la apatía internacional. El futuro de Afganistán seguirá siendo sombrío a menos que los gobiernos extranjeros se involucren más activamente con las autoridades talibanes mientras las presionan enérgicamente sobre su historial de derechos.

Las mujeres, las principales víctimas

Desde que tomaron el poder hace un año, los talibanes han impuesto reglas que impiden de manera integral que las mujeres y las niñas ejerzan sus derechos más fundamentales a la expresión, la libre circulación, la educación y que afectan sus otros derechos básicos a la vida, el sustento, la atención médica, la alimentación y el agua. 

Entre otras cosas, han prohibido a las mujeres viajar o acudir a su lugar de trabajo sin que las acompañe un miembro masculino de la familia (requisito imposible para casi todas las familias) y les han impedido acceder a muchos empleos. Por otro lado, los talibanes han negado a casi todas las niñas el acceso a la escuela secundaria.

El horrendo historial de violaciones de derechos humanos de los talibanes y su falta de voluntad para comprometerse de manera significativa con las instituciones financieras internacionales han aumentado su aislamiento. 

Distintas ONG están reclamando que las potencias occidentales deberían aliviar las restricciones sobre el sector bancario del país para facilitar la actividad económica legítima y la ayuda humanitaria, pero los talibanes también deben reducir los abusos contra los derechos y hacer que los responsables de las violaciones rindan cuentas.

Muchos gobiernos han denunciado o criticado la decisión de los talibanes de restringir la educación de las niñas, incluido todo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y casi todos los miembros del G7 y el G20. 

Afganistán, el país del hambre

El hambre aguda es generalizada en Afganistán, a pesar de que los alimentos y los suministros básicos están disponibles en los mercados de todo el país. Según el sistema de evaluación del Programa Mundial de Alimentos (PMA), casi 20 millones de personas, la mitad de la población, sufren niveles de inseguridad alimentaria de nivel 3 de crisis o de nivel 4 de emergencia. 

Más de un millón de niños menores de 5 años, especialmente en riesgo de morir cuando se les priva de alimentos, sufren de desnutrición aguda prolongada. El PMA informó en junio que decenas de miles de personas en la provincia de Ghor habían caído en el nivel 5 de inseguridad alimentaria aguda catastrófica, la antesala de la hambruna severa.

En general, los afganos han estado sufriendo algún tipo de inseguridad alimentaria desde agosto pasado, saltándose comidas o recurriendo a mecanismos de supervivencia extremos para pagar la comida. Muchas familias, para poder comer, se han visto obligadas a enviar a los niños a trabajar.

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