¿No o sí? Cumbre de paz en Suiza

18 de Junio de 2024
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Abinader Zelenski

El pasado fin de semana se celebró en el balneario suizo de Bürgenstock una cumbre de paz que supuso un fracaso, dado que el evento nació viciado desde el principio. No se puede convocar una cumbre internacional para buscar la paz en un conflicto bélico sin la presencia de uno de los dos contendientes y en Suiza no estaba Rusia ni una potencia económica como China.

Además, de los cien países que participaron en el evento, sólo ochenta y cuatro firmaron el comunicado conjunto final.

En realidad, la única beneficiada fue Ucrania porque recibió toda la atención mediática internacional y logró más apoyo de sus aliados occidentales.

Cuando se trata de conflictos tan complejos hay que tener en cuenta que no pueden resolverse en una reunión puntual. Lo habitual y lógico es que sean necesarios dar más pasos previos y posteriores, como las reuniones de seguimiento a nivel técnico y ministerial. Además, el propio presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, anunció que hay interés en una nueva conferencia de seguimiento.

Lo único cierto es que la paz no está más cerca que antes de la celebración de una cumbre que no fue de paz. Se produjo un enorme error de comunicación cuando se le dio el tratamiento de «cumbre de paz» ya que, desde el primer momento, se sabía que no se iba a obtener un fin de las hostilidades.

Además, después de la conferencia de Bürgenstock, el consenso entre Rusia y Ucrania sigue igual de lejano que antes de la cumbre. Hay quien defiende que la paz se logra sólo en una mesa de negociación. No obstante, en un conflicto como el de Ucrania hay que pasar primero por el campo de batalla para poder llegar a esa mesa de negociación porque, precisamente, es el escenario bélico donde se generan las condiciones para alcanzar consensos. Actualmente, tras cerca de dos años y medio de guerra, los frentes están bloqueados. No hay apenas avances ni en un lado ni en el otro, salvo movimientos y pequeñas ofensivas que no modifican en modo alguno el teatro bélico.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que las guerras no se terminan como una bombilla que se apaga y se enciende con un interruptor. A veces se enfrían. Otras veces se congelan, pero el estado de guerra persiste y en este conflicto entre Rusia y Ucrania se dan muchos diagnósticos políticos sin tener en cuenta los militares. Así se ha dado en Oriente Medio y las consecuencias siguen latentes.

Antes de la cumbre en Suiza, el presidente ruso, Vladimir Putin, formuló sus exigencias para iniciar conversaciones de paz con Ucrania: la cesión del este de Ucrania y la determinación de la política ucraniana por parte de Moscú; en otras palabras, nada menos que la capitulación de facto de Ucrania. Kiev siempre ha descartado esa paz dictada. Esta situación no ha cambiado tras la cumbre suiza de Bürgenstock.

En el comunicado conjunto firmado en la cumbre se señala como una de las condiciones para la paz el restablecimiento de la integridad territorial de Ucrania, la retirada de las tropas rusas de suelo ucraniano y la restauración de las fronteras de Ucrania con Rusia previas a la guerra. En consecuencia, se trata de unas condiciones que Vladimir Putin nunca aceptará.

Oportunidad diplomática para República Dominicana

La participación del presidente Luis Abinader en la cumbre resaltó el impacto de la guerra de Ucrania sobre la economía, al afirmar que el conflicto ha afectado la seguridad alimentaria de la población.

Para Abinader la seguridad alimentaria es un derecho de ciudadanía y asegurar el acceso a los alimentos es una necesidad, no sólo para las ciudadanías más vulnerables en países con condiciones económicas muy precarias, sino también para aquellos países pequeños e insulares, como es el caso de República Dominicana.

El presidente dominicano también dejó claro que desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, República Dominicana ha expresado la preocupación tanto por la pérdida de vidas humanas, como por la precaria situación en materia de seguridad alimentaria provocada por el daño causado a las instalaciones de producción y almacenamiento de cereales en Ucrania, lo que ha provocado un incremento de los precios de estos productos básicos para la economía dominicana, así como de los hidrocarburos.

«Finalmente, no puedo dejar de mencionar, por su importancia para la economía dominicana, que la guerra también afectó el turismo dominicano al eliminar a los visitantes rusos, el segundo país emisor de turistas en ese momento a República Dominicana, así como los ucranianos», dijo Abinader.

Una vez más se ha demostrado cómo Luis Abinader ha utilizado una cumbre de alto nivel diplomático para luchar por el pueblo dominicano que, en el caso de la guerra de Ucrania, se ha visto afectado en muchos ámbitos que la oposición pretendió utilizar durante la campaña electoral. Así les fue.

El fracaso de esta cumbre supone una oportunidad para República Dominicana, dado que se abre la puerta para que el país se postule para ser anfitrión de una gran cumbre mundial por la paz en la que se encuentren tanto Rusia como Ucrania y en la que buscar una solución real, y no solo de parte, para un conflicto bélico.

República Dominicana tiene capacidad demostrada para la organización de este tipo de cumbres. Ya lo demostró con la Cumbre Iberoamericana, por esa razón los distintos canales diplomáticos dominicanos tienen que aprovechar esta oportunidad y trabajar con los gobiernos de todos los países implicados para congregarles y convertir el liderazgo regional en liderazgo mundial.

Por otro lado, una cumbre de este tipo servirá también para acometer otros asuntos como la crisis con Haití y conseguir frenar el ataque que está sufriendo tanto República Dominicana como su presidente desde diferentes ámbitos de poder que no tienen interés en resolver el conflicto en Haití. El presidente está siendo atacado por organizaciones de derechos humanos sin razón ni conocimiento.  Es hora de acabar con ello y que tanto el presidente Abinader como el pueblo dominicano sean los garantes de la paz.

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