Los ministros de Asuntos Exteriores de Italia y de Suiza acaban de acordar trabajar juntos para sentar las bases de una segunda "cumbre de paz de Ucrania", donde se ha de inlcluir a Rusia, según la declaración conjunta que publicaron ayer lunes en las páginas oficiales de los Ministerios de Asuntos Exteriores de ambos países.
La gran ausente en la primera cumbre fue, precisamente Rusia, que no fue invitada, a pesar de haber manifestado abiertamente estar dispuesta a acudir y plantear su propuesta de resolución del conflicto. Pero Ucrania insistió en no invitarle, hecho que supuso la ausencia de otras potencias de gran peso internacional, que consideraron precisamente que sin Rusia, la paz no será alcanzable.
Fue a continuación cuando Zelenskiy reconsideró su postura y planteó abiertamente la invitación a Rusia en una segunda cumbre que no debería hacerse esperar, aludiendo a las bajas que se estaban produciendo. Unas declaraciones que iban de la mano con la renuncia de Biden a la carrera presidencial, el inicio de la nueva legislatura en la Unión Europea, y un aumento de las tensiones en Oriente Próximo que hacen peligrar el apoyo hasta ahora realizado hacia Ucrania.
Rusia se maniiestó positivamente a la invitación, suponiendo esto un punto de inflexión y también un giro de guión en los discursos de los líderes internacionales, que, ya sí, apostaban por dialogar con Rusia. Algo que hasta ahora, se había criminalizado como por ejemplo en los casos en los que Orbán, primer ministro de Hungría, había apostado por ello.
Todo parecía avanzar hacia la celebración de la segunda cumbre de paz, donde por fin, ambas partes se sentarían a negociar el fin del conflicto bajo la mirada internacional. Sin embargo, en las últimas horas, se han producido unos hechos que han supuesto la reacción inmediata de Rusia, quien a través de Putin, ha manifestado que los avances hacia la conversación en la cumbre de paz, se habrían esfumado.
Y es que, la incursión de tropas ucranianas en la región fronteriza con rusia de Kursk, han supuesto una línea roja, por suponer el ataque a civiles de manera indiscriminada, al tiempo que, según ha denunciado el Kremlin, se ha puesto en peligro la seguridad de la central nuclear de Zaporitya. Un ataque que según Moscú habría sido producido desde Kiev utilizando drones, y que en sentido contrario, desde Ucrania, consideran que ha sido Moscú la que ha generado el incendio usando neumáticos en la base de la chimenea de la nuclear. Ambos hechos acusatorios, han sido supuestamente desmentidos por la OIEA en su primera investigación, puesto que según los medios occidentales, habría negado la existencia de drones; y según los medios rusos, habría negado la existencia de los neumáticos en la base de la chimenea.
Por su parte, desde Berlín, denuncian que Kiev no informó a sus aliados sobre la inminente incursión en Kursk. El portavoz del gobierno almeán, Buchner, sin embargo, se ha negado a condenar el ataque.
"Hay información contradictoria y a veces deliberadamente distorsionada sobre la operación, que aparentemente se preparó de forma muy secreta y sin retroalimentación", dijo Buchner en una rueda de prensa.
No condenó ni evaluó la situación , limitándose a decir que “hasta ahora todo parece una operación limitada en el espacio”, pero señaló que los detalles aún no estaban claros y, por lo tanto, “sería imprudente hacer una declaración pública”.
La incursión de Kiev en la región de Kursk, que se inició el 6 de agosto, es su mayor ataque contra territorio ruso desde el estallido de las hostilidades en febrero de 2022. El ejército ruso informó anteriormente que el avance de las fuerzas de Kiev en el territorio del país se ha detenido, según señala RT.