¿Puede haber una insurrección popular contra el gobierno de Maduro?

04 de Mayo de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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El golpe deopinión  favorable que logró Maduro algestionar efectivamente los comienzos de la pandemia se está erosionandorápidamente. La sobrexposición del virus como modo de bajar la tensión ante lacrisis terminal de la gasolina, va dejando de tener dominio en el sentidocomún. La situación económica ha vuelto a los peores años de la crisis en 2017y 2018. La demanda popular de la normalización de actividades, para superar elbajón económico que ha recordado el flagelo del hambre, se estáconvirtiendo  en un catalizador delmalestar. Y lo peor, es que ahora sí, después de 2 meses, el Covid 19 comienzaa ser una amenaza tangible contra el pueblo debido a la vuelta masiva devenezolanos desde muchos de los países azotados por la pandemia como Ecuador,Perú y Brasil. El principal ingreso económico del venezolano popular, la remesa,está severamente debilitado hasta que vuelva la cotidianidad en esos países. Endefinitiva, no solo Trump y Bolsonaro están en aprietos. El gobierno venezolanoparece haber entrado en un campo minado que puede explotar incluso sinnecesidad de una intervención militar de Estados Unidos que ahora puede parecermás lejana. Claro, hay que recordar antes de comenzar el análisis y estableceruna operación matemática simple, que Maduro ha sabido desactivar otros camposminados difíciles por donde ha atravesado hacia aliviaderos temporales. Aunqueahora se suman nuevos elementos de complejidad. ¿Serán estos suficientes paragenerar un cambio  definitivo en lacorrelación de fuerzas y derrocar al gobierno de Maduro?

En pocos días,durante la tercera semana de abril,  seobtuvieron muestras tangibles de protestas en diversos lugares de la geografíanacional como Upata (suroriente) Cumaná y Margarita ( Oriente), Maracaibo yBarquisimeto (occidente) y Valles del Tuy (centro norte). El aumento del costode los alimentos parece ser el principal factor. Por las redes sociales pudimosobservar saqueos, enfrentamientos con policías y militares, heridos de bala,situaciones tumultuarias y hasta marchas. Todo ello en plenas restriccionesdebido a la pandemia.

Ante una situacióneconómica que se agrava, con un salario mínimo que acaban de aumentar a 4$ y laagudización de la crisis de la gasolina podríamos suponer que Venezuela vive unabomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento y ante la agudización  de los problemas podríamos suponer que existenreales probabilidades que en poco tiempo ocurra un estallido social de impacto.

No obstante, esteescenario no es el único. E incluso, uno que se aproxime no seríanecesariamente suficiente como para lograr la definitiva desestabilización delgobierno y un consecuente cambio de régimen.  

Veamos

El problema de la gasolina

Cuando lapandemia comenzaba a latiguear a Estados Unidos, Trump decidió radicalizar lassanciones contra Venezuela, acentuó el bloqueo, ofreció dinero por la cabeza deMaduro y otros funcionarios e incluso movilizó una flota militar hacia el marCaribe para “combatir el narcotráfico”. La petrolera rusa Rosneft terminó desalir de Venezuela lo que implicó un duro golpe al gobierno debido a que la empresarusa ayudaba  a la petrolera venezolana (PDVSA)a triangular pedidos y facturación para sortear los obstáculos financieros delbloqueo que le impiden a Venezuela comprar gasolina o los materiales necesariospara convertir el petróleo en combustible.

La situación queya era crítica en muchas regiones del país, se generalizó, y la escases decombustible arropó la capital y vastos sectores se paralizaron. Apenas alcanzabapara transportar parte de los alimentos y algún transporte público, a mediamáquina debido a la cuarentena social.  Venezuela es fuertemente dependiente de lagasolina pues nunca desarrolló un sistema ferroviario y requiere de camionespara transportar comida y enseres básicos.

Pero lo de lagasolina no es el único agravante de la crisis. Desde que en 2016 comenzó lamigración de venezolanos de todas las clases sociales, la remesa comenzó apermitir un solapamiento de la crisis económica familiar, especialmente ensectores de menores recursos cuyos familiares fueron a Perú, Chile, Ecuador yColombia. Según algunos medios cercanos al gobierno, las remesas se ubicabancomo principal ingreso no petrolero , y algunos esperaban que el monto parael 2020 ascendiera a los 6 mil millones de dólares. Este nuevo ingreso seirriga por todo el tejido social e independizó a las familias más pobres de losingresos del Estado quien se mantuvo durante décadas como el principalempleador. Una vez cumplidos los protocolos de la cuarentena en estos países,los venezolanos han sido el eslabón más débil de la cadena y muchos han sidoexpulsados de sus hogares, botados del trabajo o han dejado de percibir recursoslo que disminuye su capacidad para enviar remesas a Venezuela.

Por su puesto, laimpresionante baja de los precios petroleros va a tener un impacto tremendo enla economía venezolana y seguramente al Estado se le acentúen los problemas deliquidez lo que puede ocasionar un colapso en la política alimentaria quedesarrolla el gobierno y de la que viven los sectores más empobrecidos.

En medio de estosfactores explosivos, la pandemia fue una excelente oportunidad para que Madurocomprobara que poseía gobernabilidad en contraposición a un Guaidó que nuncasupo cómo enfrentar la coyuntura puesto estaba obligado, después de susencuentros con Trump y otros mandatarios en enero y febrero, a simular supresidencia aunque no contara con ningún medio para hacerla efectiva. A diferenciade cualquier jefe de oposición que reclama, critica y exige determinadas medidas,Guaidó lanzaba decretos que lucían poco creíbles y el lugar de un jefe opositorque pueda generar una estrategia para aglutinar el malestar y avanzar hacia latoma del poder político, permanece vacío.

Maduro entoncesjugó a sobrexponer el tema del coronavirus aprovechando la alarma mundial, peroen unas cuatro semanas la gente, atropellada por la situación económica,comenzó a reaccionar  de diversas manerascontra la situación económica que por los momentos afecta mucho más que lapandemia. Los muertos por el virus, al 28 de abril, apenas llegan a diez,  casi todos vinculados a clases medias y altasque lo contrajeron durante viajes vacacionales por Europa. En fin de cuentas elcoronavirus es hasta ahora un tema mediático, mientras el hambre ya es real.  Se recuerdan otras epidemias como Chiquingunyao Dengue del que nunca se publicitaron cifras ni estadísticas de su impacto,pero que fue directamente sufrido por amplios sectores populares y que sesuperaron sin estas medidas radicales.

Pero todavíapuede haber algo peor, porque el coronavirus ha comenzado a ser una amenazareal después del regreso masivo de venezolanos que vienen justo desde losepicentros de la pandemia en la región: Brasil, Ecuador y Perú. Si bien elgobierno ha activado importantes protocolos de cuarentena para neutralizar laamenaza, la larga frontera y la cantidad de cruces  ilegales puede hacer sembrar el virus, en momentosen los que la población pide flexibilizar las medidas y reabrir la economía, algoque ya ha comenzado a ocurrir de manera oficial como la apertura a la calle deniños y ancianos una vez a la semana, y oficiosa como la no represión haciaalgunos sectores laborales.

Jugados todos los numeritos

Jugados todos esonumeritos para la gran rifa del estallido la pregunta es cuándo podría darse lainsurrección final contra el gobierno. Pero la verdad es que todavía no pareceque esto ocurra al menos de manera coordinada y con un sentido político. Porahora las protestas y saqueos están apareciendo de manera descoordinada, sinplanificación central y no existe ningún actor político que pueda aprovechar lasituación y provocar un cambio en la correlación de fuerzas.

El campo minadopor el que atraviesa el gobierno aún puede ser desactivado de varias formas yMaduro ya ha demostrado ser un maestro en este tipo de aventuras.

Primero porqueestá recibiendo ayuda internacional, así sea coyuntural, de aliados como Iránpara confrontar la escases de gasolina e incluso intentar reabrir algunasrefinerías. En este ítem, el bajo precio mundial del petróleo, paradójicamente,le favorece. Segundo porque aún tiene margen de maniobra para atajar el virus yneutralizar a posibles agentes contagiosos o darles un tratamiento rápido yadecuado gracias a sus aliados China y Cuba. Tercero porque al abrirse laseconomías de Ecuador, Perú, Colombia y Brasil, aunque deje un gran impactosanitario en esos países, puede permitir nuevamente la estabilización de losvenezolanos migrantes quienes podrían, a mediano plazo, reiniciar el envío deremesas. Y quinto porque el oro, que es un nuevo ingreso importante enVenezuela, está cotizando al alza.

Son estasacciones las que pueden permitir al Gobierno ir desactivando el campo minado,mientras gana tiempo. Ganar tiempo ha sido siempre la estrategia de Maduro encircunstancias similares que ha logrado campear en 2014 y 2017 para permaneceren el poder.

La clave continúasiendo la solidez del gobierno en torno a las Fuerzas Armadas y policiales, quelogra con más facilidad en la medida que recibe ataques internacionales yaumentan las sanciones y criminalización (ahora como narcotraficantes) de quienes podrían romper la cadena demando.

 Así que Maduro se enfrenta a su momento másproblemático, pero también posee herramientas para volver a desactivar partesdel campo minado y seguir atravesando los caminos que le permitan supermanencia en el poder.

Este escenariofavorable a Maduro no está exento de conflictividad. Es muy factible que veamosuna elevación potencial o auge de saqueos y protestas, podemos ver nuevasdemostraciones de malestar en las fuerzas armadas o policiales e incluso  nuevas sanciones estadounidenses, pero estaoleada de insurrecciones por goteo no necesariamente es suficiente paradesalojar a Maduro y puede terminar convirtiéndose, como en 2017, en válvula de escape del malestar.

Por los momentos,la única opción que tiene la oposición es la de llevar a cabo una estrategia demovimiento que permita acumular este malestar e ir dándole forma para presionaruna negociación que le ponga fecha a unos nuevos comicios, posiblemente en unoo dos años. Al desechar este escenario, por tardío, básicamente aleja laposibilidad de un cambio de régimen.   No parece posible que este cambio puedallevarse a cabo si apenas cuenta con acciones de calle radicales,descoordinadas y viscerales que terminan siendo rechazadas por la mismaoposición tradicional y sus principales afiliados: comerciantes y empresarios.Claro, la dinámica situación siempre nos trae sorpresas y los factoresexplosivos presentes pueden ser alcanzados por una chispa suicida.  

Por su parte, siMaduro sale del campo minado de manera exitosa ya no tendrá necesidad denegociar nada y le habrá quedado el camino abierto para permanecer en el poderal menos hasta las presidenciales de 2024.  

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