El último informe anual de Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que las economías de la región mantendrán bajos niveles de crecimiento este año y el próximo, afectadas por un panorama económico mundial negativo y regional “muy complejo”.
La CEPAL indica que todas las subregiones tendrán un menor crecimiento este año respecto a 2022: América del Sur crecería un 1,2%, Centroamérica y México un 3,0%, mientras el Caribe (sin incluir Guyana) lo haría en un 4,2%, en comparación con un 3,7%, un 3% y un 4,2% en 2022, respectivamente.
Con este panorama, si hay un país en el entorno que viene mostrando un modelo de gobernanza en la dirección correcta para hacer frente a estas tendencias, es República Dominicana, con su presidente Luis Abinader al frente. La prueba más clara es haber alcanzado la tasa de pobreza más baja de la historia, que se sitúa en el 23,4 %, según los datos económicos a diciembre de 2023.
La seria apuesta del Ejecutivo por la creación de empleo es uno de los pilares de las políticas que desarrolla el país caribeño, pues es muy probable que la ralentización económica tenga un impacto en los trabajadores y que queden expuestos a menores niveles de protección social y a puestos de trabajo en sectores menos productivos.
Ante los desafíos de dinamizar el crecimiento y hacer frente al cambio climático, el Gobierno de Abinader ha apostado por potenciar la inversión pública y privada, y es que el bajo crecimiento de América Latina y el Caribe se puede ver agravado por los efectos negativos de una agudización de los choques climáticos, si no se realizan las inversiones en adaptación y mitigación.
Esa tarea se ha visto reflejada, una vez más, con la presencia de República Dominicana en la COP28 de Dubái. Allí se ha hablado de un aspecto clave como es el aumento de la financiación que permita sostener las trayectorias de la inversión en el tiempo. Unos esfuerzos que deberán acompañarse de políticas macroeconómicas internas que favorezcan la movilización de recursos. En cambio, República Dominicana ya está en esa senda.
Sin ir más lejos, el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) ha puesto sobre la mesa un positivo balance para el crecimiento macroeconómico del país correspondiente a 2023 con una caída de la inflación y un crecimiento que se está acelerando. Aunque los eventos climáticos extremos han obligado a incrementar los gastos para la recuperación, las cuentas fiscales del país se mantienen estables.
Ahora, lo único que espera el Gobierno dominicano es un entorno favorable para transformaciones más profundas como las del empleo, la fiscalidad, que necesita robustecerse para financiar adecuadamente los servicios y las infraestructuras públicas y del aparato productivo para lograr acelerar la modernización y mayores niveles de competitividad.
Objetivos que, desde luego, no se alcanzan desde la trinchera pseudopolítica de una oposición encabezada por el “trumpista” Leonel Fernández, cuya incapacidad política y sus “amistades peligrosas” al descubierto le alejan cada día del pueblo dominicano frente a Luis Abinader, cuya impecable hoja de trabajo sigue creciendo en aras de una República Dominicana más próspera, más justa y más resiliente ante los retos futuros como la emergencia climática.