El pueblo haitiano desde hace años ha estado inmerso en una escala de violencia, pero estos últimos días se ha intensificado y tornado más tensa. Como ya es de conocer, en la noche del pasado sábado día 2 de marzo, las bandas criminales que controlan Haití lanzaron un ataque contra la prisión civil de Puerto Príncipe, lo que permitió la fuga de cerca de 3.600 presos, entre los que no se encontraban los mercenarios colombianos acusados de asesinar al presidente Jovenel Moise.
La fuga de estos presos, gracias al ataque de las bandas criminales, engrosará sus filas, lo que generará mucha más inseguridad y actos violentos contra la población civil.
Inseguridad que queda comprobada con los distintos tiroteos que se han producido en diversas partes de la ciudad, incluido, el ocurrido alrededor del Palacio Nacional, consecuencia del intento de asalto por parte de las bandas, lo cual dio como resultado enfrentamiento entre estos grupos criminales y las fuerzas de seguridad que dejaron varios muertos.
A día de hoy no hay lugar cien por ciento seguro en este país caribeño, lo que deja en evidencia, además del intento frustrado de tomar la institución ya referida, la intención de arremeter en contra del Ministerio de Interior, oficinas del Estado y comisarias, como, por otro lado, la escasez del agua potable y los combustibles en la capital haitiana, lo que, sin lugar a duda se puede afirmar, afecta a toda la nación por la repercusión que ocasiona en la obtención y los precios de los alimentos.
Al momento de ocurrir el ataque en contra la prisión civil el Primer Ministro de Haití, Ariel Henry, se encontraba fuera del país, ya que no había regresado luego de trasladarse a Kenia a firmar el acuerdo con las autoridades kenianas para enviar a suelo haitiano el despliegue de los policías, resultado de la misión multinacional autorizada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, liderada por el país africano. Este acuerdo provocó los ataques de las bandas y el rechazo prácticamente total a la continuidad del Primer Ministro en su cargo.
Una muestra de ello se comprueba en la prohibición de que Henry aterrizara en su país, lo que dio como resultado que el mismo intentara aterrizar en la República Dominicana, lo cual fue rechazado por las autoridades dominicanas. Esta decisión fue considerada como un gran acierto por parte del pueblo haitiano. Si se hubiese permitido que el Primer Ministro lo hiciera, posiblemente, se hubiera dado la casualidad de que él mismo se quedara exiliado en la República Dominicana, hecho que hubiese constituido una posible razón para que las bandas de Haití se quisieran trasladar a su vecino país.
El presidente Abinader tomó una decisión de Estado extremadamente acertada, la cual queda ante los ojos internacionales y la comisión de los derechos humanos, debido a que fue una determinación que salvó de los conflictos del pueblo dominicano. El Jefe del Estado dominicano está obligado a asumir a un presidente que no es democrático y que se viene manteniendo en el poder durante muchos años sin someterse a la voluntad popular.
La situación que se vive en Haití desde hace tiempo necesita una solución urgente y ahora mucho más por la situación humanitaria que cada vez se intensifica, como consecuencia de los ataques contra los hospitales, la precariedad de los alimentos, el bloqueo de infraestructuras... que provocan que los ciudadanos de este país no sepan a donde ir. Pero hay que tener en cuenta que la solución para resolver el problema haitiano no es formar un gobierno impuesto por un líder sin estrategia alguna, por mucho que mantenga lo contrario.
Esto se considera como consecuencia de que se dio a conocer que los líderes de las bandas criminales unidas tenían la intención de nombrar «ejerciendo de dictadores militares», algo que, de facto, ya son, a un Primer Ministro provisional (el fiscal de la corte de apelación haitiana) para que ejerciese funciones, «bajo su mando», de Presidente.
Hay que tener muy claro que la solución a la situación del pueblo haitiano no puede venir de la voluntad de las bandas criminales, independientemente de que se llevaran a cabo elecciones en seis meses, como ellos proponían, y que su candidato sea elegido democráticamente porque sería un verdadero desastre y una amenaza a la estabilidad de la región si los haitianos, por miedo o por cualquier circunstancia, eligieran y se convirtieran en presidentes constitucionalistas democráticos personajes como Jimmy Chérizier «Babekyou», Guy Philippe (exlíder paramilitar que estuvo preso en los Estados Unidos acusado de embolsarse más de 1 millón de dólares de traficantes de cocaína colombianos, y quien ya fue deportado ya a Haití) o cualquier persona que ellos hubieran propuesto. Evidentemente, esto tampoco soluciona el riesgo para la República Dominicana.
La evidencia está en ver cómo Babekyou, por citar un caso, estuvo apoyando la construcción ilegal del canal en el rio Dajabón (Masacre). De esa manera puede exigirle más y más a la República Dominicana y crear un conflicto permanente, incluso, para el comercio entre ambos países vecinos. Como consecuencia, rotundamente, no es ni será es una solución
Si a partir de ese momento la solución pasa a ser la intervención militar, como ya Estados Unidos ha dicho en algún momento, le exigiría posiblemente a la República Dominicana, incluso, al Parlamento Europeo, que Dominicana aceptara los campos de refugiados para alojar a los civiles que quieran salir de Haití antes de esas elecciones impuestas por un dictador que, mientras no se demuestre lo contrario, es un bandido.
Sin embargo, en Estados Unidos hay poderes que concentran intereses económicos muy importantes que se benefician de la actual situación de Haití. El país es uno de los más pobres del mundo por el escenario de pobreza extrema que viven cientos de miles de familias. Sin embargo, cuenta con importantes recursos naturales que explotados desde la impunidad generan unos beneficios ingentes, ganancias que, al final, repercuten en las cuentas de explotación de esos poderes ocultos.
Esta propuesta de creación de campos de refugiados no puede ser jamás aceptada por República Dominicana, puesto que, como bien ha dicho su presidente en reiteradas ocasiones, el problema de Haití no es un problema exclusivamente dominicano, sino de toda la comunidad internacional. En consecuencia, debe ser esta comunidad internacional la que busque una solución que no genere conflicto en República Dominicana.
El problema para el gobierno de Luis Abinader o, mejor dicho, para el pueblo dominicano, será la constante amenaza de no saber quién ha entrado en territorio dominicano porque esos bandidos pueden meter a comandos que una vez dentro puedan crear desequilibrio social, político, incluso, civil.
Otro problema se encuentra en que el presidente Abinader, en plena campaña electoral, pasara a aceptar esto, puesto que se trata de un tema que rechaza el pueblo dominicano y hace muy bien en no aceptarlo. Evidentemente, esta cuestión la utilizarían (hasta este momento no se han pronunciado al respecto de la crisis y menos aún han ofrecido su apoyo como oposición al pueblo dominicano, y mucho menos al Presidente electo de la Nación dominicana, ni a sus Fuerzas Armadas) vía Leonel Fernández y Abel Martínez para hacer oposición, y, en consecuencia, no sería justo ni democrático ir a una convocatoria electoral con la imposición por parte de la comunidad internacional, y que realmente ese hecho merme las posibilidades reales que tiene ahora mismo Luis Abinader de ganar la próxima elección. En definitiva, esa decisión pudiese estar ayudando de forma alegal e injusta a la oposición dominicana frente al candidato Abinader. De ahí su no pronunciamiento solidario).
La solución más viable sería que los Estados Unidos acojan a los refugiados, primero, porque tiene más capacidad para detectar que todos los que entren verdaderamente sean exiliados civiles, y segundo, porque puede tener más atención, dado que es un país más rico y desarrollado que la República Dominicana.
Así podría dejar que el pueblo dominicano desarrolle su campaña electoral y sus elecciones legítimas. Posteriormente, viendo las soluciones que exponen los lideres caudillos bandidos de Haití, sería otro momento de plantear las soluciones y por dónde podría entonces ayudar la República Dominicana. En cambio, teniendo en cuenta que toda ayuda que venga de la República Dominicana debe ser consensuada, y probablemente, a lo mejor, un referéndum, si la Constitución lo contempla del pueblo dominicano, sobre esa situación, sería una solución definitiva para que ni los derechos humanos puedan rebatir lo que por derechos humanos y por defensa soberana el pueblo dominicano decida sobre él mismo.
En la República dominicana tanto el gobierno como el propio pueblo ya tienen suficiente con mantener una calidad de vida y de bienestar social para no caer en la situación de Haití, en una pobreza extrema y una violencia incontrolable.
El país caribeño tiene el sagrado mérito no sólo de seguir avanzando y convirtiéndose en uno de los países ahora más prósperos de Latinoamérica, según los indicativos internacionales certificados por organismos como el Banco Mundial o FMI, sino que se enfrenta al control del narcotráfico procedente de otros países cercanos.
República Dominicana se responsabiliza y lo está haciendo con diligencia. Está evitando que esos tráficos prosperen, aumenten, y por eso en el gobierno de Luis Abinader se ha incautado la mayor cantidad de alijos de estupefacientes en todo el Caribe y en el mundo. Como consecuencia, propongo desde esta tribuna, que sea Estados Unidos quien dé una lección de auténtica de humanidad, pero que la dé con gestos propios, con conocimiento, con formación, con inteligencia, con sabiduría.
El tema haitiano es un problema global, de la humanidad. Por lo tanto, todos somos culpables, y a este respecto República Dominicana ya desde años está asumiendo su capacidad solidaria humanitaria, porque, como pobladores, no nos revelamos contra esa situación que, por lógica, tendríamos que entender que no es normal y que no es humana. En consecuencia, que se tengan ese gesto de solidaridad y de igualdad real, y que se resuelva la crisis haitiana.
Ya está bien de paternalismo, de clientelismo, de confundir a la humanidad, y de no dejar en paz a un país soberano como la República Dominicana para decidir por sí solo democráticamente cómo conducirse con justicia. El pueblo por el pueblo. Como lo hacen otros, por ejemplo, Jamaica, quien desde el viernes manifestó que quiere impedir «una avalancha» de haitianos en su territorio, por lo cual únicamente acogerá algunos refugiados como los niños de un orfanato y personal del Banco Mundial.
En todo el mundo existe una preocupación por las injerencias extranjeras en los procesos democráticos de los países. En las últimas semanas, el Parlamento Europeo aprobó una investigación sobre las injerencias de Rusia en las elecciones de los países miembros de la UE. El Congreso de los Estados Unidos investigó durante años la injerencia rusa en las presidenciales de 2016 en favor de Donald Trump.
Ahora, el tema de Haití se puede convertir en una nueva intrusión en República Dominicana, pervirtiendo la voluntad del pueblo dominicano, ya expresada el pasado mes de febrero en las elecciones municipales, para llevar a un resultado favorable a esos intereses ocultos que se benefician del caos, la violencia y el hambre de Haití. Esto no es de recibo por ningún lado que se quiera mirar.
Por todo expuesto, y por toda la historia de mi vida, sería de desear, y lo agradecería a la comunidad internacional, que dejen ustedes resolver los problemas que afectan a República Dominicana sin la relajación de responsabilidades que viene demostrando la comunidad internacional en el problema deshumanizado, permisivo, de las bandas criminales que se pasean por todo el territorio haitiano.
Es tiempo de actuar en Haití, ese país de donde, por ejemplo, Estados Unidos sacó a su personal no esencial de su representación diplomática y envió soldados para reforzar la seguridad de su embajada en esa nación. De donde el Ministro de Defensa de la República Dominicana, en favor de la protección de los funcionarios del gobierno dominicano y de hermanas naciones, está preparado para, de ser necesario, llevar a cabo una evacuación de emergencia, vía aérea, desde Haití hacia República Dominicana, no solo de nacionalidad dominicana, sino que va a intentar ayudar a otros nacionales de Latinoamérica y Europa que lo hayan solicitado. Todo por pura seguridad, la cual en Haití no existe. Esta cuestión deberá ser tenida en consideración la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo en su reunión del próximo día 18 de marzo.
Queda la esperanza de que de la reunión de emergencia pautada a realizarse en el día de hoy, solicitada por la Comunidad del Caribe CARICOM, a la cual convocaron a Estados Unidos, Canadá, Francia y la ONU, pueda salir una solución real, basada en hechos y en el porvenir objetivo de todos los pueblos de la región y del mundo.