Los hechos son crueles para aquellos que sólo tienen relato, propaganda y demagogia. Eso es lo que está sucediendo en República Dominicana, un país en el que se está viendo la cara más artera de la clase política, esa misma que está empujando a los hombres y mujeres del mundo a no creer en la democracia.
República Dominicana está en plena etapa electoral. Primero las elecciones municipales y, en el mes de mayo, las presidenciales. Este es el momento en el que se comprueban de verdad las inclinaciones de los candidatos. Unos trabajan para el pueblo, el resto, para sí mismos.
Mientras el presidente Luis Abinader muestra un nuevo estilo de gobernar, en el que la prioridad es la ciudadanía, Leonel Fernández se preocupa por lavadoras y bonos porque piensa que eso le va a quitar votos.
El líder de la oposición vive en una realidad paralela en la que él terminará siendo presidente. Sin embargo, la infamia jamás puede tener recompensa y ha criticado duramente, y en repetidas ocasiones, las líneas de ayudas que el actual gobierno ha prorrogado para las familias más vulnerables.
«El pueblo dominicano ha despertado de su letargo y ya no cree en la ilusión del cambio, porque el cambio se ha convertido en un retroceso», ha afirmado Leonel.
Negar un hecho es propio de quien sufre de delirios nihilistas y esto es muy grave en un político, puesto que la negación de lo evidente es el primer paso hacia la corrupción personal. El cambio en República Dominicana es un hecho y así lo demuestran los datos, tanto los ofrecidos por los organismos nacionales e internacionales. El PIB ha crecido, la renta de los hogares dominicanos ha crecido, se frenado el impacto real de la inflación, por más que Leonel diga lo contrario.
Este es un elemento en el que hay que pararse porque muestra la bajeza moral del aspirante que sabe que no tiene nada que hacer en la vida. Las medidas adoptadas por el presidente Abinader para paliar una deriva inflacionista que está afectando al mundo entero como consecuencia de factores globales están siendo efectivas. No son perfectas, como no lo es nada en este mundo, pero han evitado una verdadera catástrofe.
Si se tiene en cuenta la situación geográfica de República Dominicana y el lugar geopolítico que representa, de no haberse puesto los recursos públicos al servicio del pueblo, la realidad hubiera sido muy otra, con subidas de precios por encima de entre el 10 y el 15%. Eso es lo que habría sucedido si en una crisis global como la actual, República Dominicana hubiese estado gobernada por personajes como Leonel Fernández, quien ya demostró su incompetencia cuando se tuvo que enfrentar a la crisis mundial de 2008. Ahora que no venga a evangelizar ni a presentarse como un mesías con gorra verde, porque no lo es.
Abinader, a defender a su pueblo
Mientras Leonel recorre el país llenando las calles con la bilis del odio, la mentira, el populismo y la demagogia, el presidente Abinader está luchando por resolver los problemas más acuciantes de la ciudadanía dominicana.
En primer lugar, el presidente dominicano acude a Naciones Unidas para tener una reunión de alto nivel con el Consejo de Seguridad de la ONU para analizar las cuestiones económicas de la misión de seguridad para Haití.
En segundo término, el balance de hechos, que no de quimeras, durante su mandato es muy positivo para el pueblo dominicano. Se han finalizado más de 300 obras de infraestructuras clave, se han entregado cerca de 7.200 viviendas que han beneficiado a aproximadamente 30.000 dominicanos. Además, se han realizado importantes actuaciones en materia de educación e infancia.
Abinader también explicó que se habían construido infraestructuras importantísimas para el desarrollo y el crecimiento de República Dominicana, como las terminales de cruceros que atraen a más turistas que dejan divisas en el país.
Esto son solo una fracción de los hechos de Abinader que matan la demagogia de Leonel Fernández. Ha habido un cambio muy importante en la República Dominicana desde agosto de 2020. No verlo es preocupante y refleja dónde están los intereses de cada cual.