El pasado jueves, según informaciones publicadas por medios locales, se produjo un incidente en la frontera entre República Dominicana y Haití. En concreto, un grupo de haitianos rompió el candado, arrancó y lanzó al río Masacre la puerta de la ciudad haitiana de Juana Méndez, fronteriza con Dajabón. En principio, se trató de una protesta por el cierre al comercio que Haití mantiene tras las medidas adoptadas por República Dominicana por la construcción de un canal ilegal en el río Masacre.
Esas medidas fueron muy criticadas por Leonel Fernández. La realidad es que parecía que las palabras de líder de la oposición hubieran sido redactadas por los supuestos empresarios haitianos que iniciaron la construcción del canal ilegal. ¿Sólo por los haitianos o por alguien más?
Hay muchos intereses privados en Haití. Hay mucho dinero en juego, dinero que se obtiene gracias a la corrupción pero que es muy fácil de ocultar por la opacidad existente en el país. La situación de caos absoluto, de control de bandas criminales y la falta de un gobierno con capacidad de actuación son elementos muy favorables para que esos intereses privados controlen Haití.
Por esta razón, el posicionamiento de República Dominicana y del presidente Luis Abinader es incómodo, a pesar de estar avalado por la comunidad internacional por ser, sin duda, el único viable para solucionar la situación crítica de Haití.
Por tales motivos se ha iniciado una campaña de difamación internacional muy bien financiada y dirigida desde distintos organismos en los que más poder tienen los «poderosos».
Campaña de difamación internacional
Primero se pretendió por la extrema derecha de los Estados Unidos atacar a la Republica dominicana y al presidente Abinader. El excongresista republicano Connie Mack IV, lobista internacional que ha trabajado para autócratas como el húngaro Viktor Orban, comenzó a lanzar teorías conspirativas, que también son utilizadas por Leonel Fernández y el PLD, con la intención de crear cortinas de humo con el fin de tapar gravísimos casos de corrupción que se dieron tanto en el gobierno de Leonel como en el último mandato de Danilo Medina.
Posteriormente, a través de un informe de un supuesto experto independiente de la ONU, se pretendió hacer ver de manera falsa y hartera que República Dominicana estaba vulnerando los derechos humanos con el cierre de la frontera. Esto era y es un bulo, se mire por donde se mire.
No fue casualidad que Leonel Fernández, líder de la oposición dominicana, estuviera en Estados Unidos cuando se inició la campaña de desprestigio internacional contra el pueblo dominicano, como no lo fue que criticara duramente las medidas adoptadas por el gobierno del presidente Abinader en vez de colocarse en una posición de colaboración con la Jefatura del Estado, que es lo mínimo que se espera de un líder político.
Por otro lado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), organismo perteneciente a la OEA, también atacó a República Dominicana y, por extensión, a su gobierno.
En concreto, instó a erradicar la apatridia derivada de una decisión judicial adoptada durante el gobierno de Danilo Medina (PLD). No es casualidad, evidentemente, que ahora se intente sacar este asunto en medio de una crisis en Haití y con la comunidad internacional movilizando los recursos para intervenir en ese país.
La manipulación de la CIDH se muestra en los datos oficiales y en las razones de esos datos. De todas las personas a las que se les restituyeron su estatus de nacionalidad, más de 34.000 no acudieron a recoger sus documentos por diferentes razones como el fallecimiento, la migración o el ignorar el llamamiento que se hizo desde el gobierno dominicano para que fueran a recoger sus papeles. Por tanto, las cifras que la CIDH afirmaba en su comunicado de personas a las que no se les había restituido su estatus de nacionalidad son, en realidad, de personas que no fueron a recoger su documentación que están expedidos oficialmente.
Es curioso comprobar de dónde recibe fondos la CIDH: Estados Unidos, Canadá y República Dominicana. Este organismo está financiado, según se puede verificar en sus cuentas, por multinacionales tecnológicas, de fundaciones privadas, de prestigiosas universidades, como la de Georgetown, el alma mater de, precisamente, el matrimonio Clinton y algunos de sus amigos haitianos.
Frenar el éxito diplomático de Abinader
La aprobación por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de una misión internacional para solucionar la situación crítica en la que se encuentra Haití fue un éxito diplomático de Luis Abinader, pero también un duro golpe a quienes, desde los poderes ocultos y a través de la corrupción, tienen intereses económicos en el país vecino.
Por eso no fue casualidad que, una vez aprobada la misión, que sería liderada por Kenia, surgieran movimientos, tanto en Haití como en la nación africana, que se oponían al despliegue de una fuerza internacional para terminar con las bandas criminales y devolver la paz.
Lo que debiera haber sido una gran noticia para el pueblo haitiano se ha encontrado con distintos focos de oposición y con silencios atronadores, como el de Leonel Fernández.
Esto no es casual, sobre todo si se tiene en cuenta que determinadas élites de Estados Unidos, de Latinoamérica, Caribe y de la Unión Europa están muy interesadas en que Haití siga inmerso en el caos actual y en un escenario de Estado fallido. Sin control, evidentemente, obtienen más beneficios del saqueo que se está perpetrando de las riquezas con las que cuenta Haití, que son muchas a pesar de ser uno de los países más pobres del mundo.
La autogestión que reclaman quienes desde Haití se oponen a la fuerza internacional es la que ha permitido que determinadas élites haitianas residentes en países de Norteamérica financien a las bandas criminales y controlen zonas del país. Esa nefasta autogestión es la que ha provocado la crisis fronteriza con República Dominicana porque no hay que engañarse, la realidad del canal que desviará el cauce del río Masacre, que es de soberanía compartida, tiene más que ver con los intereses de la extracción de oro que con llevar agua a zonas agrarias. Los beneficios de esas actividades mineras no se quedan en Haití, sino que terminan en las cuentas corrientes de élites norteamericanas que esconden su codicia bajo el manto de la falsa solidaridad.
Incidente en la frontera: control de las élites a la ONU
Ahora, se produce el incidente en la frontera. No es casual y hay mucha gente que debe dar explicaciones porque se producen en un momento en el que las cifras de la gestión de Luis Abinader indican que está cercano a la reelección. Los poderosos que pretenden seguir controlando los beneficios de los recursos de Haití no pueden permitirlo y tienen a Leonel como el mejor aliado para frenar todo lo que el actual presidente dominicano ha logrado poner en marcha.
El incidente fronterizo coincide con una nueva campaña de difamación populista de Leonel por la renovación del contrato de Aerodom, que las cifras demuestran que es mucho más beneficioso para el pueblo dominicano que el que se firmó por Leonel en 1999. También hay una coincidencia temporal con la publicación de distintos sondeos demoscópicos en los que Abinader prácticamente dobla en votos a Leonel.
Los amigos norteamericanos de Fernández, los mismos que, desde la América Profunda, utilizan un falso buenismo como estrategia para controlar los beneficios de los recursos de Haití a través de líderes de dicho país, están intentando cambiar la voluntad del pueblo dominicano con la crisis haitiana y distintas campañas de difamación.
Algunas de esas élites haitianas ya fueron sancionadas por Canadá por financiar a las bandas criminales, por tanto, no es imposible que estén detrás del nuevo incidente fronterizo. Y, más aún, coincide con el viaje que a Kenia de políticos, cargos policiales y militares de Haití. ¿Para qué se ha producido ese desplazamiento masivo de autoridades, para controlar y dar su visto bueno al controlador?
El controlador de la ONU controlado por las fuerzas policiales, políticas y militares dependientes y subordinadas a esas élites que, en su condición de dictadores privados, subyugan a su propio pueblo haitiano. La situación se torna en ese surrealismo que sólo favorece un caos cruel del que sólo se benefician poderosos que habitan a miles de kilómetros y que cuentan con aliados del sector político y empresarial de La Española. El controlado controla al controlador… Haití con el apoyo de jueces y los partidos de la oposición pretende controla a Kenia.
Los líderes haitianos son, sin duda muy maliciosos y alevosos, qué descaro viajar hasta Kenia a intentar fiscalizar al controlador. A quienes pretenden controlar a la comunidad internacional, ¡dejen en paz a República Dominicana, al presidente Luis Abinader y al pueblo!
Estamos en un momento crucial, en uno de esos puntos de inflexión que cambian la historia. El nuevo estilo de gobernar aplicado desde agosto de 2020 está teniendo unos resultados históricos, pero precisa de, al menos, cuatro años más para ejecutarlos en su totalidad. No se puede permitir que nadie, de dentro o de fuera de República Dominicana, frene el desarrollo del país para volver a imponer un régimen basado en la corrupción del que sólo se beneficiarán las élites.
Al ataque hay que responder con el ataque. Contra la difamación, hay que responder con la verdad y la ética. Contra las falsas acusaciones, hay que responder con lo que esas élites no quieren que se conozca sobre quién es su títere. La fuerza de un gobierno se demuestra desterrando una mediocridad que está más cerca de aquellos que quieren destruirlo de lo que se pudiera pensar. Las sonrisas, a veces, son la señal de que existen caballos de Troya. Quedarse quieto no es la solución, la violencia tampoco, sólo el diálogo y el arreglo internacional destapará los intereses espurios de maliciosos y alevosos.