Luis Abinader, presidente de la República Dominicana, ha pronunciado hoy su cuarto discurso de rendición de cuentas. En otro escenario y con otras personas al frente del país, es más que probable que los hitos expuestos hubieran sido otros mucho más negativos. Sin embargo, Abinader ha demostrado que, en medio de una situación global adversa, se puede lograr crecimiento económico que derive en un incremento de la prosperidad de su pueblo.
El presidente dominicano ha demostrado que no es autocomplaciente con un resultado exitoso de la gestión que él y su equipo han desarrollado desde agosto de 2020. La situación mundial de los últimos cuatro años ha generado a gobernantes autocomplacientes y, sobre todo, que han justificado sus fracasos en la pandemia, en las consecuencias de la crisis energética mundial o en los efectos de la guerra en Ucrania. Sin embargo, Abinader ha constatado que si se gestionan bien los recursos, si se tiene una estrategia de gobierno basada en la generación de mayor bienestar para el pueblo, olvidándose de intereses partidistas, los resultados llegan.
Y vaya que si han llegado, como nunca antes en la historia de la República Dominicana y, sobre todo, con el reconocimiento internacional de que el país se ha convertido en 4 años en una pieza clave, no sólo para Centroamérica y el Caribe, sino para toda Latinoamérica. Así lo han contrastado y verificado organismos internacionales y organizaciones supranacionales.
En el año 1982, una importantísima figura de la política española, antes de unas elecciones generales, afirmó que «vamos a dejar a este país que no lo va a reconocer ni la madre que lo parió». Luis Abinader podría perfectamente apropiarse de esta frase, porque las cifras y los hechos dan fe de que se ha producido una transformación histórica en apenas 4 años de mandato. Y con una situación global muy adversa.
Abinader ha iniciado su intervención tratando la actual situación económica del país y contraponiéndola con cómo se encontraba República Dominicana, no sólo antes de agosto de 2020, sino antes de la pandemia. Esos datos, que, insistimos, han sido corroborados por organismos internacionales, no son producto ni de la casualidad ni del «rebote» pospandémico, como Leonel Fernández osó afirmar. Son, más bien, la respuesta positiva a una política basada en la construcción de un proyecto para y por el pueblo, el resultado de un nuevo estilo de gobernar.
«La economía ha crecido, en términos reales, a un promedio anual del 6.43 %, de 2021 a 2023. El pasado año, aun siendo difícil para la economía mundial, cerramos con un crecimiento del 2.4 %, siendo en este momento la nuestra una de las economías más dinámicas de la región», afirmó el presidente dominicano quien, apuntaló esta afirmación con un dato demoledor: el PIB de la República Dominicana pasó de 78.923 millones de dólares en 2020 a 120.629 millones en 2023 y una renta per cápita que antes de la pandemia era de 8.583 dólares y en la actualidad está situada en 11.156 dólares. El país ya es la séptima economía de Latinoamérica, algo que no había sucedido en toda la historia, por más que haya quienes pretendan engatusar a la ciudadanía con la máxima de que «cualquier tiempo pasado fue mejor».
Además, esta gestión de la economía se ha visto reflejada en el incremento de las reservas, con una estabilidad y una seguridad jurídica que han provocado que el país inspire confianza internacional «como demuestran los 4.381 millones de dólares de inversión extranjera directa, rompiendo el récord que ya habíamos alcanzado el año anterior, o los más de 10 millones de visitantes que tuvimos el pasado 2023».
Sin embargo, las cifras macroeconómicas, como ha sucedido en otros países del mundo, incluidas las potencias norteamericanas o europeas, podrían no haber tenido un reflejo en la economía de las familias y de las personas. Abinader ha conseguido que el salario mínimo haya tenido el mayor incremento de la historia dominicana (40%) y que la cobertura de los servicios públicos se haya ampliado «con un seguro nacional de salud para todos y todas; una educación básica fortaleciéndose y una educación técnica y universitaria que está viviendo una expansión sin precedentes».
Por todo ello, los organismos internacionales muestran a República Dominicana como «un ejemplo de éxito que reconocen en el mundo». Abinader citó al Foro de Davos, que ha constatado que desde agosto de 2020 se ha mejorado «un 24% el índice de control de la corrupción, un 15,4% nuestra apertura al comercio, otro 15% la legitimidad del Estado, un 9 % la independencia de la justicia y un 8% en independencia y profesionalidad de la policía».
Con Luis Abinader como presidente, República Dominicana se ha convertido en el «primer país del continente en libertad de expresión y libertad de prensa», según las cifras del último Índice de Chapultepec.
La OCDE, por su parte, ha confirmado que República Dominicana es el país de Latinoamérica con mayores avances socioeconómicos. Abinader, además, ha citado al Banco Mundial, organismo supranacional que muestra al país como «una de las economías de más rápido crecimiento de la región debido a nuestras reformas y a una política monetaria y fiscal prudente».
Por otro lado, el más contundente es el Fondo Monetario Internacional, quien, tras analizar el desarrollo de la República Dominicana en los últimos años, no ha dudado en certificar que la gestión de Luis Abinader «ha realizado notables progresos en términos de convergencia de ingresos y el país tiene el potencial para convertirse en una economía avanzada».
Nunca en la historia de República Dominicana se han obtenido estos resultados económicos. Eso es hacer patria, eso es ser patriota y, como bien ha dicho Abinader en su discurso, es dejar un país mejor a cómo se lo encontró. Con estas cifras, el pueblo lo tiene claro: «Abinader se va… a por otros cuatro años más».