El Parlamento suizo ha decidido aumentar el presupuesto del ejército, gradualmente, hasta alcanzar al menos el 1% del producto interior bruto (PIB) en 2030 (más de 6.000 millones de francos). El aumento supone una inversión de la tendencia posterior a la Guerra Fría, que supuso un descenso del gasto militar del 1,34% del PIB en 1990 al 0,67% en 2019.
Sin embargo, desde la invasión rusa de Ucrania, y los debates que han surgido sobre seguridad nacional, la posición política al respecto ha cambiado. El pasado jueves, en el Parlamento, la ministra de Defensa, Viola Amherd, aseguró que el aumento del presupuesto permitiría a las fuerzas armadas “tapar los agujeros necesarios más rápido de lo previsto”.
No se mencionan las áreas específicas que se cubrirán con la financiación; estas formarán parte de la visión general del presupuesto anual del ejército, que también se debate cada año en el Parlamento. No obstante, Amherd mencionó la renovación de equipos envejecidos para las tropas de tierra, así como la inversión en nuevos mecanismos de ciberdefensa.
Los políticos de izquierdas votaron en contra del aumento del presupuesto, temiendo que la financiación adicional provocara un déficit en otras áreas de gasto como la sanidad y los servicios sociales. Otros se quejaron de la falta de claridad sobre el destino del dinero.
Los defensores de la medida argumentaron que la inversión en el ejército era vital para la defensa nacional, y que el dinero no era una carta blanca para comprar armamento. Por el contrario, da a las fuerzas la “seguridad de planificar” para los próximos años, alegó el líder liberal radical Thierry Burkart.
La decisión también se produce cuando otro asunto del presupuesto del ejército –la compra de nuevos aviones de combate F-35A a la empresa estadounidense Lockheed Martin– sigue generando controversia. Los votantes aprobaron por un estrecho margen los 6.000 millones de francos para financiar los nuevos cazas en 2020, y el Gobierno está dispuesto a impulsar el acuerdo rápidamente. Sin embargo, los grupos de izquierda, que consideran que los F-35 son aviones de ataque innecesarios e inadecuados para las necesidades de Suiza, han recogido firmas y aún quieren someter el acuerdo a otra votación pública.
De esta manera el país helvético, a pesar de su posición como país neutral en el marco de la guerra de Ucrania y su rechazo a entrar en la OTAN, ha aprobado un incremento del gasto militar. “En vista de la situación de seguridad, es apropiado cerrar las brechas de capacidad existentes en el Ejército más rápido de lo que se ha planeado hasta ahora”, dijo la ministra.
Por otro lado, el Gobierno suizo pretende incluir un plan de modernización de sus fuerzas terrestres y de reconocimiento. Suiza toma una decisión similar a la que adoptó Alemania días atrás, cuando el canciller Olaf Scholz informó del desbloqueo de un fondo de 100.000 millones de euros –hasta el 2% de su PIB– para modernizar el ejército alemán.
En su intervención en Davos el presidente de la Confederación Suiza, Ignazio Cassis, expuso que el país “está dispuesto a tener un papel de mediador en las conversaciones que tendrán lugar”. Un hecho que, en ningún caso, supondrá “aislarse del mundo” y “quedarse al margen”, sino colaborar para ayudar a Ucrania en las labores de reconstrucción del país.
Aunque no ha participado en las decisiones adoptadas, Suiza sí ha apoyado las sanciones europeas aplicadas a la economía rusa. “Esta guerra desprecia totalmente todo lo que la comunidad de Estados ha logrado en décadas de progreso de la civilización”, detalló el presidente suizo.
Bloqueo del envío de carros de combate a Ucrania
Suiza demostró su papel como mediador con su última decisión sobre el envío de armamento a Ucrania. El Ministerio de Economía suizo informó del rechazo a la petición de Dinamarca del envío de carros de combate, del modelo Piranha III, al país presidido por Volodímir Zelenski, según informó la cadena de televisión nacional suiza RTS. El país helvético alegó como motivo su posición de neutralidad y de no participar en el conflicto bélico. Una decisión contraria a la que sí han adoptado países como Estados Unidos, líder en inversión de ayuda militar a Ucrania con su última partida de 700 millones de dólares con el envío de armas, munición y del sistema de misiles avanzado.