La guerra contra los ciudadanos de clase media y trabajadora, además de contra las familias más vulnerables de los Estados Unidos, se iniciará desde el primer minuto tras la investidura de Donald Trump. A partir del 20 de enero, según se puede constatar en las agendas del Partido Republicano y en el Proyecto 2025, se llevarán a cabo una serie de importantes debates sobre políticas federales. Tanto Trump y como el Congreso controlado por los republicanos intentarán implementar su agenda política en áreas como el límite de la deuda y el código tributario federal.
Estas decisiones, muchas de ellas adoptadas por orden ejecutiva del propio presidente, dejarán a decenas de millones de personas en una situación mucho peor, al tiempo que se entenderán y aumentarán las exenciones al pago de impuestos para los hogares ricos y las grandes empresas.
Las propuestas de los planes presupuestarios de los republicanos en la Cámara de Representantes, el Proyecto 2025 de la Heritage Foundation y los presupuestos anteriores de la administración Trump exigen una desinversión masiva en una amplia gama de servicios y apoyos financiados por el gobierno federal. Los republicanos están considerando una lista de posibles recortes de gasto público compilada por el presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes, Jodey Arrington, que totalizan más de 5 billones de dólares, incluidos profundos recortes en la atención médica y la asistencia alimentaria.
Las medidas de Trump y su corte de supremacistas provocará de manera irremediable que millones de familias tendrán dificultades para pagar sus cuentas y comprar alimentos, más niños vivirán en la pobreza, más familias se enfrentarán al desahucio y a la falta de vivienda, menos personas tendrán acceso a atención médica vital y la cobertura y la atención sanitaria costarán más. Además, se producirá un incremento sustancial en el gasto para productos básicos debido a los aranceles que impondrá Trump, incluso cuando los hogares de altos ingresos se vuelvan más ricos a través de importantes e irresponsables recortes de impuestos.
El daño de estas medidas no se limitará a las personas con ingresos muy bajos o que están desempleadas. Más de 100 millones de personas tienen cobertura sanitaria a través de Medicaid (72 millones), los mercados de la Ley de Atención Médica Asequible (ACA) (23 millones) o el Programa de Seguro Médico para Niños o CHIP (7 millones).
Aproximadamente 40 millones de personas reciben asistencia alimentaria del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP). Unos 28 millones de estudiantes asisten a una de las casi 60.000 escuelas públicas que reciben financiación federal. Unos 66 millones de jubilados, veteranos de guerra y trabajadores con discapacidad cuentan con que el Seguro Social disponga de los recursos adecuados para responder al teléfono y responder a sus necesidades.
Trump y su corte de supremacistas neoliberales van a acabar con todo esto, tal y como se puede comprobar a través de los proyectos presupuestarios de los republicanos y del Proyecto 2025.
Sin embargo, existe una alternativa basada en pruebas que sí permitiría avanzar hacia la garantía de que todos los ciudadanos (no sólo los ricos que financian a Trump) tengan los recursos que necesitan para prosperar y construir un proyecto digno de vida.
Las investigaciones de prestigiosas universidades muestran que invertir en Medicaid y cobertura sanitaria mejora los resultados de salud y salva vidas tanto de niños como de adultos. Informes de importantes organismos internacionales muestran que invertir en asistencia para el alquiler reduce la falta de vivienda y los desahucios y estabiliza la escolarización de los niños.
Del mismo modo, distintos estudios indican que ayudar a las familias a pagar los gastos básicos mediante asistencia alimentaria y apoyos a los ingresos como el Crédito Fiscal por Hijos tiene beneficios a largo plazo para los niños en áreas que van desde la salud y el rendimiento escolar hasta los ingresos futuros.
Las políticas son bien conocidas y Estados Unidos puede permitirse hacer este tipo de inversiones. Lo único que falta es la voluntad política y sobra mucho fanatismo ultra. Trump pagará sus facturas con sus financiadores con la sangre de sus ciudadanos, incluso de los que le votaron.