La administración Trump es el mejor ejemplo que se podría poner en las universidades para enseñar cómo ejecutar un esquema Ponzi desde la política. La serie previa de dudosas estafas lucrativas de Donald Trump, que se basaban en su marca, fue muy sencilla comparada con la última y más descarada…, hasta la fecha, porque este personaje siempre puede superarse a sí mismo.
El próximo 22 de mayo, Trump presidirá una cena privada con los 220 principales poseedores de la memecoin $TRUMP, la criptomoneda que Donald y Melania Trump lanzaron pocos días antes de su segunda investidura, la cual rápidamente generó casi 100 millones de dólares y que, según advirtieron expertos en ética, podría ser un vehículo para eludir las leyes de seguridad nacional y anticorrupción.
Trump va sin cadena, ni siquiera se ha intentado ocultar que este evento es una convocatoria abierta para que los inversores adinerados compitan por comprar más influencia con el presidente, mientras la familia Trump se enriquece en el proceso.
Según se indica en la web del evento: «Del 23 de abril al 12 de mayo, mantengan la mayor cantidad posible de $TRUMP. Sus tenencias promedio durante este período determinarán su clasificación. Cuanto más $TRUMP mantengan, y cuanto más tiempo lo hagan, mayor será su clasificación».
Además, uno de los lemas del evento incluso dice: «Sea dueño de un pedazo de Trump».
Una revisión de los máximos tenedores de la criptomoneda de Trump demuestra que el inversor que actualmente encabeza la tabla de clasificación movió aproximadamente 5,5 millones de $TRUMP en un solo día. El inversor que ocupa en segundo lugar en el puesto n.° 2 interactuó en el portal Binance.com, que está prohibido a los usuarios estadounidenses, lo que sugiere fuertemente que puede ser un ciudadano extranjero.
Nunca en la historia presidencial de Estados Unidos se ha visto un esquema de enriquecimiento personal tan descaradamente corrupto. Donald Trump está invitando abiertamente a los inversores a una guerra de ofertas para ver quién puede comprar el mayor acceso a él mientras se ríe de camino al banco. Nunca ha habido un caso más claro de un presidente que usa su cargo para enriquecerse, ni mayor potencial para que grupos de presión compren el favor de una administración que podría amenazar el interés público.
Donald Trump está pisoteando todas las normas éticas históricas para ver cuánta corrupción puede implementar sin que sus fanáticos en el Congreso y el Senado se inmuten. Mientras el presidente se divierte con los ricos que buscan acceso al poder ejecutivo, los trabajadores de todo el país se preparan para mayores costes con los aranceles y menor seguridad sanitaria con el presupuesto de Trump.