Donald Trump ha funcionado a lo largo de su vida a través de la amenaza. En ocasiones, para conseguir sus fines, ha recurrido a estrategias mafiosas y eso es lo que está haciendo ahora. No es ningún secreto que el presidente de los Estados Unidos anhela anexionarse Groenlandia y Canadá. Tiene las mismas ambiciones que Vladimir Putin. Sin embargo, se ha encontrado con la oposición radical tanto de sus vecinos del norte como de Dinamarca. Por esa razón, ha recurrido a una coacción más propia de Alfonso Capone, Charles Luciano, Benjamin Siegel, Carlo Gambino, Meyer Lansky o Frank Costello.
Respecto a Groenlandia, Trump no ha descartado aplicar la misma estrategia de Putin con Ucrania: el uso de la fuerza militar para conquistar el territorio. Sin embargo, ha iniciado la coacción y la amenaza a las empresas danesas. Según ha publicado el diario danés DR Nyheder, la embajada de los Estados Unidos ha remitido una carta a las corporaciones de Dinamarca en la que se indica que «todos los proveedores del Departamento de Estado de EEUU deben confirmar que no tienen programas de diversidad que violen las leyes antidiscriminatorias estadounidenses». Es decir, pretende imponer su agenda supremacista.
Además, la amenaza está formulada y redactada de un modo tan vago que deja demasiadas lagunas legales que las empresas danesas denuncian que se está violando su seguridad jurídica.
Esta es la respuesta de Trump a la oposición de Dinamarca: asediar a las empresas e intentar obligarlas a acatar una agenda supremacista en la que no se respeta las políticas de diversidad con minorías raciales, étnicas o sociales.
En concreto, la misiva remitida por la embajada estadounidense indica que «el decreto 14173 sobre el fin de la discriminación ilegal y el restablecimiento de la meritocracia, firmado por el presidente Trump, se aplica obligatoriamente a todos los proveedores y prestadores del gobierno federal, independientemente de su nacionalidad o del país en el que operen». Además, da un plazo de sólo 5 días para firmar la claudicación.
Es exactamente la misma estrategia que utilizan los cárteles mexicanos o las maras salvadoreñas para garantizar la protección. Está demostrado que Trump utiliza guiones cinematográficos para su agenda política. No hay más que recordar cómo en su discurso de toma de posesión calcó un extracto de la intervención del villano Vane en El caballero oscuro: La leyenda renace. También ha copiado fragmentos del reality El Aprendiz, que él mismo protagonizaba. Ahora parece que se quiere impregnar del carácter de Michael Corleone o de Tony Soprano.