La exitosa película de Cuarón y su protagonista Cleo, han exhibido el racismo de los mexicanos y la histórica discriminación a nuestro ser indígena, este complejo, de hecho, ha perseguido a México desde su fundación.El México independiente nace bajo la tesis de una nueva nación que sí bien no era española tampoco era indígena sino una mezcla, de esa simbiosis surgía una nueva nación, la nación mexicana.Es una tesis totalizadora y cómo tal autoritaria, que en el fondo es el lamento de no ser completamente europeos, pero el consuelo de no ser enteramente indígenas.De nuestra formal independencia son prácticamente 200 años en los que como mexicanos hemos renegado de nuestro indigenismo, las dictaduras han sido genocidas contra los pueblos indígenas.La eventual nominación de Yalitza no es sólo una afrenta para la fobia de Donald Trump sino una sacudida a la conciencia del pueblo mexicano en su conjunto.La Constitución reconoce el origen indígena de la nación mexicana, sin embargo, se debe ir más allá. Los acuerdos de San Andrés alcanzados después del conflicto zapatista son un pendiente de México con los pueblos indígenas.Aunque la posibilidad de una nueva Constitución debe abrir la discusión y poner sobre la mesa una visión más democrática de lo que es México, reconocer que más que una nación única e indivisible -artículo 2 constitucional- somos una República plurinacional indígena.Los 300 años de dominación española fueron de exterminio y sometimiento indígena sólo podían aspirar a ser libres quienes se castellanizaban, quienes adoptaban apellidos españoles. Los indígenas y afrodescendientes, aunque eran los grupos más numerosos estaban condenados a la esclavitud.Al comienzo de la vida independiente aún era mayoritaria la población que preservaba su lengua indígena, cerca del 70 por ciento, sin embargo, la Constitución del Estado mexicano en 200 años ha reducido a la población que preserva la cultura indígena a cerca del 10 por ciento, mientras tan sólo un 6 por ciento conserva una lengua indígena.La tesis fundacional del mestizaje redujo a los pueblos indígenas a su mínima expresión, el imaginario preserva la negación indígena, incluso hay expresiones de aprecio pero que son más un esnobismo que una verdadera identidad indígena.La película aclamada ganó desde todos los ángulos más allá de sus premiaciones triunfa culturalmente por reivindicar a México como un país indígena, es algo que han intentado movimientos sociales con ciertas conquistas, sin embargo, han topado con la pared del racismo.En México la herencia racista sobrevive, sí tienes la piel blanca y un apellido extranjero las posibilidades de ascenso son mayores, el éxito está dedicado para quienes hacen que el país sea menos indígena, esta aspiración la representan estereotipos como el de Tania Ruiz Eichelmann modelo mexicana que se ha promovido a partir de una supuesta relación con el expresidente Enrique Peña.La fama de Yalitza ha servido para penetrar en sectores de la sociedad en los que la historia y la demanda indígena no era escuchada, esperemos que alcance para contribuir al reconocimiento de México como un país indígena, superar el complejo mestizo que tiene como anhelo el estereotipo europeo.La película ha cumplido de sobra sus expectativas, ahora le toca a la sociedad, al movimiento social, al gobierno traducir el momento para evitar que se agote en una moda marcada por el uso prendas de inspiración indígena robadas por las grandes marcas.Yalitza para México puede inspirar la discusión de la nueva Constitución de la cuarta transformación, redefinir a México desde su tesis fundacional y reconocer que el país más que ser indígena en sus orígenes es un país hecho de pueblos indígenas.
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