Foto de perfil del redactor de Diario16 Joan Marti.

La urgente necesidad del coraje civil

23 de Mayo de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
Guardar
humano, gente, multitud

En la actualidad, surge una cuestión que debe ser abordada con urgencia y serenidad por políticos, entidades y todas las personas de buena voluntad. Podemos formularla de manera concisa: ¿Cómo deberían organizarse las diversas formas de comunicación humana, que están bajo la responsabilidad de las estructuras de acogida en las sociedades del siglo XXI? ¿Qué estrategias podrían adoptarse para evitar que el actual clima de "movilización total", que se extiende por casi todos los ámbitos de la existencia humana, resulte opresivo, desmotivador y carente de metas verdaderamente humanas y humanizadoras, y cómo evitar que afecte negativamente los procesos de transmisión y recepción en nuestras sociedades en las primeras décadas del siglo XXI?

Cómo podemos evitar la burocratización, la obsesión por la tecnología, la adoración a la tecnología y el creciente anonimato que observamos en nuestros entornos familiar, social, religioso y político, los cuales dejan su impronta perniciosa y desalentadora en los efectos y afectos de nuestros contemporáneos?  ¿Qué medidas deberían tomarse para frenar el constante y perjudicial aumento del ruido y la agitación, del silencio inarticulado, de la incapacidad para expresar sentimientos, y de la presencia de diversas y sofisticadas formas de violencia? ¿Cómo podemos lograr que en la familia, la escuela, la vida pública y la religión se dé lugar a una desaceleración, reconciliación y pacificación (no en el sentido de la pax americana), que reduzca los ritmos vitales opresivos y permita la búsqueda de una armonía creativa y terapéutica en los corazones, las mentes y las voluntades, creando así un clima de tranquilidad y paz interior que reduzca las tensiones, el desencanto y la beligerancia en la vida pública y privada actual?

Quizás la inercia inherente a nuestra sociedad, y en realidad a todas las sociedades, antiguas y modernas, no nos permite albergar demasiadas esperanzas de poder calmar y conciliar las diversas facetas de la vida cotidiana de los seres humanos que, tanto individual como colectivamente, están sometidas a un ritmo acelerado e ilimitado. Esto se manifiesta a menudo en intensificaciones peligrosas y abruptas de la violencia psicológica y social de nuestro tiempo, que afecta negativamente a la salud individual y colectiva de hombres y mujeres en la mayoría de los estratos sociales. Sin embargo, a pesar de todo, es de suma importancia no dejarse intimidar por las dificultades innegables a las que se enfrentan aquellos que podríamos llamar "herejes" de la modernidad tardía: individuos que, con un coraje civil extraordinario y, por qué no decirlo, un sentido del humor patente, se atreven a cuestionar de manera decidida los dogmas, las ortodoxias y los intereses (frecuentemente de naturaleza exclusivamente económica) de los sistemas políticos, sociales, culturales y religiosos predominantes. 

Lo + leído