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Las andanzas del mendicante Leguina

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
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análisis

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Llevaba mucho tiempo picando piedra para que Ayuso se fijara en él como herramienta útil en su batalla sin fin contra el Gobierno y Pedro Sánchez. Para conseguirlo, Joaquín Leguina, ya había recorrido el camino oprobioso de abdicar de las ideas y de atizar al partido que le llevaron a ser el primer presidente de la Comunidad de Madrid. Doce años que no han pasado a la historia por la brillantez de su gestión cuya huella es una bandera, un himno, recargar con un 3% el IRPF de los madrileños e impulsar un modelo de cooperativismo para construir vivienda pública en suelo público a bajo precio. Proyecto al que se unieron UGT y CCOO, y que casi le cuesta la desaparición al sindicato socialista por el llamado caso PSV, por las irregularidades en la gestión de las aportaciones de los trabajadores del sindicato. En total se construyeron 26.210 viviendas públicas, magro resultado para los doce años que Leguina gobernó la CAM.

Después vivió como diputado del PSOE entre 1996 y 2008, año en el que renunció a presentarse como candidato a las nuevas elecciones, y pasó a ser miembro del Consejo Consultivo de la CAM, hasta su disolución en 2015. En resumen, Leguina, estuvo en la poltrona desde 1979 —con concejal socialista del ayuntamiento de Madrid— hasta 2008, veintinueve años como dirigente del PSOE, que ahora denigra.

Ahí comenzó su proceso mendicante de recuperar el protagonismo perdido, y un sueldo de alto ejecutivo, mediante un discurso crítico progresivamente radicalizado y un punto chulesco —de vuelta de todo— que ha encontrado amparo en la derecha, siempre dispuesta a acoger con loas a cualquier socialista que ponga a parir al partido del que viene viviendo y comiendo toda la vida. Su primer paso fue como comentarista del programa matinal de la Cope de Carlos Herrera; pero es en 2014, cuando publicita su cabreo con la dirección del PSOE con la cobertura amplificadora de los medios de la derecha, primero contra Zapatero, y en 2018 contra Pedro Sánchez, justificadas en su libro Historia de un despropósito. Proceso que culmina con su expulsión del PSOE en 2022, por haber participado en actos públicos de apoyo a Ayuso en la campaña autonómica de 2021, y ensalzar la figura de Aznar como adalid de la democracia. Expulsión que Ayuso le premia ahora nombrándole Consejero de la Cámara de Cuentas CAM, son un sueldo de 100.556,52 euros anuales. Lo recibo como <<un honor>>, ha declarado Leguina.

Siempre es lícito, aunque resulte difícil de comprender, que un político dé un giro copernicano en su ideología para irse al extremo contrario del tablero. Lo que no es lícito, sino ofensivo para la inteligencia, es justificar ese giro de ciento ochenta grados con el ataque personal y no con argumentos racionales, y menos con el tono desabrido propio del que no puede evitar que se le escape la rabia por no tener lo que él cree que se merece.

Pero Leguina no es una rara avis, pues son muchos los personajes públicos que terminan por vender una trayectoria de éxito profesional y económico, por el afán desmedido de acumular dinero. Más dinero. El caso último y más llamativo lleva el nombre de un tenista de Manacor, al que no le han dolido prendas en malvender ese éxito y la estupenda imagen pública de la que gozaba, para convertirse primero en un vendedor de coches y, después, en propagandista de un régimen feudal que considera a las mujeres como seres de segunda división. ¡Decepcionante!

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