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Las claves del populismo: Yolanda Díaz y su gente

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análisis

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En el espectáculo que montó Yolanda Díaz en Madrid el domingo 2 de abril para anunciar su candidatura a las elecciones generales próximas se han cumplido todos los ritos y claves del populismo. Este término que hoy se utiliza como recién descubierto tiene una larga trayectoria. El tribuno de la plebe fue inventado por el dictador Mario Valerio Máximo cuatrocientos años antes de Cristo para defender a los plebeyos de los excesos de los patricios, y sirvió para apaciguar las sublevaciones que aquellos habían provocado con riesgo de fundar otra república. Los esquemas de las actuaciones de los tribunos son siempre los mismos: oradores inflamados, discursos de denuncia y protesta del mal gobierno, amargas quejas de las injusticias que sufre el pueblo, oferta de resolver todos los problemas con su esfuerzo y apelaciones sensibleras al cariño y la ternura que el salvador de la patria siente por los que defiende.

En tiempos modernos Perón y su mujer Eva fueron los más exitosos imitadores de la demagogia romana. Una declaración famosa de Perón es: “llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”. Y, ¿qué nos ha dicho Yolanda Díaz? Que está escuchando las palabras de la gente. Ella no habla, ella escucha. ¿A quién escucha? A la gente. No se sabe a qué gente, ya que la división ideológica de la sociedad es variopinta, pero todos valen. Los fascistas precursores de Perón utilizaron los mismos conceptos que manejan Pablo Iglesias y Yolanda Díaz. Prometieron avances semejantes para el “pueblo”, se identificaron con el papel redentor del tribuno que venía a salvarles en su propósito de conquistar los cielos. Mussolini, José Antonio Primo de Rivera, Franco, Eva Perón, utilizaron términos y estilos semejantes. Era imprescindible enterrar y olvidar las categorías marxistas: proletariado, clase, lucha de clases. Hoy, también, quedamos solo la “gente”.

Antes de que Yolanda interviniera, la introdujeron en el acto unos “plebeyos”, la gente. El mismo discurso de Iglesias que implantó ese término en el lenguaje podemita. No creo que Yolanda tome de ejemplo al tribuno romano, pero sí ha escuchado mucho a Iglesias que no tuvo empacho en reconocer que era peronista. La militancia comunista de Yolanda ha quedado diluida por el discurso populista. Y siendo la atenta discípula del inventor de Podemos ahora, sin embargo, no sólo no cuenta con él, sino que es evidente que lo desdeña. No fue buen negocio para Iglesias dejar la Vicepresidencia del gobierno para presentarse a las elecciones a la Asamblea de Madrid, a fin de reconquistar la capital del reino, con poca fortuna. Y menos aún abandonar la formación que había creado porque comenzaba su declive.

En el acto del domingo Yolanda estuvo flanqueada y hasta abrazada, por un personaje que se hace llamar Carla Antonelli, líder de la defensa de la ley trans, hasta ahora diputado del PSOE, partido que abandonó cuando éste retrasó la aprobación de la ley en el Congreso.

Antes que la candidata a presidenta de España, hablaron representantes de la gente corriente que expusieron sus deseos y necesidades. La presentadora, joven, hizo un resumen de las demandas de la gente, una señora propietaria de una tienda de comestibles, que ha llevado a cabo la propuesta de Yolanda de vender un paquete de productos comestibles básicos por un precio módico, un chico veinteañero que acusó a las generaciones anteriores de no haber luchado por los derechos laborales, y el inefable Carla Antonelli dándole las gracias a Yolanda por la aprobación de la ley trans. Ni ese señor ni ella hicieron mención alguna de Irene Montero, a pesar de lo mucho que ésta ha trabajado esforzadamente por conseguirla. Ciertamente, no puede haber mayor ingratitud.

Pero no es de extrañar, porque esta es una conducta ya conocida de Yolanda. Ella fue de las que aceptó la monarquía y la bandera nacional cuando pertenecía al Comité Central del PCE, confiesa que con lágrimas en los ojos, pero que tenía que hacerse. Tales cambios se han repetido en la larga vida política de la líder. La prensa menciona que el ascenso de Yolanda está jalonado por grandes desencuentros con hombres que le ofrecieron compartir un proyecto y que luego terminaron arrepintiéndose. El primero con el alcalde socialista de Ferrol, alianza que aceptó Yolanda a pesar de su militancia comunista y que acabó despidiéndola. El segundo con Xosé Manuel Beiras, el líder del Bloque Nacionalista Gallego y que luego se sintió traicionado. Yo asistí a la Asamblea de IU en 2015 donde Yolanda afirmaba su fidelidad y afecto a Izquierda Unida y no había terminado el mes cuando se abrazaba a Iglesias y poco después abandonaba IU. Tuvo tanta amistad con Iglesias que la hija de Yolanda le llamaba “el tío Pablo”.  Y después el propio Iglesias, que en 2021 la nombró a dedo su sucesora al año siguiente la desautorizaba. Teniendo en cuenta estos antecedentes, parece prudente que los próximos socios se blinden frente a los bandazos que suele dar la candidata en sus alianzas políticas, siempre pensando en su conveniencia, aunque hunda a sus socios.

Al final Yolanda nos informó del proyecto de Sumar. Primero repitió los logros de su mandato: el aumento del salario mínimo interprofesional y la reforma laboral.  Ninguno más, pero su mención suscitó el entusiasmo del público. Después enumeró las carencias de la gente, los tópicos habituales: la vivienda, la sanidad, la cultura, el precio de la alimentación. Y aseguró que el movimiento Sumar llega para resolver todos los problemas.

Mucho habló de cambio. Cambiar la vida de la gente, cambiar el país. Pero no explicó cuál era el cambio, excepto los temas señalados que no parecen que lleven a mucho cambio. Yolanda también se refirió a una Europa que tenía que colaborar, pero no explicó cómo se iba a hacer ni de qué forma España, una entre veintisiete países, lo iba a conseguir.

Del discurso primero de Iglesias ha desaparecido el término crítico de “régimen del 78”, convertido después en la defensa a ultranza de la Constitución, como así también la denostación de la Unión Europea ha sido sustituida por una llamada para realizar las reformas de los tratados en forma perfectamente asumible por la misma institución. Pragmatismo y posibilismo que separan a Sumar del primer Podemos, pero que se asemeja mucho al actual. Yolanda repite sus maneras, estar con el que conviene hasta que no conviene. 

No habló de los fondos buitres que se han hecho con la propiedad de las viviendas públicas, de las multinacionales que dominan la sanidad privada y la alimentación, del aumento del precio de las energías y de las hipotecas, de la inflación que arruina todo aumento salarial. Plantear tales inconvenientes en estos términos tiene un tufo de discurso anticapitalista que no conviene. Por supuesto, no iba a mencionar los presupuestos militares, las estafas del rey emérito, las subvenciones a los bancos nuevamente en quiebra, que para Yolanda y su público nada tienen que ver con la gente que sólo quiere que le vendan un paquete barato de comida.

La ausencia más dolorosa fue la de todos los temas que afectan a las mujeres: los asesinatos y la violencia machista, las violaciones, las diferencias salariales, la ausencia de mujeres en puestos de dirección, la explotación laboral y el acoso sexual. Por supuesto, no iba a pronunciarse contra la prostitución cuando tiene como primera seguidora de Sumar a la defensora de la prostitución más importante de España: la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, con su escuela de prostitución única en el mundo. Ni iba a condenar la pornografía cuando esa misma alcaldesa permite, con su beneplácito, que nos envió por escrito, rodar películas porno duro en las calles y plazas de Barcelona. ¿Para qué hablar de los vientres de alquiler si puede ser una actividad altruista? Y ni decir tiene que Yolanda Díaz es partidaria y defensora de la ley trans, dado el placer con qué se abraza a los personajes que la han impuesto en España

Pero el discurso provocó la exaltación, el entusiasmo, la emoción del público, manifestadas en continuos aplausos y algún lloriqueo.  Porque la referencia a las necesidades de la gente, el apoyo a los jóvenes, a los mayores, a los discapacitados, tocaba las fibras más sensibles de la gente que allí se hallaba. Ni siquiera las feministas que estaban en el acto, o que al menos lo fueron cuando estaban en el Área de la Mujer de Izquierda Unida, dejaron de aplaudir ante tan flagrantes ausencias. Eso sí, prometió llevar a cabo los cambios con ternura, apelación que llevó al paroxismo al auditorio.

En este acto se han utilizado todas las consignas del discurso populista: El populismo hoy se suele describir por sus críticos como el discurso que propone soluciones simples a problemas complejos, pero esta es una muy sucinta visión. Deberían precisar que tales soluciones simples son por completo irrealizables en la situación económica y política actual.

Denunciar algunas de las injusticias que afligen a la gente –ya no hay trabajadores, ni proletariado ni mujeres-, con la seguridad de quien las conoce; asegurar pomposamente que él, ella, el, la, tribuno, las va a resolver, sin detallar los métodos–suponiendo que los hayan pensado-, darle protagonismo a la gente –no hablaron los líderes políticos-,  apelar a los sentimientos: “En este buen hacer que se le exige a los dirigentes políticos, y también, para mayor contradicción, a los económicos, se apela constantemente a los sentimientos. Ya no hacen falta políticos sino psicólogos. Ciertamente aquellos que no se conmuevan con los males de sus administrados serían seres despreciables. “ (La Filosofía del Engaño” Ed. Viejo Topo, 2022)

Los asistentes al acto de Yolanda Díaz tuvieron los ojos brillantes de lágrimas, las manos hinchadas de tanto aplaudir y salieron enormemente emocionados por haber sido comprendidos, al fin, por una mujer política. Tan emocionados y comprendidos que hasta los hombres gritaban “¡Presidenta, presidenta!”. . .

Yolanda Díaz se jacta continuamente de llegar a acuerdos con la patronal, como el de la reforma laboral, por su capacidad de diálogo. Con ese propósito que anima a los gobernantes y candidatos a convertirse, como el Papa, en los mediadores del conflicto, de llevar mensajes de tolerancia, generosidad, entendimiento, colaboración, diálogo, diálogo, diálogo, parecen más predicadores que dirigentes políticos, más mensajeros de la paz que líderes revolucionarios, más misioneros que activistas. Las campañas electorales de esas izquierdas falsificadas actuales insisten en el amor como el elemento fundamental para resolver los problemas del país.

¿Y quién no quiere que le amen, que le comprendan, que le abracen, que le den la razón en sus quejas y le consuelen en sus tribulaciones? Pero los que se entreguen al amor de Yolanda que se prevengan, porque nunca se sabe cuándo dejará de amarte.  

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3 COMENTARIOS

  1. Cito:
    Los asistentes al acto de Yolanda Díaz tuvieron los ojos brillantes de lágrimas, las manos hinchadas de tanto aplaudir y salieron enormemente emocionados por haber sido comprendidos, al fin, por una mujer política. Tan emocionados y comprendidos que hasta los hombres gritaban “¡Presidenta, presidenta!”. .

    Así nos va, y siguen votando a esta chusma infumable… El nivel de la gente de este país es el que es, merecemos lo que nos está pasando. No se como la gente puede seguir creyendo que va a venir una persona a quitárselo a los que más tienen para dárselo a ellos, pues sigue funcionando el discursito… que pena…

  2. «Ella fue de las que aceptó la monarquía y la bandera nacional cuando pertenecía al Comité Central del PCE.» Os voy a dar un dato: el PCE aceptó la monarquía y la bandera nacional en 1977. Yolanda Días nació en 1971, o sea que en el 77 tenía seis añitos y difícilmente podía ser miembro del Comité Central del PCE. Este artículo es un ejemplo sangrante de posverdad: veneno puro.

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