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Lingüística para Nacionalistas – IV: “de la normalización flexible, racional y razonable del sistema educativo de Cataluña”

21 de Junio de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Como hemos apuntado ya en la última entregade esta “Lingüística para Nacionalistas, en la mal llamada normalizaciónlingüística del sistema educativo de Cataluña, se pueden distinguir claramentedos etapas: la primera puede y debe ser tildada de “normalizaciónflexible, racional y razonable”; la segunda, sin embargo, debe ser calificada de “radical”. Hoy nos ocuparemos sólo de laprimera.

Esta primera etapa fue propiciada por una serie detextos legislativos, que se escalonan entre 1975 y 1992 y que se fundamentan enla Constitución de 1978 y el Estatuto de Autonomía de 1979. En esta primeraetapa, se pueden diferenciar claramente dos fases.

Primera fase (1975-1982):enseñanzaobligatoria del catalán y experimentalen catalán. En 1975, seautoriza, con carácter experimental y como materia voluntaria, la enseñanza delcatalán. En 1978, dos nuevas disposiciones legales regularon la incorporaciónefectiva y obligatoria de la enseñanza delcatalán, en los niveles no universitarios, a razón de 3h. semanales. Estaincorporación implicó, en BUP, una reducción del horario del español y de otrasasignaturas. Por otro lado, existió la posibilidad de impartir “programas sólo en lengua catalana o en lengua española”, previaautorización  de la Comisión mixta(MEC-Generalitat), en función de la lengua materna de los alumnos, de laelección de los padres y de los medios disponibles. Además, se precisa quehabía que acoger a los niños en su lengua materna (catalán o español). En estafase no se habla todavía de “normalización”,sino del “proceso de incorporación de lalengua y cultura catalanas al sistema de enseñanza de Cataluña”.

Segunda fase (1982-1992):enseñanzaobligatoria del catalán y en catalán. Con tres nuevas disposiciones,en las que se habla, impropiamente y por primera vez, de “normalización”lingüística, se pretende profundizarla e intensificarla, siguiendo el caminotrazado en la fase anterior. En efecto, se pretende implantar y generalizar laenseñanza  del y en catalán yespañol, en todos los niveles educativos no universitarios. Sin embargo, seprecisa que los primeros aprendizajes deben ser asegurados mediante laenseñanza  en la lengua habitual (propia)de los niños, ya sea ésta el catalán o el español; esto constituye un derechoque la Administración debe garantizar y que los padres pueden ejercer. Con estapolítica lingüística se intentaba conseguir que los escolares llegasen a sercapaces de utilizar normal y correctamente las dos lenguas oficiales (“bilingüismo equilibrado”). Ahora bien, enesta segunda fase, ya se aprecia claramente una discriminación positiva delcatalán para que se convierta en la única lengua vehicular en la enseñanza.

En la etapa “pre-normalizadora” (años 60 y 70) y enesta primera etapa normalizadota (1975-1992), triunfaron las tesis coincidentesde Rosa Sensat y de Miquel Siguán: triunfaron la razón, elsentido común, la equidad, los principios pedagógicos y psicolingüísticos, asícomo el respeto de los derechos lingüísticos de los alumnos y de los padres,sobre los criterios de naturaleza política y nacionalista, defendidos por Omnium Cultural. Por este motivo,durante todo este periodo, se aplicó una política de normalizaciónlingüística flexible, racional y razonable. Con ella se intentó darsatisfacción a las demandas de los padres, adecuar el ritmo y la intensidad dela mal llamada “normalización” a los distintos tipos de alumnos, siguiendo losdictados y aportaciones de las Ciencias de la Educación, así como tratar dealcanzar progresivamente un bilingüismo equilibrado, español/catalán.

Ahora bien, este triunfo nofue el resultado de una reflexión sosegada y profunda, por parte de losresponsables de la política lingüística, sobre el peso, el valor y lapertinencia de los principios y argumentos psicopedagógicos de Rosa Sensat y deMiquel Siguán. Esta elección fue, más bien, el resultado de la coyuntura delmomento. En efecto, en esta primera fase, los responsables políticos tuvieronque ser prudentes con el ritmo y extensión inicial de la mal llamada “normalizacióndel catalán”, por una serie de motivos: por un lado, no había que provocarel rechazo, la resistencia y las protestas de los ciudadanos de Cataluña; porotro lado, no había profesorado suficiente y bien formado para asegurar la enseñanza masiva del y encatalán; en fin, tampoco estaban listos y disponibles los libros de texto y elmaterial didáctico para llevarla a cabo.

En 1992, estas deficiencias habían sido yasubsanadas gracias a la creación de departamentos de Filología Catalana entodas las universidades de Cataluña, a las Escuelas de Formación de Maestros ya un gran esfuerzo editorial (material didáctico y libros de texto). Por otrolado, los resultados de esta primera normalización no satisficieron ni las expectativasni las previsiones de los responsables de la misma. En efecto, para losnacionalistas de derechas, de centro o de izquierda, el ritmo de lanormalización había sido demasiado lento y los resultados no habían sido losesperados. Y esto era muy grave, ya que ponía en entredicho la “construcciónnacional”, que se cimenta y que encuentra su justificación en la lenguapropia de una parte minoritaria de la ciudadanía catalana; lengua que hasido, es y será, para los nacionalistas, no sólo el punto de apoyo sino tambiénla palanca con la que pretenden remover, destruir y rehacer el mapa territorialde la Península Ibérica.

Por todo ello, en 1992, el Gobierno de la Generalitat de CiU  —apoyado por la oposición de ERC, ICV-EUiA y PSC— cambió totalmente de estrategia: abandonó la “normalización flexible, racional y razonable” (tesis de Rosa Sensat y Miquel Siguán) y adoptó y empezó a aplicar una “normalización radical” (tesis de Omnium Cultural), a la que yo denomino “inmersión lingüística precoz, total y obligatoria”, de la nos ocuparemos en una próxima entrega de esta “Lingüística para Nacionalistas”.


Coda: « Je ne demande pas à être approuvé, mais àêtre examiné et, si l’on me condamne, qu’on m’éclaire » (Ch. Nodier).

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