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Lo que hacen de nosotros

31 de Enero de 2018
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Me levanté una mañana para emprender mi viaje hacia la educación y enseñanza, era la hija de una española que entraba en una escuela musulmana donde había que respetar y seguir las normas pautadas supuestamente para todos, y lejos del calor maternal al que estaba acostumbrada, me encontré con un mundo totalmente opuesto al que yo conocía, de repente habían muchos gritos y llantos de pánico hacia mi primer maestro, al que le acompañaba una jeringuilla, que según comentaba llevaba veneno mortal para aquellos que no acataran sus órdenes, dirigiéndose a mí primero advirtiéndome que los mimos y la mala educación que recibía en casa por mi madre (donde el maltrato no existía), se había acabado porque, según me explicó, el palo procedía del paraíso, y que el miedo era la guía idónea para tener a todos los niños controlados y de esta forma aprender a respetar al adulto. Como niña de 7 años mi único objetivo era poder cumplir todo lo exigido para librarme de aquella aguja venenosa y de todos los métodos de castigos que relataba.Mi nombre es Mariam y tengo 33 años, soy mestiza, hija de padre Magrebí y madre catalana, nacida y criada en Marruecos. Crecí en una cultura impuesta por creencias religiosas donde el criterio y la opinión personal están sometidos a la mayor represión social que una mujer pueda sostener, tutelada por una educación familiar liberal y también desestructurada. Por ambas cosas fui orientada por quien tenía atribuída esa función de pedagogía y así evolucionó mi aprendizaje. De ello nace y se crea mi personalidad en la sociedad.La ausencia de una infancia equilibrada trascendería mas tarde en un sin fin de anécdotas que iré relatando (en la medida de lo posible). Aquí comienza mi relato de lo que ha sido y es una interminable lucha por sobrevivir viendo y padeciendo atrocidades e injusticias que, aunque parezca mentira, existen a nuestro alrededor, aunque sean ignoradas o camufladas para el mundo occidental.Antes de comenzar con mi relato, es preciso reconocer la importante labor que Europa está haciendo para combatir el racismo, pues en mi experiencia personal ha servido para darme fuerza y sentirme amparada por los derechos que aquí se nos reconocen.Mi cuerpo y mi mente conviven cada día con unas cicatrices causadas por las ideas y las palabras que nunca nadie pudo silenciar.Mi historia, como la de muchas otras personas, es la de cómo sentirse extranjero ante una manera de entender la vida de una sociedad que te impide ver el mundo mas allá de la sumisión y la obediencia.Cuando cerramos los ojos y silenciamos nuestra opinión dejamos de ver lo que hacen de nosotros.
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