Luzia, la boda del circo y el sueño

12 de Febrero de 2023
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Cirque du Soleil ha reformulado el espectáculo con producciones que reparten talento, y un esfuerzo que nos hace deleitar. Luzia, inspirada en México, es su última propuesta. Luzia es arte cuando cae en manos de creadores radicados en el Canadá francés. Es la 38ª producción itinerante de Cirque du Soleil, que se estrenó el 21 de abril de 2016 en Montreal. Ya ha congregado a casi cinco millones de espectadores en varios continentes.

La orquesta de Luzia la dirige Daniele Finzi Pasca y co-escribe Julie Hamelin Finzi. El espectáculo lo inspira México. Palabras, colores, sueños, paisajes y cultura azteca se susurran al espectador. El alma irredenta del pueblo hermano pululan por un espectáculo que, de entrada, merece aplauso.

Una nueva carpa (Grand Chapiteau) cuenta con un diseño diferente al que conocíamos de franjas amarillas y azules. Representando al sol, a la luna y a las órbitas planetarias. La carpa es blanca con sugerentes dorados. Esta es la forma y entraña el norte que evocan el maridaje, el frenesí, de Cirque du Soleil y México.

Otra novedad son los miles de litros de agua que precipitan en el espectáculo. El líquido elemento tiene 94.657 agujeros por donde colarse hasta un aljibe 3.500 litros. Es, la verdad, lo que más impacta de los artistas con base Quebecois, aunque se reparten entre 26 nacionalidades. El elenco se sincroniza, con sumo oficio, para impresionar y encantar al público.

Fotos: ANDALUCÍA VIVA.

Sevilla disfruta del Circo

La gira internacional de Luzia tiene parada en Sevilla, donde Cirque du Soleil, tiene legión de seguidores. Desde el 3 de febrero hasta el 25 de marzo hay oportunidad de disfrutar lo que entraña una sucesión de emociones que atrapa desde el primero momento a toda clase de público. Eso sí, preparen el bolsillo para las entradas, el parking y lo que puede comprarse debajo de la carpa. A cambio, encontramos algo de y para VIPs.  

El espectáculo lo abren Eric Koller y Helena Merten corriendo, gesticulando y dando coba al body language entre 5.000 flores de cempasúchil. Posteriores saltos, aros y cintas irrumpen en el escenario circular que preside un gran círculo vertical que atrapa cualquier ojo con colores, matices, luces y se va transformando.

El Disco es de 6,9 metros de diámetro, pesa 2.000 kilogramos y lo sustenta la Cobra, una grúa oculta que lo mueve y puede girarlo horizontalmente 360 grados en ambas direcciones.

Palabras, colores, sueños, paisajes y cultura azteca se susurran al espectador. El alma irredenta del pueblo hermano pululan por un espectáculo que, de entrada, merece aplauso

El ritmo de Luzia se mantiene con números de ruedas, trapecio, payasos playeros y un excelente equilibro sobre bastones que suben por la carpa que da un vértigo razonable hasta el pánico que insinúa el equilibrista. No teman, no pasa nada. Todo está muy ensayado.  

Malabares con balones de fútbol que ejecutan Abou Traoré y Emmi Bjorn mandan al rincón, los empequeñecen, a los astros que cobran millones haciendo el tonto con la pelota cuando los ficha su nuevo para deleitar a la afición que paga el negocio del balompié.  

Una lluvia que se controla de la cúpula de la carpa y un desfile de percusionistas cierran el telón circular del circo de su primera parte. Eric Koller reaparece en el escenario para seguir derrochando sabiduría con una mímica que ya la quisieran los mejores profesionales de la materia.

Las piezas de la primera mitad de Luzia causan asombro, embrujo, y nos persuade que nada es fruto del azar pues acróbatas, payasos, figurantes, bailarines o músicos están perfectamente sincronizados. Decíamos que el agua irrumpe en el espectáculo. Lo hace por mando electrónico gracias a una visualización gráfica de agua. Las imágenes interactúan con los artistas y apoyan los distintos números donde el agua es parte del espectáculo.

El vestuario de los distintos artistas que aparecen ante quien disfruta Luzia es cómplice con lo que percibimos. La vocalista usa distintos trajes que ponderan lo azteca en claro homenaje a la artesanía tradicional. El agua precisó que los zapatos de los artistas se rediseñaran, al igual que los trajes que tienen material que acelera el secado

La segunda parte de Luzia abre con postes y mástiles donde entrecruzan sus cuerpos diferentes artistas. Nos estremecemos ante un columpio de vértigo que evoluciona a 360 grados con Mikita Paulenka a bordo. Más cantantes, un jaguar de cartón piedra que parece salido de la selva centroamericana más unas correas aéreas a las que siguen malabares de exquisita factura sustentan el interés del público que ininterrumpidamente aplaude lo que excita sus sentidos.

Las contorsiones de Aleksei Golobodorovko merecen un aparte. Nuestros ojos ven a un humano. Pero la vista acaba percibiendo un cangrejo, alguien que no tiene huesos y es flexible hasta lo infinito. El cuerpo humano con el contorsionista pierde de vista, casi siempre, sus estándares. Es increíble lo que una persona puede lograr de su propio cuerpo. Ver para creer.

Un payaso buzo (otra vez Koller), cáctus con humanos dentro (Gerardo Ballester, Enya White, y Emmanuel Cyr) anticipan unos columpios rusos literalmente de vértigo por la proeza que entraña desafiar las leyes naturales por las que el peso cae sobre el suelo. No queda nada que cubrir en el espectáculo salvo un fin de fiesta donde los animales tienen dentro personas. No son exhibidos en carne y hueso como antaño para divertimento de un personal que creía que se obviaba el sufrimiento animal. Olé por los canadienses. Olé por sus patrocinadores, la aerolínea de bandera norteamericana y México. Olé por apoyar al respeto animal.

Fotos: ANDALUCÍA VIVA.

De todas formas, los artesanos de Cirque du Soleil crearon 6 cabezas de cocodrilo, 1 chal de iguana, 1 cucaracha, 1 saltamontes, 1 armadillo, 1 de serpiente, 5 cabezas de pez espada y 3 cabezas de atún. Lo más espectacular fue un gran armadillo y un caballo.

Ya relatábamos en Diario16 con ocasión del estreno de Kooza que el espectáculo era total. Luzia no defrauda las expectativas, sale airosa de cómo escrutamos su oficio que obviamente tiene mucho ensayo y talento impreso. El fin de fiesta de Luzia fue colorido, onírico, feliz e impregnado de una música que añade valor al espectáculo. Por su especial contribución a la banda sonora de los sentidos citamos al elenco musical.

Lo preside Sebastien Laurendeau, que acompaña su batuta con el bajo y la percusión. Felipe Saray está tras lo teclados, acordeón y guitarra. Yumer Vivas es el percusionista. Edward Plater toca la trompeta y el fiscornio. La tuba y el bambardino lo ejecuta Juan David Pavas. Benoit Martin toca la guitarra y el charango, siendo la iluminada Majo Cornejo quien deleita con una voz fuerte, firme y sugerente durante todo el espectáculo.    

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