«La UE solo funciona y trabaja para los multimillonarios y multinacionales que gobiernan en la sombra»

06 de Mayo de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Miguel Urban 03

Miguel Urbán puede habercambiado en su aspecto físico, ya no tiene el pelo largo, por ejemplo, como lollevaba cuando, en 2014, saltó a la luz pública como uno de los fundadores dePodemos. Sin embargo, el eurodiputado es un hombre con una fuerte lealtad a losprincipios ideológicos que ha defendido desde que comenzó su activismo en los añosfinales del siglo XX. Urbán ha participado en el movimiento estudiantil, elmovimiento antiglobalización, y, sobre todo, en el 15M. En la actualidad eseurodiputado en el Grupo de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda VerdeNórdica. Aunque es uno de los fundadores de Podemos, se desvinculó del partidomorado el pasado mes de febrero, al mismo tiempo que otra de las principales representantesde la corriente anticapitalista, Teresa Rodríguez.

Voy directamente a lo que muchos ciudadanos y ciudadanas se plantean: ¿Europa está cometiendo los mismos errores que en la crisis de 2008 y la insolidaridad de ciertos países va a dejar atrás a cientos de millones de personas?

Lo primero que hay queaclarar es que Europa no es lo mismo que la UE. Esta última, se percibe como unelemento de insolidaridad, así como sus estructuras. La UE no creo que estécometiendo errores, aplica las mismas medidas que vimos en 2008 y sobre todo enla crisis de la deuda de 2010.

La estructura de la UEestá construida justamente para esto. Es una institucionalidad en la cual, desdeel Tratado de Maastricht, se constitucionalizó el neoliberalismo como la únicaforma de actuar: como la única política económica posible en Europa.

Ahora mismo lo que vemoses una Unión Europa que se niega a ser solidaria al no mutualizar las deudasque suponía sacar adelante los coronabonos. No se quedó ahí. Insistió que laúnica forma de acceder a una financiación necesaria para los países del sur erapasando por el MEDE.  Lo que significaque vuelvan los hombres de negro, y los memorandos. El regreso de la condicionalidadcomo norma y que cuando accedamos al MEDE nuestra economía esté intervenida porlas instituciones europeas. Fundamentalmente por el Eurogrupo y el BancoCentral Europeo. 

Hemos visto que EE UU,Japón e incluso Reino Unido -que hace poco ha activado el artículo 50 y ha dadocurso al Brexit- utilizan sus bancos centrales para financiarse de formadirecta sin tener que acudir al mercado secundario de la deuda. El problema esque en nuestro caso el Tratado de Maastricht constitucionalizó elneoliberalismo como única forma posible de política económica en la UE. SegúnMaastricht, el Banco Central Europeo tiene prohibido prestar y dar líneas decrédito de forma directa a los Estados Miembro. Y esto es una cuestión que estádemostrando la inconsistencia y, sobre todo, las fallas de un proyecto pensadopara los mercados y los mercaderes, pero no para los pueblos de Europa. Unproyecto que ha construido un continente de millonarios a costa de millones depobres.

Muchas veces, cuando criticasa la UE, la pregunta subsiguiente siempre es:  ¿qué queréis, saliros de la UE? Y larespuesta es clara NO, queremos salirnos de Maastricht. Para hacer otraspolíticas, para hacer política y para salir de esta crisis.

¿El Covid19 está mostrando el fracaso del actual proyecto europeo?

En este sentido no creoque el coronavirus esté mostrando el fracaso del proyecto europeo. Yo creo quelo que está mostrando es la verdadera cara de la UE y sus limitaciones a lahora de poder entender las necesidades de los pueblos y sus ciudadanos. Estamosen una UE incapaz de responder a las necesidades sociales y económicas de lasmayorías. Es una Europa con un corsé neoliberal que solo funciona y trabajapara los multimillonarios y multinacionales que gobiernan en la sombra esteproyecto y que obviamente se benefician.

Creo que hay que rompercon una lógica que hemos visto durante este tiempo. Se decía que la crisis desolidaridad en la UE era una cuestión de Países Bajos y Alemania contra Españae Italia. Pero no. Esto es una lucha entre las élites holandesas y alemanas ensintonía con las élites españolas e italianas para impedir un proyecto europeo diferenteal actual que esté al servicio de las mayorías sociales.

Pero no solo hemos vistola incongruencia de Maastricht y esa imposibilidad del BCE para financiar a losEstados. Al no hacerlo, generan además un inmenso negocio para la bancaprivada. Pero es que, por si fuera poco, hemos comprobado en la práctica que eltecho de gasto es una verdadera locura. En general y desde siempre, perotambién en la práctica cuando intentamos atender crisis y pandemias como laactual u otros desafíos que Europa tiene encima de la mesa.  Hay que trabajar por un cambio de modeloproductivo en clave ecosocial y ecosocialista que pueda atender la emergenciaclimática. No basta con que el Parlamento Europeo o el Congreso la declaren.Necesitamos acciones. Pero las camisas de fuerza neoliberales de la actual UEhacen imposible que podamos atender las necesidades de las mayorías sociales.Ese es el verdadero proyecto europeo que hay ahora mismo. Esa es la UE realmenteexistente.

¿Cómo se puede entender la actitud del Partido Popular cuando votó en el Parlamento Europeo en contra de los intereses de la ciudadanía española?

Porque no es una cuestióndel norte contra el sur -Alemania o Países Bajos contra España o Italia-. Aquíopera el eje izquierda-derecha. Vimos cómo ante una enmienda de Verdes y denuestro grupo de la Izquierda Unitaria Europea que proponía eurobonos ymutualización de la deuda a nivel comunitario, la izquierda holandesa, alemanay nórdica votaron a favor. Sin embargo, la derecha, tanto del sur como delnorte, votó en contra.

El Parlamento Europeo esun buen puesto de observación para mirar más allá de las rivalidades nacionalesy detectar los verdaderos proyectos de los partidos y a quiénes sirven enrealidad. En la legislatura pasada vimos cómo dos fuerzas políticas queteóricamente no tienen nada en común y que se pelean constantemente en elEstado español, como son Ciudadanos y Junts Per Catalunya, compartían grupoparlamentario y votaron igual en el 84% de las ocasiones. ¿Por qué? Porque tienenel mismo modelo neoliberal económico y de sociedad para Europa.

La falta de respuesta de la UE a la situación actual y la anteposición de los intereses de determinados países a los generales de los ciudadanos, ¿acrecentará el euroescepticismo basado en los nacionalismos patrios?

En un país ‘euro-entusiasta’como el español se ha caído la careta de esa UE supuestamente garante de laslibertades y los derechos sociales. Ya se muestre tal y cómo es: una Europaneoliberal que legisla y trabaja fundamentalmente por la libre circulación decapitales, de los mercados y los mercaderes; y en cambio deja atrás a susciudadanos y a los pueblos del sur.

Ante esto, vemos que porprimera vez en mucho tiempo Europa está en el debate español. Eso es algo quellama la atención. En muchos países Europa es un elemento central. En cambio, eltradicional ‘euroentusiasmo’ español asumía acríticamente todo lo que venía dela UE y sacaba a Europa de los debates, no solo de los medios de comunicación,sino también dentro de los partidos.

Es bueno que ahora sediscuta sobre Europa en el Estado español. Ante la situación actual, vamos aver un brote de euroescepticismo en una parte importante de la población. Ya hapasado en Italia o Portugal, donde en las últimas elecciones europeas solo votóel 25% de la población. Aunque más que un escepticismo, creo que estamos viendoun cierto hastío ante esta UE.

Y aquí hay variasposibilidades. Existe la opción de que algunas fuerzas planteen un repliegue identitario,nacional, xenófobo y excluyente como hemos visto en otras fuerzas de extremaderecha europea. Sin plantear la ruptura al estilo Brexit, sino apostando poruna reformulación de la UE menos federalizante. Hoy buena parte de las derechasradicales europeas se han vuelto euro-reformistas: ¿para qué romper con la UEsi pueden ganar mayorías, conservar los elementos que más les benefician,bloquear los que no y fortalecer desde esas posiciones su propuesta política?Eso es lo que están haciendo actualmente Salvini, Le Pen, Orbán o Kaczyński.Seguramente sea lo que defienda de una forma más clara Vox.      

Ante esto, nosotrostenemos la oportunidad también desde la izquierda de plantear una enmienda a latotalidad a esta UE. Porque algunos somos profundamente anti-UE, a la vez queprofundamente europeístas. Entendemos que no hay mayor sabotaje al proyectoeuropeo que la actual UE neoliberal. Y es mejor cuestionar esta UE, antes quese empiece a cuestionar la idea de un proyecto de Europa. Por eso tenemos quesumar a más gente a una iniciativa que debería partir de la premisa de darle lavuelta a Europa.

Esta caída de caretas,esta eliminación del maquillaje democrático y social de la UE, puede permitirque el debate se abra y no solo se den los repliegues nacionales identitariosque estamos viendo en otros países.  

Existe otro euroescepticismo que está basado en la falta de respuesta de Europa a las necesidades reales de la gente, ¿las mayorías en el Parlamento Europeo han dado definitivamente la espalda a sus ciudadanías?

El Parlamento Europeo havotado en relación con las mayorías que existen en la propia cámara, las cualesestán muy escoradas a la derecha. No solo la Gran Coalición tradicional desocialistas, liberales y populares, que gobiernan con sus políticasneoliberales la UE, sino que tenemos también diferentes grupos de extremaderecha con bastante peso, xenófobos, excluyentes y autoritarios, peroigualmente ultraliberales en sus propuestas económicas.

La izquierda, por suparte, cuenta con un peso limitado, incluso sumando a los grupos Verdes y elGUE/NGL -del que yo formo parte como Anticapitalistas-. Pero dentro de LosVerdes hay representantes austriacos, cuyo partido gobierna en su país con elPP más duro y xenófobo posiblemente de Europa. Algunos verdes tienen posturassocioliberales. Y por nuestra parte, el peso de la izquierda, por desgracia, esescaso.

Pero lo único importanteno debe ser ganar o perder las votaciones en el Parlamento Europeo. Es muyimportante que reconstruyamos movimientos y coordinaciones europeas desde abajoque justamente trabajen por la necesidad de darle la vuelta a Europa: rompercon camisas de fuerza como son los Tratados de Maastricht o Lisboa. Se puedenconstruir movimientos que se relacionen a nivel europeo y que pongan encima dela mesa medidas de emergencia social, ecofeministas y ecosocialistas de cambiode modelo productivo a nivel europeo. Es un elemento central. La plataforma delPlan B en Europa ha supuesto la coordinación de numerosos partidos ymovimientos a escala regional, es el momento de que le demos un nuevo impulso.

Ahí la izquierdaalternativa tenemos que jugar un papel decidido y ese papel tiene que serindependiente del socialiberalismo. Esa otra Europa difícilmente vendrá por lasvías que transitan la mayoría de los partidos socialistas que llevan más de 40años gobernando en gran coalición la UE, erigiéndose como corresponsables yculpables de la UE neoliberal que tenemos ahora mismo. Necesitamos unaseparación y una independencia política clara si queremos tener un discursosocial y político creíble sobre Europa.

La crisis sanitaria actual y la falta de respuesta de Europa, ¿está alimentando el auge de la extrema derecha?

Es demasiado pronto paraver los resultados que puede tener el ascenso de la extrema derecha.Evidentemente se abre una ventana de oportunidad para la crítica al modelo deconstrucción europea neoliberal con proyecto desde la izquierda einternacionalista que le dé la vuelta a Europa. Pero también por la derecha enrepliegues identitarios y xenófobos.

La gran dificultad es queel peso específico y numérico de las organizaciones de extrema derecha en elconjunto de Europa es infinitamente mayor hoy en día que el de la izquierdaalternativa.

Seguramente los partidosde extrema derecha podrán utilizar las imposturas de la UE para poder aglutinarcierto electorado de protesta. Incluso estamos viendo como la extrema derechaen el gobierno en Hungría y en Polonia utiliza también el Covid como coartadapara acelerar sus políticas xenófobas y autoritarias. Hungría es un casobastante claro: con la aplicación de la Ley de Emergencia, se puede encarcelardurante un máximo de cinco años a periodistas críticos, cerrar páginas web eincluso cerrar el Parlamento y gobernar por decreto. Esa ley no tiene fecha definalización. Lo que es bastante grave.

Por su parte, el partidoLey y Justicia en Polonia aprovechó el revuelo de la pandemia para intentar limitarnuevamente el derecho al aborto, resucitando una ley que no había salidoadelante gracias a la movilización del movimiento feminista polaco. Atacaron deesta manera a las mujeres justo ahora porque durante la pandemia la gente no sepuede movilizar, ni salir a protestar. Afortunadamente la presión social ycierta presión internacional han conseguido pausar momentáneamente esacontrarreforma.

Estamos viendo cómo los gobiernosde ultraderecha aceleran sus medidas autoritarias, utilizando muchas veces a laUE como chivo expiatorio para justificar ciertas medidas o para victimizarse,explotando así cierto nacionalismo victimista. El Gobierno de Viktor Orbán lohace constantemente.

En cambio, en el conjuntode la extrema derecha observamos una actitud muy parecida a la de Vox. Muyagresiva y con recursos constantes a la desinformación, los bulos y a las fakenews a través de las redes sociales. Quieren diseminar esta lógica muy curiosade cierto internacionalismo de la extrema derecha durante el confinamiento. Esalgo que estamos viendo en EE UU o en Brasil con Bolsonaro. Y sin duda hayciertos vasos comunicantes para que la extrema derecha calque teorías de laconspiración como las que está difundiendo Trump sobre la autoría china delvirus. Bulos que, por cierto, ya se habían difundido antes en Italia.

Hay quien afirma que estamos ante una situación similar a la de la década de los 30 del siglo XX en referencia a ese auge de los partidos ultras, ¿está de acuerdo o es un paralelismo demasiado obvio?

Marx dijo que la historiasolo se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa. Noestamos ante el mismo contexto que los años 30 del pasado siglo con laemergencia de los fascismos en entreguerras. Es verdad que nos aproximamos alas puertas de una crisis social, económica, e incluso sanitaria inaudita parageneraciones de europeos. 

Es verdad que hay unaemergencia de las fuerzas de ultraderecha. Pero no creo que estemos ante lavuelta de los fascismos, sino más bien ante una regresión autoritaria, unainvolución democrática, en el que la extrema derecha es su elemento másdescarnado. Pero hay una diferencia clara con el siglo XX. Entonces habíarevoluciones en marcha y un movimiento obrero que planteaba una alternativareal al modelo capitalista. Ahora por desgraciada no.

Los fascismos nacieroncomo una forma de aplastar a ese movimiento obrero, al no poder hacerlo con losaparatos del Estado. Necesitaban la implicación de una parte sustancial de lasociedad, que es donde los partidos fascistas juegan un papel clave. No estamosen esa situación ahora mismo ni en Europa ni en el mundo. Los partidos deextrema derecha actualmente no están construyendo grupos paramilitares yorganizaciones sociales anejas o dependientes de su propia estructurapartidaria con la idea de eliminar físicamente a las organizaciones obreras.Estamos viendo la emergencia de una extrema derecha con mucha capacidad comunicativaen las redes sociales, que incluso conecta con ciertos movimientos identitariosmás juveniles y neonazis. Pero que no representa una reedición neofascista.

Hay un cierto rebrote deorganizaciones neofascistas, pero éstas justamente no tienen apoyo electoral,salvo en Hungría, donde el Jobbik es la segunda fuerza, justamente después delpartido de Orbán. En Italia CasaPound -similar a Hogar Social- no consiguiórepresentación en las últimas elecciones. Lo mismo que Pegida en Alemania.

Pero, aunque sea unasituación diferente a la de los años 30 del siglo anterior, ello no significaque no estemos ante un momento muy complicado económica, social ypolíticamente, con una extrema derecha autoritaria, totalitaria, misógina,homófoba, racista y xenófoba. Todo ello supone un verdadero peligro para lademocracia y los derechos de las clases populares europeas. Y nunca se debemenospreciar.

Usted ha publicado recientemente un libro, La emergencia de Vox. Apuntes para combatir a la extrema derecha española, ¿cómo traslada sus conclusiones a la situación actual?

El libro es un intentomodesto de explicar el fenómeno de Vox. De dónde viene, las raíces de laderecha y la ultraderecha española, y ponerlo en su contexto europeo einternacional. Analizar los elementos claves de su estrategia comunicativa, sudiscurso y propuestas políticas.    

Este libro lo que nospermite ahora es comprobar en parte y entender ciertas dinámicas que estamosviendo -no solo en Vox, sino en la derecha española- de enfrentar la crisis delCoronavirus para hacer oposición al Gobierno. Lo que da algunas pistas de laderecha que nos vamos a encontrar cuando salgamos del confinamiento. Unaderecha hipermovilizada, ultramontana, con tics golpistas y autoritarios. Muyparecida al movimiento neocon estadounidense, al Tea Party. Más parecida dehecho a las lógicas de Bolsonaro o de Trump que a las de Le Pen o Salvini enmuchos casos, como estamos comprobando por ejemplo con el tipo de críticas quehacen al confinamiento.

Lo que busca el libro esaportar herramientas para entender esta extrema derecha y, más en concreto, paraintentar anticipar cuál será su estrategia en el próximo periodo. Y cuandohablamos de extrema derecha ultramontana hablamos de Vox, pero también incluye abuena parte del PP. Comprenderla es un primer paso para poder combartirla.

Hablemos ahora de España, ¿qué valoración hace de la acción del gobierno respecto a la crisis sanitaria?

No tengo elementossuficientes para valorar la intervención del Gobierno en cuestión sanitaria. Nosoy un experto. Creo que hay demasiadas personas hablando sobre asuntos quedesconocemos. Evidentemente sí se puede sacar una lección de todo esto: losrecortes matan. Lo estamos viendo de una forma especialmente sangrante en laComunidad de Madrid o en Cataluña, donde se hicieron recortes salvajes. Si hayque sacar una conclusión de esta crisis es que toca reforzar lo público,nuestra sanidad y la propia financiación del Estado en cuestiones médicas. Adía de hoy creo que lo piensa la mayoría de la población española.

Desde un punto de vista social, ¿se está quedando corto o está desaprovechando oportunidades para aplicar medidas que prioricen a las personas frente a las élites?

Más bien esto último.Vivimos una crisis sanitaria y social. El coronavirus cae en un terreno abonadopara que derive en una crisis económica y social muy compleja. Todos losindicadores ya estaban anunciando antes de la pandemia que nos acercábamos auna crisis económica muy importante. La duda era cuándo iba a llegar. Estapandemia va a acelerar y acrecentar esa crisis y, de momento, las medidas delGobierno han sido insuficientes en lo social.

Alguna gente dice,‘bueno, siempre será mejor que lo que hubiera hecho el PP’. Claro,evidentemente, porque no son el PP. Hasta ahí podría llegar la sombra delbipartidismo. Pero esa comparación odiosa no debería cegarnos ante la evidenciade que son medidas insuficientes para apoyar a la clase trabajadora. ElSindicato de Inquilinos, por ejemplo, está promoviendo una huelga dealquileres. Creo que desde el Gobierno tendría que haber impulsado unamoratoria real y una excepción de pagos en estos meses como están pidiendoestas organizaciones.

El acceso recursosbásicos es la cara más visible de la emergencia social, y ahí no se han llevadoa cabo medidas lo suficientemente valientes. Lo mismo con el empleo: no se hanprohibido los despidos, solo se han dificultado, se han encarecido, pero no sehan prohibido. Lo vamos a ver dentro de unos meses cuando tengamos datos delparo realistas. El propio Gobierno ya estima que podríamos estar rondando el18% de desempleo y una caída del 10% del PIB. Eso es un shock en toda regla.

Vamos a necesitar medidasmucho más valientes por parte de las instituciones. El problema es pretenderfiar esa tarea a un gobierno de coalición donde una fuerza como Unidas Podemos cohabitade manera subalterna con otra socioliberal como el PSOE. Y ya hemos visto cómoel Partido Socialista gestiona las crisis. Sabemos también de qué pie cojea NadiaCalviño, un agente de la Troika con sillón especial en el Consejo de Ministros.

Por eso no podemos dejarleni la iniciativa ni la responsabilidad total al Gobierno y a las instituciones.La sociedad civil, las organizaciones sociales, la izquierda alternativatenemos que poner en marcha un proceso de movilización desde abajo por un plande emergencia social. Por un lado, fortaleciendo tejido asociativo y lanzando iniciativassociales concretas como las del Sindicato de Inquilinos, los bancos dealimentos, las redes de apoyo, etc. Por otro, pero partiendo y apoyándose enesto primero, todo esto debe movilizar. Cuando acabe el confinamiento, tenemosque salir a la calle. Hace falta reinventar formas de acción colectiva que nospermitan presionar para avanzar en medidas que verdaderamente pongan a lasclases populares por encima de los intereses de las élites. Y sí, claro: va aser muy difícil.

También hay que ser muycríticos con la posición de los sindicatos mayoritarios. Es más urgente quenunca reconstruir un sindicalismo de clase y combativo que pueda mostrar sualternativa e independencia al Gobierno, pero sobre todo a los intereses de lapatronal. Escuchar al secretario general de CCOO decir que no hay margen parauna subida de impuestos o escuchar a un dirigente sindical de UGT y no tenermuy claro qué ni sobre todo a quién está defendiendo, es para que se te caigael alma a los pies.

La utilización de intermediarios privados, como los bancos, para gestionar las ayudas a autónomos, pequeños empresarios y familias, con todas las denuncias que están surgiendo, ¿no indica que sería fundamental que esas ayudas fueran gestionadas directamente por el Estado?

Sí, evidentemente es unerror que se utilicen esos intermediarios para gestionar esas ayudas. Otradeficiencia más que muestra la timorata respuesta del Gobierno español anteesta crisis.

¿Es el momento de crear una banca pública o que, en este momento, se utilice a Bankia, de la que el Estado es el máximo accionista, como único gestor de esas ayudas?

Creo que habría queavanzar justamente hacia una banca pública que pudiera ser entendida como unbien común para la ciudadanía. Habría que hablar no solo de Bankia y el ICO, sinotambién de expropiar ciertos sectores estratégicos para la economía. O que las ayudas públicas a grandesempresas se traduzcan en entrada del Estado en su accionariado. Una bancapública debería ser un medio y un fin, porque los servicios financieros son unservicio público, especialmente en tiempos de crisis. Por eso debería ser unade las metas de este Gobierno y parte de los resultados de los supuestos“rescates” que vengan.

¿Cuál sería su apuesta para salir de esta crisis?

Lo primero poner los intereses de las clases populares por encima de los intereses de las élites. Que aquello que decimos de que “nuestras vidas valen más que sus beneficios” no sea solo un eslogan, sino que se haga política de gobierno. Durante demasiado tiempo hemos visto cómo una minoría peligrosa que se cree una aristocracia, se niega a pagar impuestos mientras acumula riqueza como nunca antes en otras fases de la historia. Jamás hemos estado ante una sociedad tan desigual en Europa.
Esto es culpa justamente de una oligarquía que gobierna sin presentarse a las elecciones. Vivimos desde hace décadas una especie de revuelta de los privilegiados que acumulan más privilegios a costa de la miseria de las mayorías.

Pero más allá de esacaracterización, hoy hay una pregunta concreta encima de la mesa: ¿cómo vamos aafrontar esta crisis, haciendo recaer de nuevo el peso de los “rescates” sobrelas y los trabajadores, y las clases populares, o por primera vez vamos aenfrentar a esa oligarquía convertida en minoría peligrosa? Y enfrentarlasupone poner encima de la mesa un elemento clave: el reparto de la riqueza.

Y esto implica hablar deimpuestos y de tasas. Desde Anticapitalistas hemos lanzado una idea que nosalegramos que otras partes de la izquierda como Unidas Podemos o Más País esténrecogiendo: cómo aplicar una Tasa Covid al patrimonio y a las multinacionales. Peroesto solo puede ser el principio de una estrategia mas ambiciosa de reparto dela riqueza como elemento clave para combatir ladesigualdad, todas las desigualdades crecientes, plurales e interconectadas,interviniendo en las realidades que son fuente y reflejo de esa desigualdad,como la fiscalidad, la precariedad, la austeridad y/o el poder corporativo.

Justamente para que seaesa minoría peligrosa la que pague, con una parte de su riqueza, la salida dela crisis que viene y el necesario cambio de modelo productivo. Porque no hayque hablar solo de un mejor reparto de la riqueza, sino que también tenemos queponer encima de la mesa el reparto de los trabajos. Trabajar menos paratrabajar todos, justamente cuando vamos a enfrentar una crisis de paro tansalvaje. Y para poder trabajar menos repartiendo así los empleos y la riqueza, necesitamosun profundo cambio de modelo productivo que rompa de una vez por todas con unamanera de producir, comerciar, consumir y de vivir tan catastrófica e ilógicadesde el punto de vista ecológico y social. Que en toda Europa no hubiera niuna sola fábrica de mascarillas ni de respiradores porque todas habían sidodeslocalizadas en China y en el Sudeste asiático es revelador de ese sinsentido.

Tenemos que hablar de unareindustrialización de España y de Europa para fomentar ese cambio de modeloproductivo que esté al servicio del bien común, de los intereses del planeta ylas mayorías sociales. Y eso significa también la nacionalización de sectoresestratégicos como el de la energía, ciertos sectores industriales o una bancapública. Todo esto se tiene que poner encima de la mesa. Porque hemoscomprobado, y es una de las cuestiones fundamentales de esta crisis, que elcapitalismo no es capaz de asegurar el bien común, ni de asegurar la vida enuna pandemia como esta.

Ahí es donde tenemos queactuar. Y no podemos esperar. El momento es ahora. Tenemos que plantear desdeya una salida anticapitalista y ecosocialista a la nueva crisis que ya estáaquí. Para que por una vez se rompa la norma y quienes paguen sean los ricos.Porque nuestras vidas valen mas que sus beneficios.

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