Así se salvó la prórroga del estado de alarma

06 de Mayo de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Sanchez Estado de Alarma

Horas de tensión. Eso es lo que están viviendo, no sólo losequipos negociadores de los diferentes partidos, sino millones de personas queestán conteniendo el aliento ante lo que pueda salir del pleno que se celebra hoyen el Congreso de los Diputados. Las miradas van a estar pendientes de lo quedecidan los representantes del pueblo, legítimamente elegidos por la ciudadanía,respecto a la prórroga del estado de alarma. No mantenerlo hasta el momento enque no haya contagios, como se ha hecho en otros países, sería unairresponsabilidad por parte de la clase política que los hombres y mujeres que nacierono viven en España no podrán perdonar.

No está en juego tal o cual ley, ni siquiera una enmienda ounos presupuestos, lo que se dirime a partir de las 10 de la mañana es si lospolíticos están dispuestos a poner millones de vidas en juego por defender unosintereses que, hoy en día, deberían quedar en un segundo lugar. Ante algo tanserio como es la salud, el partidismo queda en un segundo plano porque,entonces, la política quedaría como la defensa egoísta de unos interesesespurios y no como un acto de servicio al pueblo.

En el lado de la derecha, de esos conservadores de los quese espera sentido de Estado y que tanto se les llena la boca con elpatriotismo, de ese partido que fue clave para crear y reforzar la democracia, elenrocamiento del PP se hace incomprensible. Tal vez sean las presiones de lapatronal, de las grandes empresas y de la banca para intentar forzar algobierno a que no siga adelante con las reformas del mercado laboral que seencuentran en el programa de coalición. Tal vez, ante la mala valoración que danlas encuestas a la estrategia realizada por Pablo Casado, pretendan ganarse auna parte del electorado saboteando, que no haciendo oposición, al gobierno decoalición. Tal vez, pretendan asaltar el fortín de Vox y recuperar a los votantesque se marcharon para quedarse definitivamente con Santiago Abascal. Tal vezestén necesitando presentar un pacto como una victoria cuando, en realidad, noes el momento de plantear la política como una batalla. La realidad es que enel PP hay miedo a que los ultras les den el sorpasso y precisen aumentar supresión al Gobierno, llegando, incluso, a pretender socavarlo poniendo enriesgo las vidas y la salud de millones de ciudadanos.

En realidad, no se trata de gestos, enrocarse como lo estáhaciendo viene de la intención de aprovechar la crisis para aplicar laspolíticas neoliberales que tanto daño han hecho a este país. La presidenta dela Comunidad de Madrid está mostrando el camino que en Génova se va a seguir yya ha planteado una liberalización del suelo y eliminar las licencias urbanísticasque no es otra cosa que volver al modelo de Aznar de buscar para el pueblo unafalsa prosperidad. La misma Isabel Díaz Ayuso apostó en la Asamblea de Madridpor incrementar la colaboración público-privada que no es otra cosa que potenciarlas privatizaciones. ¿Esto es lo que realmente quiere el PP? Esto es, enrealidad, el deseo de las élites a las que defienden, las clases dominantes queen medio del confinamiento se cogen su avión privado y se marchan a otro país oque se llevan su dinero a paraísos fiscales.

Sin embargo, si lo que el PP quería para desenrocarse erangestos, poner banderas a media asta, crespones y hasta monumentos en honor alas víctimas, posiblemente el Gobierno la haya puesto encima de la mesa. Lomismo que las medidas de desescalada para las comunidades autónomas que, enalgunos casos, ya han recomendado a Casado que permita una prórroga del estadode alarma.  

 Respecto de losnacionalismos de derechas, que también han estado negociando con el Gobierno,sobre todo el PNV, no es el momento de plantear más concesiones o de poner comocoartada para no apoyar la prórroga del estado de alarma cuestionescompetenciales. Estos nacionalismos conservadores han pasado de la lealtad almás puro egoísmo al plantear en todos los niveles condiciones a su apoyo enbase a los intereses de las élites empresariales. La vida de las personas no sepuede poner a la venta como en un mercadillo, es el momento de priorizar lo realmenteprioritario, valga la redundancia, y ya llegará el instante de negociar cómo seha de salir de esta crisis y el papel fundamental que tendrán los gobiernosautonómicos, sobre todo los de las comunidades históricas. Aún no ha llegado elmomento de plantear si la desescalada se debe hacer por provincias o porregiones sanitarias o de aumentar las partidas económicas. El Gobierno no hainvadido totalmente las competencias de las autonomías, no ha aplicado un 155encubierto, como se ha llegado a decir. Las medidas que ha adoptado elEjecutivo de coalición progresista están dando frutos.

Si el problema que tienen los nacionalistas conservadores para salir de su negativa son las competencias, el control de la desescalada por parte de las comunidades autónomas o tomar como referencia las regiones sanitarias seguro que han estado encima de las diferentes mesas de negociación. Si no lo han aceptado, entonces es que sus intereses van por el lado contrario a los intereses de la ciudadanía, incluso si se llega a rechazar una partida de financiación extra para esos territorios.

Sin embargo, y esto también incluye al PP, la realidad esque está teniendo nuevamente un papel importante el eje izquierda-derecha.Cuando la defensa de los intereses de las élites se pone encima de la mesa,cualquier otro condicionante queda de lado. Se olvidan las banderas y se luchapor defender los privilegios de unos pocos. No en vano, como afirmó MiguelUrbán en una entrevista concedida a Diario16, en el Parlamento Europeo, porejemplo, dos partidos antagónicos como JxCat y Ciudadanos votaron lo mismo enun 84% de las ocasiones.

En el lado de la izquierda, ERC se ha enrocado en su negativaa prorrogar al estado de alarma basado en argumentos que no son políticamentecorrectos para el momento en que se está viviendo. Al igual que losnacionalismos de derechas, ERC no puede justificar su «no» en una cuestióncompetencial porque no ha llegado ese momento, como tampoco lo es que sepretenda resucitar la causa independentista. Tal vez, a partir del 25 de mayo,se pueda empezar a discutir e, incluso, en las reuniones que mantienensemanalmente el Ejecutivo con los presidentes de las comunidades autónomas, sepodrán ir relajando una serie medidas que se están aplicando ahora. Pero ahorano es el momento y, desde luego, lo que no es comprensible es que ERC se pongaen el mismo lado que la ultraderecha cuando, en realidad, siempre ha sido unpartido muy significado con las causas sociales y en lucha contra la injusticiade las élites. ¿Entendería la gente que Esquerra pusiera en riesgo la vida delas personas con los mismos argumentos que las derechas? No es muy coherente,sobre todo cuando ha podido existir la posibilidad de que se pudiera contactarcon los líderes encarcelados o en el exilio, además de la aplicación de lasmedidas expuestas anteriormente respecto de las competencias y del control dela desescalada.

ERC es un partido que ha sufrido mucho precisamente por lasposiciones inmovilistas del PP, el partido que metió en la cárcel a sus líderesy que han castigado los movimientos del gobierno. Sólo se podría entender deesta manera y, aun así, queda tiempo para modificar sus posicionamientos, almenos, a la abstención.

Capítulo aparte hay que dedicar a Ciudadanos. La posiciónconciliadora de Inés Arrimadas a la hora de sentarse a negociar contrasta conel enrocamiento del resto de fuerzas conservadoras. El partido naranja sabeperfectamente las consecuencias que tiene el utilizar los mismos métodos yargumentos que los ultras. Por eso, quizá buscando aprovechar las estrategiasdel resto, pretendan presentarse ante la ciudadanía como un partido de centrocon visión de Estado y ha tenido su fruto, porque la política catalana hademostrado que su gestión se aleja totalmente del frentismo, el egocentrismo yla soberbia de Albert Rivera al llegar a un acuerdo con el Gobierno que,definitivamente, ha salvado el estado de alarma.  

Por tanto, en el tiempo en que estamos, cada voto que se déen el Congreso contra la prórroga del estado de alarma es un voto que pone enpeligro la vida de millones de personas. Un rebrote en este momento seríamortal. Los propios sanitarios están en un nivel que están llegando a decir quesi vuelven a aumentar los casos están dispuestos a darse de baja. ¿Qué ocurriráentonces? ¿Reclamarán al Gobierno los que hoy voten que no que vuelva a declararel estado de alarma? A ver qué ocurre, pero el pueblo no puede permitir unairresponsabilidad de este calibre. Ya llegará el tiempo de pasar facturas y dereclamar diferentes cuestiones. Ahora no es el momento, ahora no.

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