La burbuja ‘flower power’ estalla a Moreno Bonilla en la casa de todos los andaluces

Ciudadanos sin centro de salud, madres sin pediatras para sus hijos y enfermeras sin poder trabajar por culpa de unas bolsas caóticas recriminan al presidente andaluz en la Cámara autonómica que nadie manda callar ya sus reivindicaciones

11 de Julio de 2025
Actualizado a las 12:32h
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Moreno Bonilla flower power
Moreno Bonilla, este jueves mientras oía en primera persona en el Parlamento las quejas de madres de un barrio sevillano sin pediatras.

La burbuja flower power alejada del pulso diario de la calle en la que sus asesores mantienen instalado al presidente andaluz le ha estallado en el lugar que menos esperaba: en la casa de todos los andaluces, el Parlamento autonómico. Gracias a su holgada mayoría absoluta y unas encuestas cocinadas con esmero en el palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta, que engordan aún más si cabe su talante de superioridad y condescendencia con el resto de los mortales, Moreno Bonilla lleva viviendo una distópica realidad paralela desde que asumió el poder en Andalucía hace ya siete años. Hasta este jueves. Decenas de andaluces han recriminado en primera persona a Moreno Bonilla las graves carencias que sufre la sanidad andaluza en la actualidad sin que el ejecutivo autonómico haga poco más que potenciar los conciertos con las empresas privadas pese a gestionar el mayor presupuesto de su historia.

Moreno Bonilla está convencido de que la sede de la soberanía del pueblo andaluz le pertenece de un modo u otro por designación popular. Ahí está para testimoniarlo el uso que el presidente de la Cámara autonómica, Jesús Aguirre, ex consejero de Salud, hace del segundo cargo más importante a nivel autonómico. Su tono autoritario y las actitudes chabacanas y machistas evidencian que el Parlamento andaluz puede llegar a ser poco menos que un cortijo que nos remite a otros tiempos ya felizmente pasados.

Este jueves, el presidente andaluz ha sufrido en sus propias carnes la ira de madres hartas de no tener pediatras para sus hijos en un barrio de Sevilla capital, el enfado de vecinas y vecinos llegados a la capital andaluza directamente desde Cazorla, en Jaén, para reclamar un centro de salud, o ver las lágrimas de enfermeras hartas de esperar a ser llamadas para trabajar en unas bolsas de trabajo caóticas.

Lejos de reconocer esta realidad que le ha sido prácticamente ajena hasta este jueves mismo por culpa de ser mantenido por los suyos en su plácida burbuja ‘flower power’, el presidente andaluz niega la mayor y asegura que todo se debe a una estrategia de los partidos de izquierdas de la oposición, que organizan malévolamente visitas ‘guiadas’ de andaluces airados por la sede de la soberanía autonómica con el fin de montar jaleo sin motivo alguno. “Esto de que todas las semanas me traigan aquí comités de bienvenida por los grupos de la oposición no es razonable”, se limitó a decir Moreno Bonilla con el rostro contrariado ante una nube de micrófonos y periodistas después de abandonar apresuradamente y antes de tiempo la sesión de control en el Pleno parlamentario, con la excusa de que el PSOE estaba aplicando una estrategia premeditada de “embarrar” el debate a instancias de la vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero.

Aunque por un día se le pinche la burbuja ‘flower power’, sus asesores lo devuelven rápidamente a ella, para que sea completamente ajeno a cualquier ruido externo que soliviante su sonrisa de photocall

Al final, ni los 200 vecinos llegados directamente de Cazorla para reclamar un centro de salud digno han conseguido el más mínimo gesto de comprensión por parte del ejecutivo andaluz, ni las madres y padres sin pediatras de Sevilla Este han sido oídos por Moreno Bonilla, ni las enfermeras impotentes por la situación de limbo en que están las bolsas del Servicio Andaluz de Salud (SAS) cuando se necesitan más que nunca a estas profesionales han conmovido a un ejecutivo con una hoja de ruta inamovible hacia el desmantelamiento progresivo del sistema público de salud. Porque aunque por un día se le pinche la burbuja ‘flower power’ al presidente, los suyos lo devuelven inmediatamente a ella, para que sea completamente ajeno a cualquier ruido externo que soliviante su sonrisa de photocall.

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