Los servicios de rescate no encuentran víctimas mortales en el parking del centro comercial Bonaire, con capacidad para más de cinco mil coches. Durante días se ha temido que ahí aparecieran decenas de cadáveres, los cuerpos de las personas que no estaban informadas de la alerta roja y que quedaron atrapadas en los primeros momentos del tsunami. Una buena noticia que la UME, tras un excelente trabajo de achique de agua, no haya encontrado restos humanos allí abajo. Algo es algo.
Sin embargo, la incógnita persiste. ¿Dónde están las casi 2.000 personas que, según se ha dicho en la prensa (dando esa cifra por buena), continúan desaparecidas? O más concretamente, ¿es ese dato que se ha barajado hasta hoy real o solo una especulación o un bulo más de los muchos que se han propagado en redes sociales? El propio presentador de televisión Íker Jiménez, de Cuatro, llegó a dar por bueno el dato y publicó un tuit en el que aseguró: “En el parking de Bonaire hay muchos cuerpos, muchos cuerpos, muchos”. Una noticia que, por fortuna, no se ha confirmado y que, según lo dicho por la UME, no se va a confirmar.
Si tomamos como buena la cifra de los cerca de dos mil desaparecidos, cabría preguntarse dónde están. Y aquí surgen varias hipótesis. La primera y más lógica que los cuerpos estén diseminados por toda la comarca de la l’Horta Sud y a lo largo y ancho de los más de sesenta municipios devastados. Podrían encontrarse bajo el lodo en los campos, en los barrancos, entre las toneladas de basura arrastradas desde las montañas hasta el litoral. Pero también podría ser que esa cantidad de cadáveres, aún por determinar, no lo olvidemos, haya llegado a la costa, acabando en el mar incluso en La Albufera. Algunos de esos cuerpos han sido devueltos por el oleaje, en las últimas horas, en zonas costeras como Pinedo y Sueca. Poco a poco podrían aparecer más.
Por otra parte, cabe recordar que los medios de rescate siguen trabajando en casas, bajos y garajes anegados. Pero cuesta pensar que pueda haber tal cantidad de bajas en esas instalaciones. Los perros de la Policía y Bomberos ya los habrían detectado. En cualquier caso, hay que enfrentarse a la posibilidad de la peor tragedia de todas: cientos de personas que quizá no aparezcan nunca, ya que sus cuerpos se perdieron o pudieron ser despedazados por la corriente, entre el torrente de enseres, árboles y escombros, y distribuidos por cualquier parte. Tal ha sido la fuerza del arrastre, un auténtico torbellino que lo ha arrasado todo a su paso. En ese supuesto, los familiares tendrán que afrontar el peor de los duelos, el de no haber localizado los cuerpos de sus seres queridos.
De cualquier forma, llama la atención que las autoridades no hayan publicado listas de desaparecidos casi una semana después del desastre. Y quizá sea simple y llanamente porque no haya tal volumen de desaparecidos. Ese agujero en la información (uno más en la nefasta gestión de la Generalitat Valenciana) está contribuyendo a que se disparen las habituales teorías de la conspiración. Eslóganes como “queremos la verdad”, que ya circularon durante la pandemia, proliferan en las redes sociales controladas por la extrema derecha especializada en desestabilizar en tiempos de crisis. Sorprende la atención que a esta hora un organismo de la Europa avanzada como se supone es el Consell aún no haya facilitado el supuesto listado. Habría que preguntarle a Carlos Mazón, como máximo responsable del mando único en este desastre histórico.
A esta hora, es cierto que todavía continúan desaparecidas muchas personas tras el paso de la dana. Sus familiares y amigos piden ayuda a través de redes sociales. Cristina continúa buscando a su padre Aurelio de 67 años en Alfafar. Lo último que sabe de él es que salió a revisar su coche la tarde del martes. "Tiene el pelo blanco y tiene dificultades para caminar debido a un ictus", informa La Sexta.
Ya hay más de 200 personas que han perdido la vida tras la dana, entre ellos un niño de 4 años del que han encontrado su cadáver este viernes en un edificio derrumbado en Sot de Chera. Su padre, que estaba con él, sigue sin aparecer. Un número incontable de personas desaparecidas de las que se guarda un hilo de esperanza por si siguen con vida, como José. Su camión se detuvo por el agua a las 9 de la mañana en l'Alcúdia. Desde entonces, sus hijos no han conseguido comunicarse con él.
María Adela es una trabajadora de una empresa de metal en Beniparrell. Al ver lo que empezó a llover intentó volver a su casa en Montserrat. Su jefe ha dado la voz de alarma al ser consciente de que no ha aparecido.