El Banco de España entra en campaña para enfriar el optimismo económico del Gobierno

25 de Junio de 2023
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Banco de España

El informe del segundo trimestre del Banco de España (junio 2023) prevé un contexto “en el que el grado de incertidumbre continúa siendo muy elevado, los riesgos en torno a las proyecciones de crecimiento están orientados fundamentalmente a la baja, mientras que, en el caso de la inflación, se consideran equilibrados”. De esta manera, el máximo organismo nacional de la economía enfría las buenas perspectivas y el optimismo que el Gobierno Sánchez trata de trasladar a la opinión pública las puertas de unas elecciones decisivas. O en otras palabras, el Banco de España no cree que la economía española vaya como una moto, tal como piensa el líder socialista.

Hace algunos días, Diario16 alertaba de la existencia de un plan de los poderes fácticos de este país para terminar de descabalgar a Pedro Sánchez del poder. El mundo de la empresa, la banca, el Íbex 35, una parte de la judicatura, grupos reaccionarios y la caverna mediática se han unido al bloque de las derechas PP y Vox para derogar el sanchismo. No es la primera vez que el Banco de España critica la política económica del Gobierno de coalición. Ya lo hizo cuando aseguró que la ley de la vivienda podría generar efectos indeseados a medio plazo. Y cuando el Ejecutivo subió el salario mínimo interprofesional, el organismo regulador, aunque reconoció que esa medida beneficiaría a los colectivos más vulnerables, advirtió de que debería estar enmarcada en un pacto de rentas, y añadió que será necesario desarrollar ciertas medidas complementarias en el caso de que haya efectos negativos sobre la empleabilidad en algunos colectivos o sectores.

De esta manera, se dejó caer que subir el salario podría suponer una disminución de la contratación en el siempre complejo mercado laboral española y por consiguiente un incremento del paro. Ninguno de los augurios funestos, lanzados también por Feijóo, se ha cumplido. En esta legislatura se ha demostrado que se pueden llevar a cabo políticas sociales sin perjudicar el crecimiento y el buen funcionamiento de la economía. Que esas tesis ultraliberales se lancen desde las derechas es hasta cierto punto lógico (se trata de acabar con el Gobierno de coalición a toda costa y como sea), pero que se sugieran desde altos organismos del Estado, en teoría imparciales e independientes, no tiene otra explicación que el intento de cambiar un Consejo de Ministros progresista por otro conservador.

Así, en junio de 2021 el Banco de España calculó que la subida del salario mínimo en 2019 restó al menos 100.000 empleos. El organismo concluyó que el alza del SMI provocó un menor crecimiento del empleo de entre el 0,6% y el 1,1%. Estas cifras chocan con la buena marcha de la economía cuatro años después y tras varios incrementos del SMI. Año y medio más tarde, el Banco de España tuvo que rectificar y reconocer el impacto positivo del SMI y el apoyo de la reforma laboral al consumo. La institución admitió un crecimiento del 0,3% en el gasto de los trabajadores durante los últimos meses (cerca de 3.000 millones) por la conversión de contratos temporales en indefinidos, gracias a la reforma laboral. Obviamente, las clases obreras tenían más dinero para gastar y eso reactivó la producción, el PIB y el empleo.

Balance de la economía

“En los últimos trimestres, el pronunciado aumento de la inflación a nivel global ha requerido de un endurecimiento sincronizado, muy rápido e intenso de las políticas monetarias de los principales bancos centrales mundiales, que, previsiblemente, no se revertirá de manera apreciable en el corto plazo –y podría, incluso, prolongarse en determinadas jurisdicciones–. En este sentido, algunos de los incipientes indicios de debilitamiento de la actividad que se han apreciado recientemente en España y en otras economías podrían estar reflejando ya una parte de los efectos adversos del endurecimiento de las condiciones financieras sobre los agregados macroeconómicos”, asegura el informe.

Para el Banco de España, una eventual intensificación de estas señales de debilidad en los próximos meses –más allá de lo que ya se contempla en el escenario central de estas proyecciones– daría lugar a una menor demanda doméstica y externa y, por consiguiente, a un crecimiento económico y a una inflación más reducidos.

La cuantificación del impacto del endurecimiento de las condiciones financieras y del empeoramiento del acceso al crédito sobre la actividad resulta muy compleja, según el Banco de España. En las proyecciones actuales, la magnitud de estos efectos adversos se considera, a la luz de la evolución de los indicadores coyunturales más recientes, algo mayor que en las previsiones anteriores. No obstante, la incidencia negativa de estos canales financieros sobre la actividad y los precios podría verse amplificada si se desencadenaran episodios de turbulencias en los mercados internacionales de capital –como los observados en marzo– que condujeran a un aumento de la aversión al riesgo.

Además, según el Banco de España, es cierto que las incipientes señales de desaceleración de la inflación subyacente en España y en otros países deberán confirmarse todavía en los próximos meses. Por el momento, la moderación de la inflación no energética es muy pequeña en España, y aún lo es más en otras jurisdicciones. En este contexto, no puede descartarse todavía que la persistencia de elevadas tasas de inflación subyacente conduzca a la materialización de efectos de segunda ronda significativos sobre los precios vía salarios y/o márgenes empresariales, lo que podría acentuar la dinámica inflacionista actual y, en caso de producirse tal escenario en el conjunto del área del euro, requerir una actuación más contundente de la política monetaria; esto llevaría a un endurecimiento adicional de las condiciones financieras y, en consecuencia, a un debilitamiento mayor del gasto de los agentes privados, según el Banco de España.

Existen, además, otras fuentes de incertidumbre muy relevantes, según el Banco de España. A nivel internacional, destaca, como en trimestres precedentes, la evolución futura de las actuales tensiones geopolíticas y de la guerra en Ucrania. Un eventual recrudecimiento de estas conduciría, con elevada probabilidad, a un nuevo encarecimiento de las materias primas y, por tanto, a un repunte de la inflación y un deterioro de la actividad. En el ámbito doméstico, cabe señalar las dudas que persisten en cuanto a el soporte que puede proporcionar al consumo privado el ahorro acumulado durante la pandemia, y al ritmo de ejecución de los proyectos asociados al programa Next Generation EU y a su impacto sobre la actividad. En otras palabras, el Banco de España ve el panorama más bien negro. Será que estamos en fechas electorales.

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