Miles de mujeres han llenado la Gran Vía de Madrid. Bajo el lema "El machismo mata, viola, explota y borra a las mujeres. ¡Basta ya!" se ha reivindicado el fin de la violencia contra las mujeres.
Una marea morada que no permitirá un paso atrás ante las amenazas que acechan a la lucha de las mujeres por no ser asesinadas por maltratadores que una parte de la población todavía, en pleno siglo XXI, sigue justificando. Incluso, cierta parte de la clase política incentiva esa violencia con su negacionismo, porque negar lo evidente lo único que hace es justificar esta lacra.
La lucha feminista no conoce de colores políticos, de ideologías o de clases sociales. El feminismo no tiene, como quieren hacer creer algunos, un sesgo ideológico, sino que es la lucha por la igualdad real, contra la violencia y los asesinatos de mujeres. Esta lacra no se puede circunscribir a un ámbito, porque está expandido por todo el mundo. No en vano, la ONU afirmó en un informe que cada 5 minutos una mujer es asesinada por sus parejas masculinas.
Irene Montero, ¡dimisión!
En la manifestación de la Gran Vía, el segundo lema que se podía leer en una gran pancarta era "Irene Montero, ¡dimisión!" , un lema que se ha coreado en múltiples ocasiones y con mucha fuerza porque la actual Ministra de Igualdad, por culpa de su Ley Trans se ha convertido en enemiga del feminismo porque esa norma borra a las mujeres. Por ahí no va a pasar el movimiento y así lo han hecho evidente.
División
Una de las grandes consecuencias de la gestión de Irene Montero en el Ministerio de Igualdad es la división absoluta del feminismo. Por un lado, están las feministas que siguen luchando por la igualdad de las mujeres. Por el otro, las adeptas del movimiento queer, un desorden filosófico que, a través de la entelequia de la transversalidad, rompe con los preceptos del feminismo real.
La ministra ha acudido a otra manifestación celebrada en el barrio de Vallecas bajo el lema "Ni un paso atrás".