El Ministerio de Defensa, según ha adelantado El País, ha decidido renunciar a la compra de aviones caza F-35 estadounidenses, uno de los modelos más avanzados de combate del mundo, y ha optado por reforzar su compromiso con la industria militar europea. La apuesta se centra en la ampliación de la flota de Eurofighter y en la participación activa en el desarrollo del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS). Esto es un golpe directo a Donald Trump donde más le duele.
El abandono de la opción estadounidense responde a una combinación de factores estratégicos, económicos y políticos. Si bien se habían mantenido contactos preliminares con Estados Unidos, especialmente debido a que la Armada Española planea retirar sus Harrier AV-8B en 2030, el gobierno ha considerado más adecuado canalizar los recursos hacia proyectos que fortalezcan la autonomía europea en defensa.
La línea marcada por el gobierno español pasa por invertir el 85% del presupuesto de defensa en Europa, en consonancia con el compromiso de alcanzar el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) en gasto militar, establecido en la última actualización del plan de seguridad y defensa aprobado en abril, por valor de 10.500 millones de euros.
Eurofighter y FCAS
España, junto a Francia y Alemania, forma parte del programa FCAS, una iniciativa conjunta para desarrollar un sistema de combate aéreo de nueva generación que debería estar operativo en las próximas décadas. Mientras tanto, el modelo Eurofighter Typhoon sigue siendo el pilar de las capacidades aéreas de las Fuerzas Armadas españolas.
El F-35, fabricado por la multinacional estadounidense Lockheed Martin, ha sido adquirido por varios países de la OTAN, pero también ha suscitado críticas por su elevado coste y por su dependencia tecnológica respecto a Estados Unidos, sobre todo en la actualidad cuando el país norteamericano está gobernado por un autócrata que se felicita, por ejemplo, del golpe contra la democracia dado por el ultra Nayik Bukele en El Salvador.
La negativa del Ejecutivo de Pedro Sánchez a comprar el F-35 se produce en un momento de tensión diplomática con Washington. Durante la última cumbre de la OTAN, Trump criticó duramente a España por no sumarse a la propuesta de aumentar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB.
"España es terrible, lo que han hecho. Son el único país que no pagará al completo", declaró Trump en rueda de prensa.
La presión del mandatario estadounidense para convertir a su país en el principal proveedor de armamento a Europa también quedó patente en la bajada de pantalones y ropa interior de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que incluyó el compromiso europeo de adquirir “una gran cantidad de equipo militar norteamericano”.
"Han acordado comprar una gran cantidad de equipo militar. No sabemos cuál es esa cifra, pero la buena noticia es que fabricamos el mejor armamento del mundo", dijo Trump en ese contexto.
La renuncia a los F-35 refuerza la estrategia española de consolidar una defensa europea más autónoma y menos dependiente de Estados Unidos, en línea con los planteamientos de países como Francia. El movimiento también busca dinamizar la industria europea, favorecer la innovación militar compartida y dar contenido concreto al concepto de “soberanía estratégica” impulsado desde Bruselas.
Con esta decisión, España se distancia de la política de compras impulsada desde Washington y Bruselas y reafirma su compromiso con el fortalecimiento de la defensa común europea, a pesar de la extorsión y el chantaje del “hombre naranja”.