El Gobierno de España no descarta su participación en unafutura misión militar en Ucrania, pero pone como condición contar con garantías de seguridad y una estructura de mando bien definida. Así lo han indicado fuentes gubernamentales a El País, dejando claro que la posición de Madrid es de "esperar y ver" ante la evolución del conflicto y los términos de un eventual acuerdo de paz con Rusia.
Una postura de prudencia frente a otros países europeos
Mientras que países como Francia, Reino Unido o Dinamarca ya han anunciado su voluntad de enviar tropas a Ucrania, España mantiene una postura más cautelosa. Según fuentes del Ministerio de Defensa, la prioridad sigue siendo fortalecer a las Fuerzas Armadas ucranianas mediante la formación de soldados en territorio europeo. De hecho, desde 2022, más de 7.000 militares ucranianos han recibido instrucción en España dentro del programa de la UE conocido como EUMAM Ucrania.
El presidente Pedro Sánchez ha reiterado el "apoyo inquebrantable" de España a Ucrania, pero también ha advertido que cualquier decisión sobre un despliegue militar en la zona requerirá un amplio consenso político y la aprobación del Congreso de los Diputados. En este sentido, la posición de algunos socios del Gobierno, como Podemos, ya apunta a un rechazo tajante.
Tres posibles escenarios para la participación española
El Ministerio de Defensa está analizando varios escenarios en caso de que la UE decida formalizar una misión sobre el terreno en Ucrania tras un acuerdo de paz:
Misión de observadores: Consistiría en enviar personal para supervisar el cumplimiento de un posible alto el fuego. Su labor incluiría verificar la retirada de tropas, el intercambio de prisioneros y denunciar cualquier violación del pacto. España ya participó en una misión similar con la OSCE entre 2014 y 2022.
Instructores militares en territorio ucraniano: Se trataría de trasladar a Ucrania la misión de entrenamiento que actualmente se realiza en países de la UE. Esto permitiría acelerar la preparación de las tropas ucranianas, pero también conllevaría riesgos, ya que los centros de instrucción podrían convertirse en objetivos de ataque por parte de Rusia.
Fuerza de disuasión: Esta es la opción más arriesgada y consiste en el despliegue de tropas europeas en Ucrania con el objetivo de evitar nuevos ataques rusos. Francia y Reino Unido han propuesto una coalición de 30.000 soldados, pero esta cifra estaría lejos de los 150.000 que solicita el Gobierno de Volodímir Zelenski. En cualquier caso, esta opción plantea importantes interrogantes sobre la cobertura legal y la posibilidad de represalias por parte de Rusia.
Las dudas sobre una intervención sin respaldo de la OTAN
Uno de los principales obstáculos para una misión militar europea en Ucrania es la falta de un paraguas protector de la OTAN. A diferencia de los despliegues en países de la Alianza Atlántica, como Polonia o los Bálticos, una operación en suelo ucraniano no contaría con la protección del Artículo 5 del Tratado de Washington, que garantiza la defensa mutua de los miembros de la OTAN en caso de agresión. Esto significa que, si los soldados europeos fueran atacados en Ucrania, EE UU no estaría obligado a intervenir.
Esta incertidumbre hace que países como Polonia o los países bálticos se muestren reticentes a enviar tropas, centrándose en la protección de sus propias fronteras. España, que ya tiene desplegados 3.000 militares en la frontera oriental de la OTAN, también cuenta con recursos limitados para un compromiso mayor.
El debate sobre la participación europea en Ucrania se intensifica en un momento de incertidumbre política global. La posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca ha generado dudas sobre el compromiso de EE UU con la defensa europea, lo que ha llevado a líderes como Emmanuel Macron a presionar para una mayor autonomía militar del continente.
En este contexto, la decisión de España dependerá no solo de las garantías de seguridad que se establezcan, sino también de las negociaciones dentro de la UE y de la evolución de la guerra en los próximos meses. Mientras tanto, el Gobierno de Sánchez sigue apostando por el refuerzo del apoyo logístico y el suministro de material bélico, como la reciente entrega de misiles antiaéreos y vehículos blindados a Ucrania.
Un debate que llegará al Congreso
El próximo jueves, Sánchez iniciará una ronda de consultas con los portavoces parlamentarios para evaluar las distintas opciones. La decisión final requerirá la autorización del Congreso de los Diputados, donde la oposición ya ha pedido claridad sobre los términos de cualquier posible intervención.
La discusión promete ser intensa, ya que, mientras el Partido Popular podría respaldar un despliegue si cuenta con respaldo internacional, partidos como Podemos han manifestado su oposición rotunda a enviar tropas a Ucrania. La clave estará en los detalles: si España decide sumarse a una misión, ¿cómo garantizará la seguridad de sus efectivos? ¿Cuál será su función exacta? Y, sobre todo, ¿cómo respondería el Gobierno si sus tropas se convirtieran en objetivo de Rusia?
Por el momento, Madrid sigue en compás de espera, analizando los riesgos y oportunidades de su papel en una Ucrania que, más de tres años después de la invasión, sigue luchando por su supervivencia.