Ferrovial utilizará los Países Bajos como puerta de entrada a Wall Street

05 de Marzo de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Una imagen de Wall Street.

La apresurada salida de España de Ferrovial podría tener una razón última que poco tiene que ver con la falta de seguridad jurídica de la que se queja la compañía: acelerar los pasos para cotizar en Wall Street, un plan que no se oculta desde la propia empresa. Desde la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) dicen “desconocer” por qué sería más fácil cotizar en Norteamérica desde Países Bajos que desde España. El supervisor recuerda que muchas empresas españolas ya tienen presencia en otros mercados bursátiles sin necesidad de mudar su sede a otro país.

Sin embargo, la compañía argumenta que casi el 90% de su negocio procede de inversiones realizadas en el exterior y pone como ejemplo la inversión de 8.000 millones de euros en la operación del aeropuerto JFK en Nueva York. Operaciones de esta magnitud, según la corporación, les permitiría cotizar en el parqué de Nueva York e incluso obtener mejores fuentes de financiación.

En ese plan, el destino final es Estados Unidos, pero el paso previo ha de pasar necesariamente por Holanda. Cabe recordar que estadounidenses y holandeses tienen suscrito un tratado de libre comercio fechado en 1959 en el que se refleja claramente que “a los nacionales y empresas de cualquiera de las partes se les otorgará trato nacional con respecto a la participación en todo tipo de actividades comerciales, industriales, financieras y de otro tipo con fines lucrativos (actividades comerciales) dentro de los territorios de la otra parte, ya sea directamente o por medio de un agente o a través de cualquier forma de entidad jurídica lícita”. El tratado vino a desarrollar la intensa relación comercial entre ambos países, que se remonta a los tiempos de los corsarios dunkerqueses o corsarios de Dunkerque, que hasta bien entrado el siglo XVIII tuvieron bula en los territorios y colonias americanas de ultramar. Los piratas consiguieron carta de naturaleza en el siglo XVI. Operaban principalmente en el mar del Norte, aunque en ocasiones podían viajar hasta el mar Báltico y a las costas de América.

El tratado yanqui/holandés permite que una empresa lo tenga más fácil para entrar en Wall Street. No se dice, obviamente, qué piensa de todo esto la Unión Europea, a la que tampoco le hará demasiada gracia que sus grandes multinacionales se marchen de su territorio para cotizar en la Bolsa estadounidense. Según el abogado Wouter Vosse, del bufete holandés Hamelink & Van den Tooren, este tipo de actuación es muy habitual: “No es una operación extraordinaria. Nosotros asesoramos a varias empresas con este tipo de operativa. Es habitual que algunas compañías accedan al mercado estadounidense a través de la legislación holandesa”. Vosse añade que el plan “no entraña beneficios fiscales”.

Cabe pensar que el atajo holandés podría ser utilizado no solo por otras empresas españolas, sino también europeas, para mejorar sus expectativas de negocio en un contexto de crisis mundial. Y ahí es donde entra la deficitaria legislación de la UE en la materia. Por ejemplo, nunca ha existido una política fiscal unitaria que unifique la legislación empresarial para todos los socios del club europeo. Cada estado tiene un marco legal diferente, no es lo mismo España que Holanda, un país donde la normativa tributaria puede ser algo más dura y gravosa que la española en lo que se refiere al impuesto de sociedades pero que, sin embargo, contempla una serie de beneficios, exenciones y condiciones ventajosas en otros sectores. Por ejemplo, el tipo impositivo en Sociedades se sitúa en el 25,8%, más elevado que en España (donde se ha rebajado del 25% al 23% para sociedades y entidades que facturen menos de un millón de euros), pero al mismo tiempo el Gobierno holandés firma acuerdos bilaterales con grandes contribuyentes (tax rulings) para que sus beneficios no tengan tanta presión fiscal, algo de lo que siempre se ha quejado Ferrovial.

Esa falta de unificación de las leyes tributarias europeas empieza a causar distorsiones en los mercados. Mientras no se instaure una política tributaria común que avance hacia la justicia social redistributiva y que acabe con el fraude o posibles paraísos fiscales en la zona euro no podrá hablarse propiamente de una Unión Europea como ente político y jurídico. Un derecho tributario común que acabe con las desigualdades y ventajas fiscales en según qué territorios es tan importante como un ejército propio que permita a la UE ser independiente de la OTAN y EEUU. Hasta que no se consigan esos objetivos, Europa no dejará de ser un sueño, una quimera, todo lo más un club de intercambio para ricos.

“Los Países Bajos llevan años haciendo un agujero de considerables dimensiones a las economías de Europa”, asegura El Debate. “Un país denominado ‘halcón’ por su forma de hacer frente a los retos económicos, frente a las ‘palomas’ del sur, más conservadoras. Hay que recordar que este país fue de los primeros en negar a España ayudas tras la pandemia y exigió que, junto a Italia, hicieran más reformas y fueran capaces de ahorrar para evitar subvenciones externas”.

Hace tiempo que los Países Bajos caminan hacia un pequeño paraíso fiscal europeo. Este estado dispone de un amplio abanico de ingeniería fiscal para hacerle la vida más cómoda a las grandes empresas, como el “sándwich holandés”, que permite tributar en las Antillas Holandesas, donde las grandes compañías solo tienen que pagar una especie de peaje del 1%; o los dividendos (Holanda permite que se repatrien dividendos o se cobren cánones o royalties sin tributar un euro).

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