La segunda huida de Carles Puigdemont de Barcelona ha terminado por fracturar en dos a los Mossos d'Esquadra, la policía autonómica catalana. A un lado se sitúan quienes aplauden a los compañeros que ayudaron a Puigdemont a garantizar su fuga eludiendo la Operación Jaula (varios están siendo investigados por la Justicia por colaboración con el prófugo, mientras desde Junts se les califica de patriotas). En el otro bando están quienes se muestran indignados con el espectáculo de ridículo internacional que ha hecho este cuerpo policial. Y la brecha entre ambos grupos sigue creciendo hasta hacerse irreconciliable.
Es evidente que nos encontramos ante una fuerza de seguridad del Estado muy degradada en su imagen pública desde los años oscuros del procés. Las críticas por el elevado grado de politización al que han llegado los Mossos son constantes y hay quien dice que esta unidad no es más que la policía patriótica de Carles Puigdemont. Salvador Illa ha prometido reformas de calado (cambios en la jefatura y sanciones a topos e infiltrados) para limpiar el buen nombre del cuerpo, restituir su imagen dañada en el resto del país (también en Europa) y poner a los Mossos en el lugar que les corresponde. Pero no le resultará fácil. En la policía catalana ha calado el virus del nacionalismo independentista y muchos agentes hacen lo que dice la Plana Mayor en Waterloo.
Lógicamente, desde los otros cuerpos del Estado se ve con recelo todo lo que está ocurriendo y ni en la Policia Nacional ni en la Guardia Civil se trabaja ya en armonía y confianza con los compañeros de Cataluña. Un recelo que es mutuo y recíproco y que puede afectar a la calidad del servicio que prestan nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Algo se rompió en los atentados de Barcelona, cuando los conspiracionistas indepes acusaron al CNI, los servicios de inteligencia españoles, de estar al corriente de los planes de la célula yihadista y tambien durante el referéndum del 1-O, cuando las policías de Madrid vieron en la dejadez de funciones de los Mossos a la hora de encontrar las urnas para la consulta electoral una clara connivencia con los secesionistas. Patriotas catalanes y pro españolistas, un guerracivlismo letal corroe a la organización policial.
Salvador Illa sitúa la crisis en los Mossos como el problema prioritario de su Govern. En su primera visita al cuartel se ha comprometido “a garantizar” que los Mossos d’Esquadra puedan desempeñar su trabajo “alejados de la confrontación política”, lo que requiere, ha dicho, “generar una confianza recíproca”. “Tenemos una buena policía, pero también quiero ser claro: siempre se pueden hacer las cosas mejor”, ha añadido.
Por su parte, el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha dado por primera vez detalles de su huida a Francia el pasado 8 de agosto, después de su fugaz retorno a Cataluña. No lo hizo ni en barco, ni dentro de un "maletero", sino que cruzó la frontera sentado en el asiento trasero de un "vehículo privado".
Así lo ha relatado en un artículo publicado en Politico, en el que confirma que entró en Cataluña dos días antes, el martes 6 de agosto "por la tarde", y permaneció agazapado hasta su irrupción en el acto de bienvenida organizado en su honor frente al Arco de Triunfo de Barcelona, una hora antes del pleno de investidura de Salvador Illa.
Tras el acto, en lugar de dirigirse a pie hacia el Parque de la Ciutadella para intentar asistir al pleno del Parlament, fue visto metiéndose en un coche blanco y desapareció a toda velocidad, sin que los Mossos d'Esquadra lograsen detenerlo.
Puigdemont ha denunciado un "golpe de Estado híbrido" por parte de determinados jueces que "subvierten" la voluntad popular y hacen caso omiso de la ley de amnistía aprobada por el Congreso, en lo que califica de "persecución judicial de naturaleza política". "No volvía a España para ser detenido", ha recalcado el expresidente de la Generelitat.
Además, ha relatado que su huida tras el discurso que ofreció en Arc de Triomf justo antes del pleno de investidura del Parlament "no fue fácil", y ha equiparado el operativo policial de los Mossos d'Esquadra a, textualmente, el que desplegaron tras los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils (Tarragona).