¿Qué está pasando en Vox? El diario El Mundo informa hoy mismo de que las bases de esta fuerza política están promoviendo “una rebelión contra Abascal y su búnker”. Hace ya meses que el máximo responsable del partido dio un golpe de mano, llevó a cabo una serie de purgas (véase Macarena Olona y Espinosa de los Monteros) y colocó a su gente de confianza en los puestos de mayor rango. De esta manera, el sector duro más falangista, los Buxadé, Garriga y compañía, se hacían cargo de las riendas del proyecto desplazando a los denominados “liberales” (de liberales tienen poco, son también franquistas, solo que no alardean de ello tan abiertamente).
Hoy, las bases empiezan a estar hartas de ese control del aparato. Denuncian falta de democracia interna, escasez de transparencia y nepotismo. Según El Mundo, “la salida de la diputada Carla Toscano, quien renunció a su acta en el Congreso la pasada semana, es sólo el último ejemplo de una revuelta interna que se lleva larvando desde hace meses y que no sólo protagonizan cargos electos con representación en las instituciones, sobre todo en ayuntamientos, sino también los militantes de base, atónitos por la deriva del partido”.
Es evidente que hay fractura en el núcleo duro que rodea al presidente del partido, Santiago Abascal, quien, en medio de la revuelta, ha programado una asamblea general exprés para el 27 de enero e intentar frenar las cada vez más numerosas voces críticas dentro de la organización. Todo esto se une a la reprobación de Javier Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid por el desagradable episodio de la botella contra el concejal de Más Madrid Eduardo Fernández Rubiño. El dirigente voxista, queel 6 de octubre de 2022 ya fue destituido del cargo de secretario general para pasar a ser candidato a la alcaldía de la capital en las elecciones de mayo de 2023, ha mostrado en petit comité su malestar con la actual dirección. Que uno de los fundadores del partido haya pasado prácticamente al ostracismo, o a la segunda división de la política loca, denota el clima de tensión que se vive en esa fuerza política.
Hoy, el portavoz Ignacio Garriga ha intentado marcar diferencias con el PP en un intento de recuperar al votante perdido y remontar en las encuestas. “Nosotros no vamos a participar en la ceremonia de confusión del señor Feijóo”, asegura Garriga, que apuesta por la “confrontación total y sin cuartel” contra el Gobierno de Sánchez, “el peor de la historia de España”. La estrategia de la batalla campal frente a la sede de Ferraz no ha dado resultado, las encuestas no van bien y hay gran preocupación en Vox. Hasta ahora la figura de Abascal parecía intocable, pero hoy por hoy el político de Bilbao ha perdido la hegemonía y no pocas voces se alzan contra él. Cada vez se escuchan más reproches y críticas desde las bases y también “en los cargos de los territorios, sobre todo concejales, sorprendidos y asustados por la deriva del partido”, añaden las fuentes consultadas por El Mundo.
De momento, el grupo de díscolos no han elegido a la persona que dé el paso adelante para enfrentarse con el jefe y disputarle el poder. Pero puede ser solo cuestión de tiempo. Hay una corriente crítica, eso es evidente. Un nutrido grupúsculo capaz de organizar una alternativa al liderazgo de Abascal. El propio nombre de Ortega Smith empieza a sonar con fuerza en los ambientes voxistas más descontentos con la línea actual del partido. Muchos le están animando para que dé el paso al frente y reclaman un congreso nacional extraordinario, donde además no sería extraño que se planteara una refundación.
De momento, ya circula por las redes sociales un supuesto Manifiesto Pro Congreso Refundacional de Vox donde, tal como denuncia El Mundo, se asegura que “la democracia interna es inexistente y la organización no prevé órganos para encauzarla”. Además, el documento recuerda que “existen dudas públicas sobre el destino de los fondos económicos del partido no aclaradas”, mientras que a la vez subrayan que “la libertad de opinión no existe y es perseguida”, lo que conlleva que sea “imposible realizar ningún análisis ni exista libertad de iniciativa”. Muchas de estas denuncias anónimas coinciden con algunas que ya viene haciendo Macarena Olona. La hasta hace no tanto gran musa de Vox reconoció a preguntas de periodista Jordi Évole, en una entrevista para el programa Salvados, que el partido ha desviado casi 11 millones de dinero público a fundaciones y empresas. La exsecretaria general del grupo ultra en el Congreso de los Diputados, tras ser purgada, retó a su antiguo partido: “Si miento, que se querellen contra mí”.